La banda británica Enter Shikari volvió a Madrid después de bastantes años sin ofrecer un concierto en sala en la capital —su última visita fue en el Download Festival de 2019— con un directo en la Sala Wagon (Labclub) que reafirmó su reputación como una de las bandas más versátiles y energéticas del panorama alternativo. La cita, enmarcada dentro de su gira europea, contó con la joven artista estadounidense DeathbyRomy como invitada sorprendiendo con su propuesta contemporánea a la mayor parte de los asistentes.
Evento: Route Resurrection 2025: Enter Shikari + DeathByRomy Recinto: Sala Wagon (Lab Club)- Madrid Fecha: Jueves 06 de noviembre de 2025 Promotor: Resurrection Fest Redactor, Foto y vídeo: Manu Hernández
Con más de 1 hora de retraso por problemas con la tensión eléctrica de la sala, que casi termina por impedir la celebración del concierto, la remozada Sala Wagon (antes conocida como Sala Macumba) abrió sus puertas para los centenares de fans de Enter Shikari que llevaban muchos años deseando que llegara esa noche.
Nos encontramos al cuarteto de Los Angeles, DeathByRomy, aún probando sonido, lo que demoró aún más de 15 minutos el comienzo de su actuación.
Finalmente, con apenas parafernalia y con una entrada en escena bastante humilde al son de una intro que consistía en una versión particular del famoso California Dreamin’, dieron comienzo a su show con más de media sala llena.
DeathbyRomy calienta la noche
Con una pose irreverente, diversos tatuajes por todo el cuerpo como marca el estilo visual de los artistas de Trap, y cables enredados a lo largo de sus piernas, la tímida Romy Flores, vocalista y compositora del proyecto, entró poco a poco en calor junto a su banda, igualmente alternativa en su estética y compuesta por las también jóvenes Jayden Hammer (guitarra), Cheska Zaide (bajo), y Max a la batería.
Su propuesta —un Pop oscuro emparentado con el Trap, pero con mucho de Industrial Goth y Alt Rock— caló con fuerza en el público que ya había tomado posiciones para ver de cerca a Enter Shikari y fueron ganando enteros a medida que iban llegando el resto de asistentes.

Desde el primer minuto de su set de 45 minutos aproximadamente, fueron transitando entre atmósferas íntimas de fuerte contenido introspectivo, enmarcadas en un sonido más guitarrero de lo que se aprecia en sus trabajos discográficos, y la dosis de Trap que se deja entrever en las bases rítmicas de algunos temas. Predominó en ciertos momentos la actitud sexy y provocativa de una Romy que fue perdiendo la timidez a medida que avanzaba el concierto, haciendo honor a la esencia salvaje de sus letras, a pesar de algunas sonrisas inocentes que denotaban a partes iguales que es una artista algo introvertida y que al mismo tiempo estaba muy feliz de ver su proyecto lucir ante un buen número de público. La banda al completo se mostró en todo momento estar haciendo lo que les gusta, incluso con cierto aire ingenuo, y eso se transmite al público con toda la autenticidad que conlleva.

Decir que vocalmente Romy Flores es bastante versátil, pues detrás de esta joven artista, poco conocida por estos lares, se esconden varios registros, desde un tono bajo que encaja perfectamente con efectos vocales industriales, hasta partes melódicas o guturales agresivos, pasando por momentos de lírica en clave de Trap. Definitivamente, tras esa imagen de diva millennial Emo/Gótica se esconde una gran vocalista que encaja a la perfección con varios estilos actuales, como así lo ha demostrado en temas colaborando con otros artistas y de lo que hizo gala en toda la noche, al margen de algunas pistas vocales pregrabadas que no sirven más que para que la banda suene lo más parecida al disco. Un elemento que no sólo se vio y repitió en la parte vocal sino también en la instrumental, dejando a veces cierta sensación de playback que no deslució para nada el espectáculo. Y es que no estábamos precisamente en un concierto hecho por y para puretas.
Algunos momentos destacados de su actuación fueron, por ejemplo, esa pequeña coreografía de uno de mis temas favoritos, XXXhibitionist, la imagen tan «rockera» de Romy megáfono en mano para interpretar la voz con efecto en Little Dreamer, que desafortunadamente no pude captar con mi cámara al estar ya fuera de foso, o el preludio de Guerra con un «Fuck Trump, fuck Putin, free Palestine» jaleado por todo el público. Mención especial para Hellhound, temazo en el que Jayden dejó la guitarra y agarró el micro para marcarse un Rap emulando de manera muy solvente a la voz en estudio a cargo de Jazmin Bean.
Con una inmensa mayoría de público que no debía conocer a la banda, por lo que se percibió al principio del concierto, acabaron en gran parte sorprendidos por la solvencia y carisma de su actuación, que fue creciendo en intensidad hasta facturar su último tema del set, una grandiosa Pray To Me que dejó a la sala lista para el momento más deseado de la noche.
