Sara Zozaya, un artista difícil de definir, fácil de conocer.
Sara gracias por tu tiempo y tus palabras, da gusto descubrir cosas tan especiales como tus proyectos, empezamos si te parece.
Empezaste con el acordeón, luego abrazaste la guitarra, los teclados y la electrónica. ¿Hubo un momento de «ruptura» en el que decidiste integrar lo vanguardista, el hyperpop o incluso el screamo que mencionas en tus influencias, o fue una progresión orgánica al dar rienda suelta a tu curiosidad ilimitada?
Es un poco cuestión de identidad, siempre preguntan qué música haces, cuáles son tus etiquetas y en mi caso creo que es algo un poco ambiguo, porque siento que soy todo y a la vez nada, porque la curiosidad me ha llevado a muchos lugares muy diferentes, que a veces, incluso parece que pueden ser incompatibles, pero para mí no lo son. Escenas que casi nunca se tocan y en mi vida he estado en varias.
Es algo divertido la verdad y me permite tener libertad a la hora de crear y creo que, justamente, mi proyecto tiene mi nombre y apellido por eso, para tener esa libertad de mutar y de ser cambiante como soy yo y poder ir descubriendo nuevos lugares en la música.
Has comentado que grabar canciones muy personales, como «Misty», te hizo sentir expuesta. ¿Cómo gestionas el equilibrio entre la honestidad brutal que se exige en la composición intimista y la necesidad de autoprotección frente a la mirada del público? ¿Hay límites que te has autoimpuesto al escribir?
En ese caso en concreto sí que fue un poco una sensación, he sido literal, y creo que es por eso que me hice la pregunta, porque de normal siento que mi manera de escribir es más sutil y más indirecta, en este caso creo que el utilizar frases más directas y más crudas me hizo sentir un poco en un lugar diferente, que a la vez está bien porque creo que conecto con la gente.
Luego es curioso cómo cada persona vemos lo mismo con ojos diferentes, y eso hace que lo que tú piensas que estás diciendo lo recoge el oyente de otra manera totalmente diferente, voy a un ejercicio que te demuestra que al final da un poco igual cuando te abras porque lo van a recibir como el otro lo pueda recibir. También te da esa libertad a la hora de escribir.
Tu álbum debut, Nara, se certifica como tu primer LP y marca el paso de un proyecto personal a un «colectivo de personalidades». ¿Quiénes son las piezas clave que te han ayudado a vestir esas canciones y cómo ha cambiado esa dinámica colaborativa la esencia de lo que sale de tu buhardilla?
Ya dejé La Buhardilla, y puede ser algo simbólico, pero creo que también, me ha llevado a otro lugar musical. Y sí, lo que hice ahí en La Buhardilla, toda esta etapa de Nara, primer disco formato banda, con gente que quiero un montón y que han sido como clave desde el inicio del proyecto, ha cambiado bastante en poco tiempo.
Ahora voy a un lugar un poco de reencuentro conmigo misma, vuelvo a tocar sola en directo, y este nuevo EP, attä, refleja este momento, también en lo musical, es una búsqueda que quería hacer justamente de una coherencia entre lo que puedo hacer luego en directo y lo que va a sonar en las canciones, y refleja perfectamente este momento, que creo que es un poco introspección, de volver a esa búsqueda de la esencia que en algún momento perdí un poquito de vista, puede ser.
Calificas la escena musical de Euskal Herria como un «pequeño oasis» con más libertad artística frente a la vorágine de contenidos de la industria. Más allá de la lengua, ¿Qué crees que hace que este «oasis» sea más resistente a las prisas, y qué podría aprender de él el panorama musical estatal?
Es un oasis y sí que siento que hay más libertad pero porque hay más espacio también, creo que el circuito de aquí de Euskal Herria no es comparable con el estatal, ni con el de Cataluña, por ejemplo. Aquí es que hay una posibilidad de hacer carrera internamente únicamente aquí.
Creo que contamos con una red bastante interesante que falta en otros lugares, no digo que sea perfecto ni mucho menos, de hecho cada vez sí que siento que se está polarizando el tipo de artista y cómo se consume la obra. Suena un poco frío pero al final sí que siento que está cambiando mucho y ese circuito que podía ser refugio para artistas no mainstream y más pequeñas digamos, creo que ya esos lugares están poco a poco desapareciendo y se está complicando bastante el poder hacer esa carrera.
No sé si es más una nostalgia de lo que fue o de esa posibilidad que sé que existe porque sí que hay, ahora mismo, me pillas en este momento en el que tengo mis dudas, porque noto la dificultad, lo hablo con compañeras, lo noto yo misma y lo veo.
Creo que no es nada fácil y que es agotador intentar hacer tu proyecto.
También creo que está bien valorar la suerte que tenemos aquí de lo que hay, que es bastante.
En un oficio donde el marketing y la presencia constante parecen vitales, ¿cómo aplicas esta filosofía a tu carrera? ¿Cómo se traduce ese «perder el tiempo en redes sociales» en tu proceso creativo o en la gestión de tu proyecto?
Intento, la verdad que estar fuera un poco de toda esta sobreinformación que hay, y sobre todo creo que es interesante cuando hacemos las cosas desde un punto de pausa, es fácil caer en lo que deberíamos hacer, pero eso no funciona, Cuando haces lo que deberías hacer, estás replicando algo que funciona para alguien, pero seguramente no para ti, creo que agota mucho.
