Crónica: Devin Townsend en Madrid
Devin Townsend es una referencia, un icono, el Rey Midas del progresivo y así lo demostró en su actuación madrileña en la sala La Riviera. El canadiense aterrizó en España para ofrecer dos conciertos (en Barcelona y en la capital) y Rock Culture estuvo presente en este último. Pero antes de hablar de su actuación, hay que mencionar a los artistas invitados que abrieron la noche para él.
Fixation
La primera en plantarse en el escenario fue Fixation, una formación noruega que impresiona con su capacidad escénica y que dejó a los primeros asistentes que llegaron a la sala boquiabiertos. Quizá sus composiciones fueron las que más se acercan al mainstream, por su sonido pegadizo y sus estribillos melódicos-facilones, pero la realidad es que son especialmente efectivos, suenan muy compactos y saben como meterse al público en el bolsillo. Abrir un escenario como el de Townsend nunca es fácil y ellos lo hicieron con sobresaliente.
Klone
Una vez concluida la escasa media hora que recibió y cumplió Fixation, le llegó el turno a la veterana banda de progresivo Klone. Aunque reconozco que esperaba al grupo francés como agua de mayo, la verdad es que me terminó decepcionando. La actuación del combo galo fue mala, no. Sin embargo, resultó monótona y especialmente fría y más si tenemos en cuenta la descarga impresionante efectuada por Fixation unos minutos antes.
Klone cumplió, pero no mucho más y los asistentes les recibieron y despidieron con el mismo entusiasmo moderado. Una pena, ya que estoy convencido de que los galos tienen mucho más que ofrecer y, en esta ocasión, se quedaron a medias.
Devin Townsend
Tras los dos conciertos de arranque, Townsend y los suyos aparecieron sobre el escenario. La sonrisa y el entusiasmo del cantante y virtuoso guitarrista hacían presagiar una gran noche… y así fue. El canadiense vino a Madrid para presentar en directo su disco Lightwork y así lo dejó patente en su setlist, en el que fue esparciendo temas de su último esfuerzo. Abrió la noche con Lightworker y concluyó con Call of the Void (realmente la noche se cerró con Love, de su época de Strapping Young Lad), incluyendo igualmente temas nuevos como Dimensions y Heartbreaker.
Sonaron himnos como Bad Devil, Truth o Spirits Will Collide, que fueron recibidos con muchísimo entusiasmo, pero lo mejor de todo fue la relación del artista con su público. Los allí presentes no pueden ser denominados como simples seguidores, los townsenders (como yo les he bautizado) son una especie aparte, que entiende la música como lo hace el canadiense y que adoran cada una de sus notas, giros y versos cantados.
Townsend no sólo conoce a su público y le agradece su pasión, sino que además la potencia con interacción constante, mediante chiste, historietas y pequeños guiños durante la interpretación de sus canciones. Un 10 para Townsend y otro 10 para los townsenders.