51 grados

Fotos: Ricardo Rubio (Facebook/Flickr)

El pasado jueves 26 de Octubre asistíamos en la Sala Wurlitzer, en pleno centro de Madrid, a la presentación en directo del nuevo álbum de 51 Grados. 22:00 h de la noche y un día poco propicio para ir en coche por las restricciones por contaminación en el corazón de la ciudad, pero allí estábamos expectantes, desprotegidos, sedientos e inconscientes de los dos pedazos de conciertos que se nos venían encima.

Al comienzo de los primeros acordes de los barceloneses Tears In Rain la sala aún estaba casi vacía, pero los pocos fumadores que había en la puerta no pudieron evitar sentirse atraídos hacia el escenario y pronto la sala aparecía llena alimentada por un reguero incesante de gente. Amigos… vaya grupazo son estos Tears In Rain. No los conocía, pero no podía haber mejor acompañante para una noche de estreno de disco que ellos, con los que indudablemente los 51 Grados van a seguir colaborando.
Desde el primer tema Back to the Sun, uno percibía qué clase de influencias se estaban manejando: Telecaster, armonías complejas en las manos, intros y puentes brillantes llenos de luz y oscuridad, una sección rítmica muy currada y esa voz… El alma de Jeff Buckley y de Chris Cornell se encuentran, se abrazan y siguen vivas en la voz de James Vieco, que me dejó fascinado y que, tímido, pedía al público un poco de calor y cariño. De repente todos nos habíamos dejado llevar y estábamos danzando al son de sus cambiantes colores.

Hit tras hit estos muchachos me robaron parte del corazón mientras presentaban su estupendo trabajo Ideometry, que podéis escuchar tanto desde Spotify como de Youtube y plataformas similares. Si podéis, no os los perdáis en directo. James, Antonio y Diogo son fantásticos.
Tras Back to the Sun, la banda continuaba a través de los temas de su último álbum Mirrorwall y Enemine, para llegar al Fields de su álbum de 2015 titulado Stop to Reach en el que percibíamos un toque más a lo Alice In Chains y Pearl Jam en las voces y distorsiones que ayudaron a que las cabezas se movieran en masa invocadas al ‘headbanging’. Siguiendo con Chromatics y Leaving intercalaban temas de sus dos últimos álbumes a los que se sumaron Right Inside y Still He’s There, para encarar el tramo final del concierto con los pepinazos de Stop To Reach y Rainbow Of Grey, y que me dejaron con unas ganas enormes de seguirles la pista.

51 gradosLa noche iba a ser rematada, sin embargo, por la que es una delas bandas más sólidas y contundentes que he visto jamás. Me dejaron al borde del acufeno perpetuo, y está claro que 51 Grados están dando mucho que hablar y van a dar más que hablar hasta estar en boca de todos los que amamos el Rock.
Jugaban en casa y presentaban su nuevo LP Destino, que añade otros tantos buenos temazos a éxitos consagrados de la banda como Desconexión o G.P.M. Con bellas telecasters que se crecían a través del Mesa Boogie, un bajo extremadamente rico y una batería al borde del estallido definitivo el concierto comenzaba con Réquiem y seguía sin pausa con Redentor y Cometa, uno de mis temas favoritos del nuevo álbum y unos tremendos trallazos de este nuevo álbum que les impulsaba a coger un ritmo que se revelaba imparable y que efectivamente no decayó en ningún momento. Sonidaco, y ritmaco para dejarnos sin aliento y llevarnos de la mano al éxtasis musical en una noche cualquiera de Jueves. Seguidamente sonaban en orden consecutivo dos de los temas más esperados por mi parte: Desconexión y G.P.M para enlazarlos con Seguir aquí, con su toque a lo Queen Of The Stone Age, y Zener, dos auténtica bombas perteneciente a su EP Miedo.

El silencio se hacía en la sala con el bellísimo comienzo, la dulzura y la tristeza de Déjame, emotiva donde las haya. La seguía otro auténtico temazo y otro de mis favoritos de entre los temas de Destino: Invencible, en el que la voz y la guitarra de Carlos González gemían al mismo tiempo y con idéntico quejido, mientras la dupla de Rodrigo e Iván lo mantenía todo en lo más alto, con una sala Wurlitzer realmente vibrante. Así, la banda madrileña encaraba un tramo del concierto en el que sonaban encadenados varios de los temas del nuevo disco, mostrándonos todo el espectro que pueden llegar a abracar estos 51 grados que llevan más allá de los límites a las etiquetas de Rock alternativo, Stoner y Grunge, y así lo hacían con Soga, Objetos Perdidos y la propia Destino, entre las que se atisban guiños a las influencias que suponen Soundgarden, Kyuss o A Perfect Circle, entre otras, y pasados por el tamiz único e inimitable de 51 Grados. Bestial este álbum de cabo a rabo. Lo escuché varias veces antes de ir al concierto, y lo he escuchado otras tantas y a todas horas después de haber ido a la presentación.

51 grados

Finalmente la banda encaraba sin dilación el tramo final del concierto con Estigma, demoledora, y dos temas muy emotivos en los que el optimismo y la crudeza de la vida se presentaban en nuestra imaginación a partes iguales. Sonaban Faro, con la arenga de que todos somos un faro para alguien en la vida, bonita reflexión, y Síndrome, que dedicaban a un amigo presente en la sala y que nos devolvía a la escena el toque más stoner y alternativo de la banda para cerrar un concierto sencillamente fantástico.