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Enter Shikari o la más pura energía positiva encima de un escenario
Lo mío con Enter Shikari es una historia de amor a primera vista, y al mismo tiempo una pasión tardía. No recuerdo cuándo ni con qué tema, pero seguramente fuese con Sorry You’re Not a Winner (típico) y alrededor de 2010, con lo que ni por mi edad ni por la eclosión de la banda en la escena del Post-Hardcore (luego aclararé esta dudosa etiqueta) a principios de la década del 2000 no se puede decir que yo haya crecido con la banda.
Como decía, estos 4 (ya no tan) chavales, hace unos 20 años entraron con fuerza a comienzos de siglo cuando se empezó a poner de moda el Metalcore y todos los derivados del Hardcore, de ahí lo de Post-Hardcore, aunque lo suyo pronto derivó de un Metalcore rudimentario a algo mucho más experimental y diverso. Su estilo con temas vertiginosos que en pocos minutos pueden pasar de una melodía Pop a sonoridades más metaleras y de repente estallar en una fiesta electrónica fue lo que me conquistó de primeras.
Y esto es precisamente lo que esperaba el público que vino a verlos en Madrid, en su inmensa mayoría gente que pilló ese nacimiento de la banda cuando ellos estaban en su adolescencia. Y ya se sabe que lo que nos marca en la adolescencia no se olvida nunca, y cuando se revive no hay nada igual.
Pero la grandeza de Enter Shikari es que tienen un presente brillante musicalmente, basado en un pasado revolucionario como hemos comentado y un futuro que es un libro abierto. La banda originaria de St. Albans (Reino Unido), puede presumir de no haber tenido nunca fisuras, porque hasta para experimentar con proyectos paralelos han preferido hacerlo ellos mismos sin buscarse otros compañeros de viaje, como el más destacado caso de Shikari Sound System, su alter ego donde los mismos cuatro miembros de la banda explora esa pasión con la Electrónica que les une durante ya 25 años.
Y se dice pronto. 25 años desde su fundación y son una banda joven.
Volviendo a mi historia con ellos. Tras un par de años disfrutando con esos primeros trabajos tan alternativos y enérgicos, mi primera, y hasta ahora única ocasión de haberles visto en directo fue en el Sonisphére de Getafe en 2012. Vinieron presentando aquella flipada de tercer disco que fue A Flash Flood of Colour y no recuerdo haberlo gozado tanto en muchos conciertos a lo largo de mi vida.
Habiendo contextualizado mi relación con la que puedo decir que es una de mis bandas favoritas de los últimos 15 años, y a los que espero disfrutar otros tantos más, allí los tenía de nuevo y, dada mi condición esta vez de reportero gráfico y redactor, con una cercanía que en aquel entonces tan sólo podía soñar. Pero hablemos del resto de presentes. Desde aquel Sonisphere de 2012, los británicos habían vuelto a España, pero mayormente en festivales; por tanto, el hecho de verlos en sala, en un formato tan “íntimo” para lo que son ellos, añadía mucho peso al evento. Desde la larga espera en la cola de entrada se palpó que el público eran “shikari-fans de toda la vida” y el ambiente tenía esa dualidad: nostalgia de adolescencia de los más afortunados en haberles seguido la pista desde el principio y la celebración del ahora donde teníamos ante nosotros a la máquina híbrida de Rock-Electrónica que son hoy.
La banda lo captó nada más salir a escena: Rou Reynolds como maestro de ceremonias inigualable, un tipo que vive cada minuto como si fuera el principal protagonista de la fiesta -y lo es, de hecho-, Batten, Clewlow y Rolfe como cómplices de esa energía, todos ellos sonriendo al público al mismo tiempo que denotaban la experiencia que dan los años.

El setlist, a falta de algunos pocos temas que lo hubieran hecho redondísimo para los insaciables seguidores que van más allá de los principales hits, fue un buen resumen entre lo «viejo» y lo nuevo.
Arrancaron con Bloodshot y Rou marcándose los primeros pasos de baile como el buen raver que lleva dentro. Desde el primer momento había caras de éxtasis y alegría entre el público y no tardaron en haber algunos crowd-surfers. En el escenario Rou al micro con la energía a tope, gesticulando invitando al público a seguirle. Chris Batten en el bajo se ocupaba también de las percusiones que la banda lleva atrás para dar más energía a los precisos golpes de Rob Rolfe en la batería. Como siempre a su aire, un risueño Rory Clewlow se mantenía en su sitio haciendo que su guitarra, siempre sutil en el sonido de la banda, transmitiese ese punto justo (y tan necesario) de Rock y Core que les caracteriza.
Con The Dreamer’s Hotel dieron continuación al fantástico espectáculo de luces y pantallas led que pudimos disfrutar toda la noche, Rou como un predicador frenético explotando su vena más Punk, pidiendo palmas, generando esa comunión adolescente-adulto que caracteriza los shows de Enter Shikari. Y de repente, Anaesthetist, uno de sus temas más icónicos para mí, donde la letra y el tono oscuro del tema casan a la perfección con el fraseo Rap y la base perfectamente llevaba a cabo para luego descargar ese estribillo frenético que contrasta con los coros de Batten, siempre en clave de Pop-Rock ochentero, otra de las señas características de la banda.