Estoy intentando ser bastante honesta con lo que me apetece en cada momento, es una parte grande del trabajo que hay que hacer en redes y en todo lo que va más allá de tocar y de crear música, la verdad que estoy contenta porque sí he encontrado formas que me hacen bien a mí primero, y que además creo que pueden llegar a comunicar a mi manera con las personas a las que le interesa mi música, la música
Vocalista de Nerabe y artista en solitario, ¿Cómo logras compartimentar ambos proyectos para que no se contaminen mutuamente? ¿Qué parte de tu personalidad artística y musical reserva Sara Zozaya para Nerabe, y cuál solo puede expresarse bajo tu propio nombre?
Nerabe fue un grupo que desapareció hace bastante tiempo, así que ya no formó parte de él, pero sí que formó parte de otro proyecto y la verdad que me interesa la convivencia de los dos proyectos porque creo que se ayudan mutuamente un montón, y que el aprendizaje que tengo en uno pues luego lo puedo volcar en el otro y vamos creciendo.

Para ti, el directo es el «sentido de hacer música» porque es donde la obra toma vida propia. ¿Qué sientes que ocurre con tus canciones en el escenario que no sucede en el estudio? ¿Qué tipo de experiencia sensorial o emocional buscas que viva el público en tus conciertos?
Me da mucha libertad y mucho bienestar, la imperfección que se puede tener en el directo. De hecho sufro bastante en el estudio porque las tomas que vayan a ser, van a ser, y es inamovible. No me gusta eso porque creo que cada momento refleja un sonido o una manera de tocar o cantar diferentes.
Algo que me gusta mucho del directo es que cada bolo es un poco como el reflejo de cada momento y ya está, y se queda ahí y se va y el siguiente será otro, y me parece súper interesante compartir eso con gente, que a saber en qué momento está, pero me parece muy bonito, como ese diálogo, y además creo que cada vez el que alguien elija estar en un concierto, creo que es un acto bastante importante, como ir al cine o leer un libro, cada vez siento que la necesidad humana va a ir para allá. Confío que el directo va a ser importante.
Escribes principalmente en euskera. En tus letras más emocionales, ¿sientes que un idioma te permite un nivel de intimidad o una expresión de matices que el otro no te ofrece? ¿Es la elección del idioma una decisión puramente estética o profundamente emocional en cada canción?
Igual suena un poco raro, pero cada canción elige el idioma y lo hace de una manera bastante firme, al inicio ya de lo que es una canción o un tema, aparecen las palabras, y sobre todo aparece la fonética, que creo que es en mi caso lo que me hace quedarme en un idioma u otro, luego además es interesante porque depende de qué idioma puedo describir y puedo contar emociones diferentes, yo por ejemplo en euskera no sé enfadarme, se podría analizar esto, pero cada idioma me da como diferentes posibilidades de comunicar emociones, y mi estilo dice en castellano justamente por esto, porque ahí sí que me puedo enfadar más fácil, en euskera habría sido difícil hacerlo, así que creo que va por ahí.
Has colaborado con nombres tan diversos como Benito Lertxundi, Viva Belgrado o Divorce From New York. ¿Qué encuentras en esas colaboraciones? ¿Es una búsqueda de contraste, de complementariedad o una forma de forzarte a salir de tu zona de confort y explorar nuevos géneros?
Siento que cada colaboración que hago es el resultado de un vínculo previo, siempre ha sido así.
Quitando quizás el caso de Reykjavik, que fue más una presentación, luego de ahí surgió la colaboración, son todo como encuentros básicamente, con personas que hacen música, con las que compartimos lenguaje y que en algún momento surge la posibilidad de hacer algo juntos.
De hecho me parece algo bonito y que quiero seguir un poco en esta línea porque al final es algo que tiene que ser hecho desde el cariño, desde el respeto, desde la admiración y creo que todo eso se consigue cuando conoces a la persona y con tiempo.
Tu música abraza pop, folk, electrónica, tradición vasca… sin ceñirse a etiquetas. Si bien esto es una fortaleza artística, ¿te ha supuesto una dificultad a nivel de industria (programadores de festivales, prensa especializada, radios) que necesita encasillarte para poder promocionarte? ¿Cómo navegas ese dilema?
Me da un poco de miedo el tema de las etiquetas, no me gustan nada.
A nivel de industria a veces sí que me da miedo un poco el que la gente no sepa colocarme, pero luego veo artistas que me encantan como Isel Cain o Emma Ruth Randall que hacen un libro de poesía y luego están tocando en el Arc Tangent con un piano solamente, o abren para un grupo de metal que es algo que hace Penélope Trapps mucho también.
Lo bueno de los referentes, que te hacen ser quien eres y punto, y sé que soy muchas cosas pero también sé que todas esas cosas que soy me llevan a lugares que si no, no podría ir. Tocar en el Arc Tangent por ejemplo, pues es una locura pero a la vez conecta con una parte muy grande de lo que soy, aunque no cumpla todos los checks que te hacen tener esa identidad más pura, pero me parece súper interesante y tener esa apertura creo que más que restar suma y pienso seguir en esta línea explorando cosas nuevas, así que no voy a poner etiquetas por ahora.
Rematamos esta charla enviando un mensaje a quien nos lea (si quieres añadir algo, es tu momento). Gracias Sara espero vernos pronto.
En Barcelona estaremos a final de año, quién esté leyendo esto y le apetezca, que venga a verme. Hay varias fechas por delante así que eso sí que lo voy comunicando en mis redes, quien quiera tener esa información pues nada, me puede seguir y estamos pronto. Gracias, os mando un abrazo.







