La edición de este 2017 del festival Be Prog! My Friend, de manera premeditada o no, se ha convertido en un evento en el que, actuación tras actuación, van cayendo los muros de los prejuicios y las ideas preconcebidas. Y para quien no esté dispuesto a derribarlos, puede que éste no sea su festival.

Una de las muchos muros o barreras que todos tenemos es la de invertir tiempo y esfuerzo en el descubrimiento de nuevos artistas, mucho mayor si aún no se han vuelto mediáticos y nadie habla de ellos (al menos en nuestro país). Muchos festivales tratan de mostrar al público nuevas bandas, pero el radar del Be Prog lo hace con especial esmero y año tras año acierta con bandas de enorme proyección: si en ocasiones anteriores fue el turno de la delicadeza de Iamthemorning (Marjana estuvo también presente este año, aunque esta vez de espectadora) o del poderoso directo de Agent Fresco, este año le tocaba el turno a Caligula´s Horse.

Caligula´s Horse be prog

Los australianos fueron los encargados de abrir el festival, y lo hicieron francamente bien. Su álbum más reciente, Bloom, está repleto de buenos temas: desde Marigold, que inauguró la jornada a Firelight o Rust, que cerró su actuación. Los defendieron con una puesta en escena enérgica, buen sonido y buena actuación de cada uno de los miembros. Sonaron contundentes y las canciones crecieron en directo. Eran los más desconocidos para el público (más numeroso en estas primeras horas que en ediciones pasadas), pero seguro que se llevan un buen puñado de seguidores. Muy grata sorpresa, aunque a estas alturas, cada propuesta del festival es una apuesta segura.

Segundo muro: en un festival temático no cabe nada fuera de ese estilo. Be Prog te pide que abras la mente, que no te cierres a cosas nuevas, porque esas cosas pueden ser maravillosas y enriquecedoras. Como anteriormente con Meshuggah o The Algorithm, como este año con Animals As Leaders.

animals as leaders be prog

Tosin Abasi es un animal de la guitarra, un auténtico guitar hero. Muy pocos pueden decir (mucho menos a su edad) que han participado en una gira como la de Generation Axe junto a Vai, Wylde, Malmsteen y Bettencourt. Su música, una locura. Un álbum como The Madness of Many (top 2016 para Rock Culture) puede cansar a los que no sean amantes del género, pero en directo es otra cosa. En directo estos músicos se crecen. De ejecución perfecta, milimétrica, hizo las delicias de los que ya conocían sus habilidades. A los que no, alguna cara de asombro provocó. Una apuesta arriesgada por parte de la organización, pero una apuesta ganadora a mi entender. El único pero que se le puede poner es que fue algo frío y distante, y en este tipo de conciertos tienes que enganchar al público con algo más (qué bien lo saben Satriani o Vai).

Tercer muro: no aceptar los cambios. Las bandas cambian de formación, o de rumbo, y no hay que culpabilizar a los que se van o menospreciar a los que entran. Y no todo lo pasado fue mejor, sencillamente es distinto.

En su presentación, Mike Portnoy resumió en una frase todo lo que ocurrió en la actuación de su evento Shattered Fortress: “creedme, está en buenas manos”, referido a la música de Dream Theater (o su música, realmente da igual).

Shattered Fortress be prog

Bienvenidos a la edición de los eventos. Portnoy reúne una banda de ensueño para tocar por primera y última vez la 12 Step Suite completa. Y suena como nunca antes lo había hecho (ojo, también he visto a Dream Theater con un Mangini desatado sonando a gloria sin echar de menos a Portnoy). Con los componentes de Haken al frente (la voz de Ross Jennings, brutal), Portnoy deja a todo el público con la boca abierta. El público es conocedor de que está asistiendo a algo único, irrepetible, y lo disfruta como tal. La banda también lo sabe, y lo interpreta como tal. Era una de los momentos más esperados y por supuesto hubo una total comunión entre músicos y público. Un magnífico grupo de músicos que le dieron a la suite una contundencia soberbia, con Portnoy como director de orquesta, pero cediendo siempre el protagonismo a la banda. Un evento a la altura de la propia suite, del que Portnoy puede estar muy orgulloso y del que todos los asistentes hablaremos durante muchos años.

