Ya lo decía hace algún tiempo, el anuncio de lo nuevo de Depeche Mode ya me daba cierto escalofrío, y efectivamente un frío intenso es lo que me ha recorrido el cuerpo con el paso de este espíritu.

No es una crítica gratuita: Depeche Mode es la banda de mi vida. No recuerdo las veces que les he visto en directo, las centenares de veces que he escuchado cada disco, la cantidad de material de importación que he ido consiguiendo con los años, la avidez con la que he devorado documentales, entrevistas, reportajes…Así que me reservo este pequeño espacio para mi personal pataleta.

Fieles a su cita desde hace 7 álbumes, Depeche Mode lanza un nuevo trabajo a los cuatro años del anterior. En 2017 ya tocaba, y por fin tenemos en el mercado Spirit, catorceavo trabajo del ahora trío.  ¿Qué me ha parecido? Uno de los más flojos de toda su carrera.

Unas semanas atrás lanzaban el single de adelanto, Where´s the revolution? Pues ni se la ve, ni se la espera. Curiosamente muestran una faceta algo más política, y vemos a Gahan que desde su atril pregunta directamente a los oyentes dónde está la revolución, mostrándose algo decepcionados con su apatía y sumisión. Ejem. Pudiera parecer una temática de una banda rock o grunge, pensada para el directo, para despertar al público y sacar su lado más revolucionario e indignado, y hacerles saltar y cantar al mundo sus lemas antisistema, pero no, no es el caso. Como su predecesora Heaven (el single de adelanto del anterior trabajo, Delta Machine), parece un tema que vaya a ir avanzando poco a poco, que vaya a ir creciendo hasta alcanzar en algún momento un punto épico, pero no, termina antes de despegar siquiera. You´re letting me down. Parece que va a ser difícil subirse a este tren. Y no sólo eso, encima es una de las mejores de todo el trabajo.

 

Las bandas cambian, las personas cambian, cambia su forma de entender la música, sus motivaciones, sus gustos, sus intereses. Y en ese camino un grupo pierde unos fans, aquellos a los que sólo les gusta una etapa anterior (además de que suelen acusarles de haberse acomodado o prostituido), pero gana otros, aquellos que abrazan el cambio y lo consideran valiente, o sencillamente les gusta esa nueva etapa (puede que la anterior no). Y precisamente a mí me gusta ver esa evolución en un músico, el cambio no me provoca ningún rechazo de entrada, al revés, lo valoro enormemente.

Y Depeche Mode son unos maestros en el cambio. Siempre evolucionando, buscando nuevos sonidos, marcando tendencia, rompiendo tabúes. Pero, sinceramente, dudo que nadie se enganche a ellos gracias Spirit, Delta Machine o Sounds of the Universe. Y si hubiera alguien que sí lo hiciera, me gustaría conocerle, quizás me cuente el motivo y me pueda ayudar a apreciar algo que por el momento se me escapa. Ojalá me equivoque, pero mucho me temo que en sus próximos directos veremos cómo el público deja pasar las nuevas canciones mientras hablan o suben fotos cuquis a las redes sociales hasta que comiencen a sonar los temas clásicos y se vuelquen con ellos. Y eso que cuentan con uno de los públicos más fieles que he conocido nunca.

Volvamos a Spirit: el álbum es un conjunto de canciones con mucho potencial, como casi todo lo que escribe Martin Gore, pero que una vez terminadas se quedan en temas que parecen haber perdido su garra por el camino, dando la sensación otra vez de ser canciones inacabadas, casi una colección de demos, volviendo a echar de menos el trabajo final de Alan Wilder.

Me resulta muy curioso que una banda caracterizada por romper las reglas que ellos mismos se habían impuesto (if you want to use guitars…use guitars!) se “pierda” en la regla de no repetir nunca un sonido. Muy respetable, pero creo que el resultado les debería hacer replantearse alguna cosa. Spirit abarca muchos sonidos, desde el folk a las bases drum & bass, pero el resultado es algo caótico e inconexo, sin transmitir en ningún momento la idea de ser una obra completa o querer mantener alguna línea o sonido común durante todo el trabajo, sólo 12 canciones publicadas en el mismo momento.

Gahan alcanza una cierta madurez como compositor, con Poison Heart como pieza destacada. Martin sigue haciendo buenas composiciones, como el single de adelanto o Scum, pero el resultado final no alcanza lo que se espera de ellos. Me reitero en que Scum, en manos de Wider, hubiera terminado siendo algo muy distinto, y muy superior. Buena prueba de ello es el esperado “momento Gore” de cada trabajo, donde Martin siempre nos muestra su lado más personal, componiendo y cantado un tema lento en el que da salida a toda su sensibilidad y siempre acaba convirtiéndose en todo un himno con enorme protagonismo en los directos (Home, I Want You Now, Somebody, y un largo etc.). Eternal es aquí ese momento, recordando mucho al sonido de la versión original de Enjoy The Silence, Harmonium (que todos conocemos en qué la convirtió Wilder), pero se queda en un momento menor, casi más propia de uno de sus trabajos en solitario que de uno de Depeche Mode.

También en las letras Spirit se queda muy lejos de anteriores trabajos. Tras un pretencioso halo de letras políticas y con cierto grado de madurez, en el fondo los mensajes no dejan de ser sencillos e inocentes. Cuando World In My Eyes es una de las canciones que recuerdo en las que rebosa más sensualidad, You Move se queda a años luz, un vano intento de repetir fórmulas pasadas.

Quizás el peor crimen, o a lo mejor el único, es haber sacado un álbum sólo porque tocaba, un álbum con el que justificar una nueva gira (hoy por hoy es en el directo donde Depeche Mode son reamente enormes), y no realmente porque tuvieran cosas que decir, porque tuvieran material de la suficiente calidad como para seguir aumentando su leyenda.  Por cierto, ¿os habéis fijado en cuantas fechas hay anunciadas en nuestro país?