havalina murcia

Tenía que volver a verlos. Para mi es siempre una cita obligada ir a ver a Havalina si tocan cerca de donde vivo, por muchas veces que los haya visto anteriormente… Y mi curiosidad esta vez estaba reforzada al no saber muy bien cómo iban a defender las canciones de su última y espacial obra: Muerdesombra. Y no me decepcionaron, no: todavía sigo transitando por las órbitas a las que me trasladé junto a ellos la noche del 28 de Abril en Sala REM de Murcia.

Manuel Cabezalí es un tipo al que admiro profundamente. Talentazo aparte, se le nota un tío sincero y sin pose. Los que practicamos el arte de mostrarnos tal como somos lo detectamos en seguida. Y conectamos.

El concierto comenzó con la intro de Abismoide, con una voz en off pre-grabada similar a las utilizadas en algunos teatros y con las que nos avisan que el concierto va a comenzar. Nos recomendaba acomodarnos y también nos agradecía haber venido y apoyar “la música inquieta y sincera”. Esta introducción ya dice mucho de ellos: esto no es un concierto al que hemos venido a bailar a golpe de bombo machacón. Es una propuesta musical que requiere que el público también se involucre. Ya sólo con este detalle, me quito el sombrero por ellos.

Y Abismoide propiamente dicha ataca sonando apoteósica. Desde el minuto cero empezamos a hacer un viaje con ellos que durará más de dos horas. El sonido es increíble. La batería suena estruendosa, el bajo te golpea en el pecho, las guitarras y los teclados parecen sacados de otro planeta, y la voz suena clara y precisa. No puede pintar mejor.

havalina murcia

El rasgueo de guitarra da la entrada a Más velocidad. Jaime Olva deja el bajo para tocar los teclados. Este es el aspecto que más curiosidad me generaba. Havalina sigue siendo el power trío con el sonido atronador y guitarrero que conocimos, pero han incorporado (con muchísimo éxito y buen gusto) dos teclados en los que Manuel y Jaime se van alternando. Órbitas suena limpia y precisa. Insisto en que el sonido es perfecto. Cabezalí nos dice que están “presentando las canciones de su último disco y algunas versiones”. Cuando tocan Punto de reconciliación, del largo Las hojas secas del año 2010, entiendo lo que ha querido decir. Han adaptado la canción a su nueva sonoridad, más espacial y efectista. Continúan con Objetos personales, del mismo disco. Esta vez Jaime toma el bajo y suenan más fieles a la canción original. El espíritu de Parálisis Permanente se apodera de ellos con Un reloj de pulsera con la esfera rota y yo ya pego mis primeros botes. Le precede Donde, también de Islas de cemento. Este tipo de “riffs losa” son los responsables de que tenga las cervicales tan castigadas. Aquí suenan más sucios , recordándonos que la simpatía que han procesado siempre por el fuzz no la iban a dejar de lado.

Tras este pequeño periplo por anteriores discos, volvemos a la órbita principal de MuerdeSombra con Nacidos de la bruma y Lazos rotos. Por deformación profesional, siempre exalto la importancia de que una banda tenga su propio técnico de sonido. Siempre insisto en que es un miembro más de la banda. Havalina es un clarísimo ejemplo. Suenan efectos de delay, reverb y chorus por todas partes, todo calculado al milímetro. Se nota la formación técnica de Cabezalí al respecto, quien elogiará posteriormente la magnífica labor de Isaac Rico, el técnico de sonido de la banda. Y no es para menos. Verlos y escucharlos en directo es un festín sensorial en el que me quedaría a vivir.

havalina murciaY llega lo que es para mi el punto álgido de su último disco. Tocan Alta tormenta, tema que dividen en dos partes en el disco y que no tiene sentido tocar una sin la otra. La primera avanza lentamente al son de la contundencia de la batería de Javier Couceiro, que nos transporta literalmente hacia donde a él le da la gana. Flotamos con ellos suavemente por las estrofas hasta que estalla el estribillo instrumental, con un riff de guitarra superlativo y con una actitud que haría votar hasta a Tom Morello , Brad Wilk y Tim Commerford. “Han venido a jugar”, reza la canción. “Las piezas encajan a la perfección”. Pues ya te digo. ¡Y a mi me parece sublime! Prosiguen con la segunda parte. La complicidad y el feeling que desprenden es absoluto. Y se les ve felices, lo cual nos lo transmiten. Los ensordecedores aplausos del público al terminar esta parte del concierto dan cuenta sobre la barbaridad a la que estamos asistiendo. Atacan con Malditos mamíferos, acabando con un loop en la voz de Manu realmente interesante, que enganchan, de forma sorprendente, con una nueva versión de Imperfección, primer tema del disco de mismo nombre que publicaron allá por el 2009.

Manu cambia de guitarra, lo ha hecho ya 4 o 5 veces. Cada una afinada de forma diferente. Llega el turno de su G&L Tribute modelo “telecaster” para, a golpe de fuzz y riffaco, taladrarnos la cabeza con la stoner Viaje al sol. Este fugaz tema contrasta con el siguiente, pues es el turno del emblemático Incursiones, tema que alargan con improvisaciones de hasta 15 minutos mínimo. Es el tema por el que los conocí, y seguramente la mayoría de los asistentes, por eso lo tratan con tanto mimo. Tras el mismo, agradecen a la sala REM el trato recibido, nos recuerdan que en Murcia “tenemos una joya” con esta sala – lo cual certifico sin ninguna duda -, agradecen la labor de su técnico Isaac Rico, y la ejercida ese día por Elsa, cantante de los murcianos Le Mur, en la zona de merchandising, a los cuales está pre-produciendo y de los que Manu luce una camiseta, gesto que definitivamente le honra.

 

Los sonidos sintéticos de la percusión abren Trópico fantasma. El viaje llega a su destino. Con esta calmada canción, cuyos teclados me recuerdan mucho a Ultravox, terminan el concierto; no dejándose ningún tema de MuerdeSombra en el tintero. Se van del escenario para volver en seguida a atender las ganas de que toquen algo más. Comienzan los bises con la oscura Norte, de mi disco favorito de ellos H. Prosiguen con una nueva versión de Sueños de esquimal. Y  dejan para el final toda una sorpresa que creía que no iba a escuchar más: El estruendo. Es un tema que tocaban con Ignacio Celma, antigüo bajista del grupo, y que prácticamente lo cantaba él entero, con los coros de Cabezalí.  Me alegro mucho que la hayan recuperado pues es uno de los mejores temas de su ya abultada colección de temazos. Imposible dejar más alto el final del concierto, y más cuando acaban con una brutal improvisación en la que Cabezalí utiliza su monitor como slide. Gigantes. ¡No podemos para de aplaudir!

Hace poco tiempo leí una entrevista a Manuel Cabezalí en la que el periodista le insinuaba que, dentro de la sólida base de seguidores con la que cuenta Havalina, no se encontraban los programadores de festivales de este país, ya que él a los mismos – a los festivales-  los llamaba “fast music”. Él respondía, con mucha naturalidad, que quería que se le quisiera por lo que es y que por eso decía lo que pensaba. Gente como Havalina, situados exactamente entre el  indie y el  rock metal nacional – a veces tan anodinos los primeros como anquilosados los segundos-  son el tipo de banda que nos hacen falta. Y ya que nos agradecéis tan amablemente la atención prestada, sólo me queda deciros que se os quiere exactamente por lo que sois.