Este crescendo que estamos viviendo actuación tras actuación no puede continuar hasta el final… ¿no?¿seguro?

Cuarto: infravalorar a las viejas glorias.

Reconozco que es un muro con el que choco a menudo, quizás porque me guste más focalizarme en las bandas más jóvenes. Pero aquí llega Marillion para poner las cosas en su sitio.

Nadie podrá decir que son una banda acomodada, de hecho, su último disco F.E.A.R. (otro top en Rock Culture) es una maravilla. Pero sí tenía alguna duda de su puesta en escena (ésta es mi primera vez). La aparición en los primeros compases de Steve Hogarth cantando desde la pantalla de video no me calmó en absoluto.

Pero en cuanto Hogarth irrumpió en el escenario la duda se volvió asombro, y el asombro, fascinación. Frontman peculiar, carismático y elegante; con una expresividad y gesticulación propia y singular. Y con un vozarrón alucinante. Yo de mayor quiero ser igual de joven que Marillion.

marillion be prog

El sonido fue sencillamente perfecto, me resulta difícil recordar una actuación de esa calidad. Rothery se salió a la guitarra, pero es que el bajo también me dejó boquiabierto, igual que la batería. La atmósfera que consiguen crear en estudio la multiplican por mil en directo. Un directo que por cierto basa casi todo su setlist en su último álbum, lo que da muestras de su valentía, libertad artística y filosofía como banda, y de la enorme calidad del disco. Aun teniendo rentas, no necesitan acudir a ellas para convertirse en la mejor actuación de la noche.

Por si fuera poco, la caída de la noche le dio un enorme protagonismo al aspecto visual, con unos juegos de luces e imágenes preciosas. Chapeau.

Y si quieres romper barreras, desechar cualquier idea preconcebida, abrazar el cambio y abrir la mente…llama a Ulver. Apuesta ganadora. Y déjales hacer lo que quieran.

Que una banda con casi 25 años de carrera, que ha recorrido los senderos del black metal, el rock sinfónico, la música experimental, saque un álbum como The Assassination of Julius Caesar, es toda una lección de libertad creativa, compromiso y fe en sus ideas y en su trabajo. El álbum es una puesta al día de la mejor música electrónica de los 90, de una calidad pasmosa. Y si encima lo defienden en directo con un show como el de esa noche, la lección es magistral.

Ya con el montaje del escenario se veía que aquello iba a ser muy especial: mucha actividad, técnicos montando luces, una batería en la parte izquierda del escenario, unos timbales a la derecha, teclados, Macintosh…

Rygg y los suyos salen al escenario, una potente batería empieza a tocar Nemoralia, comienzan los juegos de luces de los láseres. Todos los presentes (público por cierto muy numeroso a pesar de la hora) estábamos alucinando: ahí tienes a varios centenares de proggers bailando con una de las mejores propuestas electrónicos que he visto en mi vida (incluso un tal Cavanagh se colaba entre el público a admirar de cerca aquel espectáculo). Los láseres forman un manto sobre las cabezas de los músicos con el que pueden jugar a su antojo. La combinación de los timbales y la batería junto a los elementos electrónicos y un sonido perfecto logra una atmósfera única. La delicadeza de las melodías junto a los enérgicos ritmos electrónicos. La voz de Rygg es colosal, adaptándose a lo que cada tema pide. Rolling Stone supone uno de los grandes momentazos de la actuación, preciosa melodía con la que es imposible no dejarte llevar.

A pesar de la hora, a pesar del cansancio, Ulver hubieran sacado a los muertos de su tumba. ¿En qué festival estamos? Da igual. Olvida todo lo que un día fue, olvida lo que crees que debería ser, aquello en lo que crees que debería convertirse, y disfruta del espectáculo. Porque lo que Ulver está dando es un show que no olvidarás jamás, y que no volverás a ver en muchos años. Y todo centrado en el último álbum, que tocaron al completo, toda una declaración de su forma de entender la música: “oye mira, ahora hacemos esto, ¿a que mola?”. Respect.

En lo que pareció tan solo un instante, llegamos a un inolvidable final con una jam de 20 minutos sobre el tema Coming Home. Por mí que esto no acabe nunca.