Live Outside nos transportó a otra dimensión gracias a esas sonoridades y coros más amables, sin duda influencia del legado Beatles y Queen, tan presente en las bandas de Rock británicas, para seguir en la órbita de Rock fresco y alegre de Satellites* *, que fue la antesala perfecta, por la fluctuación de picos de energía, para un temazo como THE GREAT UNKNOWN, así en mayúsculas desde que fue publicado en su disco Nothing Is True & Everything Is Possible, y del que es sin duda uno de sus mejores temas. Gran muestra de la madurez compositiva de la banda sin dejar nunca de lado su gusto por la electrónica densa y a la vez bailable, y el Rock/Metal que nos toca la fibra y nos hace movernos como locos.
Y justo para saciar el hambre de esto están temas como Juggernauts, que hizo enloquecer a todo el mundo más aún rememorando tiempos mejores, o al menos donde todo en la vida era o parecía menos complicado. Con It Hurts volvió la faceta más madura de los de St. Albans, con el equilibrio entre Rock y Electrónica, intensidad y melodía, y el siempre trabajado juego de voces entre Reynolds y Batten. Maravilloso.
Entramos en la fase del concierto donde todo se nos fue de las manos. Arguing With Thermometers, Destabilise y Sssnakepit fueron los momentos de más locura, brazos en alto y gente surfeando entre la masa de público. Y como Rou Reynolds es antes que músico un fan de la música no quiso ser menos y se metió hasta la cocina para cantar en medio de su gente y sentir su calor de verdad. Los momentos que todos habíamos esperado estaban sucediendo aquí y ahora.
Volvió la mesura y las orquestaciones más clásicas con Jailbreak, pero duró poco porque la locura futurista de Rabble Rouser volvió a apoderarse de nuestros cuerpos para enfilar la recta final ya casi sin respiro.
Esa pieza de Dubstep adictivo que es Havoc B dio paso al pico más alto de energía de la noche donde todos y todas vibramos en la misma sintonía, con un juego de luces y un sonido espectacular, para batir palmas y gritar a todo pulmón «Sorry you’re not» y «What have you got» con la deseadísima Sorry You’re Not a Winner que a mitad de interpretación se transformó en su versión Pendulum Remix (otra banda icónica del Electro-Rock que recientemente volvió a nuestro país y se me escapó verles). Por momentos como ese es por lo que no me puedo desenganchar de esta droga que es la música en directo. Fue verdaderamente emotivo y una recarga de pilas importante.
The Last Garrison fue la elegida para despedirse de nosotros antes de los bises, otro temazo maduro de mitad de su carrera donde nos demuestran una vez más la variedad de registros sonoros de los que son capaces, ya no sólo en su música, sino en un mismo tema. Lo repito y no me canso: NO HAY BANDA QUE SE LES PAREZCA.
Tras un brevísimo descanso, vuelta al escenario y descarga final con los bises: Meltdown, otra de las míticas para partirse el cuello y gastar suela de las zapas sin parar de moverse, y A Kiss for the Whole World, que como título sirve de despedida cariñosa, dejando un aroma entrañable en el ambiente, pero que no es quizás de mis favoritas. Tiene una vez más ese aire orquestal de sus trabajos más recientes con esa instrumentación de viento, y da título a su último trabajo de 2023. Así que visto de esa manera, me pareció una buena despedida y una puerta a lo que debe venir dentro de no mucho, que es su octavo disco, si siguen la media de lanzamientos cada 2 o 3 años.
En resumen, la noche del 6 de noviembre en Madrid fue, para Enter Shikari, una vuelta a un lugar que les acogió como si fuese su casa en España con sus fieles entregados a la ceremonia de la música en directo y un setlist que equilibró pasado, presente y futuro. En conjunto, el comportamiento del cuarteto fue el de una banda veterana que no olvida sus raíces Punk/Metalcore pero que ha incorporado una fuerte Electrónica y cierta teatralidad a su directo, sobre todo gracias a un gran trabajo audiovisual. Pero no todo es efectismo y energía, también hay ideología, y mucha, en las letras de una banda que tiene en su vocalista a un verdadero líder que vence y convence sobre el estrado. La banda británica se reafirmó como referente mundial de bandas de Rock Alternativo Crossover con otros sonidos e inundó la sala de esa mezcla de nostalgia adolescente y energía contemporánea que nos proporcionó un directo que no solo se vivió, sino que se recordará. Mención especial a DeathByRomy que también nos conquistaron con su atrevida y eléctrica propuesta de Rock Industrial oscuro y emocional, muy apto para las generaciones más jóvenes que no se cierran a escuchar sólo Rock y Metal en sua vertientes más convencionales.



































