Crónica Sonic Blast ‘24 l As loud as possible
La playa de Ancora se convirtió en la meca del buen gusto, pues fue el escenario que dio lugar a uno de nuestros festivales favoritos: Sonic Blast. Este pequeño festival enfocado en el rock psicodélico y el stoner más frenético, celebró su XII edición los días 8, 9 y 10 de agosto.
Un festival que desde Rock Culture estabamos ansiosísimos por presenciar, pues el cartel de este año pintaba inmejorable. Además otro de los puntos fuertes de este festival, más allá de la música son tanto su localización como su organización. Ubicado en un pequeño pueblo costero del norte de Portugal prácticamente fronterizo con las terras galegas. Una ubicación que no solos nos ha permitido disfrutar de una buena inyección de psicodelia y Super Bock, si no que además pudimos gozar de un fabuloso camping entre la vegetación costera, la playa y un bucólico río que atraviesa el follaje bajo las vías del tren.

Como decimos, el cartel de este año parecía que lo habían diseñado pensando en nosotros, porque no tenía ningún desperdicio. MДQUIИД, Viagra Boys, High On Fire, The Obsessed, Slift, entre otros sobre el mismo escenario prometía diversión y locura asegurada. Y desde luego que así fue. Desgraciadamente se cayeron JJUUJJUU y Front Home a un mes de dar comienzo el evento, pero los organizadores supieron subsanar el traspiés sacando al ruedo a la banda de post-punk norirlandesa, Enola Gay.
En cuanto a la organización del evento desde nuestra más honesta opinión, no pudo ser más impecable. La localización del recinto donde se encontraban los escenarios, estaba a escasos cinco minutos a pie tanto de la playa como del camping. Prácticamente sin aglomeraciones a la hora de canjear los tokens o de pedir en barra. Asimismo, la ejecución del line-up fue en la mayoría de los casos extraordinariamente puntual. En cuanto a la disposición del recinto, estaba organizado con dos escenarios principales donde tuvieron lugar la mayor parte de los conciertos, a excepción de los conciertos que abrían y cerraban cada día el festival, que se desarrollaron en un tercer escenario de menor dimensión.
DÍA 0
Arrancamos con la pre-party a la que desgraciadamente no pudimos asistir, pero consideramos importante mencionar ya que el warm up es un momento único de este festival, ya que promueve el sentimiento de comunidad que tanto valoramos los que habitamos en las sombras de lo underground. Un momento del festival que se tiñe de una atmósfera más cercana y familiar pues aún no han llegado las cohortes de gente. Un día especial que el festival aprovecha para dar visibilidad a un gran número de grupos emergentes del panorama. Son este tipo de detalles, los que hacen que el Sonic Blast esté, para nosotros, en otro nivel. La pre-party fue defendida por BØW, Spitgod, Saint Karloff y Branca Studio Dj Set. Tristemente Daily Thompson, quienes iban a ser los encargados de abrir el evento, se cayeron en el último momento.
Un festival que no está ideado simplemente para entretener con música de fondo, sino que está organizado por y con el público, donde los espectadores tenemos derecho de contribución al maravilloso collage sónico que aguarda bajo el line-up.
DÍA 1
Ahora sí, arrancamos con el día I. Para los que no tuvimos la suerte de presenciar el torbellino de riffs del día anterior, nos toca ubicar la tienda en el camping, usando el 100% de nuestras neuronas y el poco instinto de supervivencia que la vida urbanita nos deja conservar. Con nuestras acreditaciones resueltas y unas pocas cervezas después para ir entrando en sintonía, nos preparamos para ver a uno de los grupos que más ilusión nos hacían: Maruja (a los que ya le hemos dedicado algún que otro párrafo en artículos anteriores).

El post-punk jazzero de los mancunianos fue el encargado de estrenar el main stage 1. Un poco desafortunada la hora (16h). Sin embargo, eso no frenó la catarsis sonora de la banda. Fueron una auténtica tormenta eléctrica. La banda abrió con uno de sus últimos singles The Invisible Man, consiguiendo que el público enloqueciera desde el primer momento. Si algo se puede afirmar de manera fehaciente es la energía que trasmiten, que nos hizo botar como locos a todos haciendonos olvidar el intenso sol de media tarde. Uno de los directos más vibrantes a pesar de la ausencia del saxofonista Joe Carroll, uno de los corazones de la banda. Sin lugar a dudas los jóvenes británicos saben transformar toda la rabia en algo espectacular. Intentaremos verlos nuevamente, aprovechando que están de gira.
La fiesta para nosotros continuó en el main stage 2 con más post-punk británico de la mano de los norirlandeses Enola Gay, que llegaron para suplir de última hora a Home Front. Fueron un descubrimiento francamente sorprendente. No dejaron pasar la oportunidad para apoyar a la liberación del pueblo palestino sacando timidamente su bandera.
Les siguieron uno de los puntos fuertes de la velada, Black Mountain, que ya es mucho decir teniendo en cuenta lo que se avecinaba. Los canadienses nos trajeron un poco de calma después del torbellino energizante de las anteriores actuaciones. Una experiencia hipnotizante que rozó lo religioso. Un rock psicodélico que gracias a la voz calmada de Amber Webber y el teclado de Jeremy Schmidt, al que algunos denominan como Wizard Synth, consiguieron embelesarnos convirtiéndonos prácticamente en sus feligreses.

El despertar llegó rápido con la performance de los portugueses MДQUIИД, otra de las bandas que esperaba con entusiasmo. Solo puedo decir, que superaron con creces las expectativas. Desde luego supieron poner de patas arriba el recinto combinando elementos de música industrial (sin necesidad de usar synth) y desafiando los límites del fuzz con riffs llenos de adrenalina. Unos ritmos de lo más catárticos que invitaba a todo el público a no parar de bailar como si hubiésemos sido imbuidos por el baile de San Vito. Les aguardo un muy buen futuro a los jóvenes lisboetas.

La fiesta se mantiene alta, pues llegan Viagra Boys, los suecos más descarados cerrando la tripleta post-punk. Uno de los conciertos más divertidos donde Sebastian Murphy, aprovechó el intervalo de cada canción para sacar a relucir todo su carisma con la que consiguió sacarnos una sonrisa con sus particulares comentarios irónicos a modo de interludio entre temas, y sus continuos bailes comparables a los movimientos que hace primo chico cuando le da un subidón de azúcar. La actuación culminó con una extravagante y caótica improvisación instrumental, la cual puso de manifiesto lo increíblemente talentosos que son.













