La semana arrancó en Madrid con una Sala BUT repleta a pesar de ser lunes. La combinación de Klogr, Evergrey y Katatonia prometía una noche larga y, tal y como se esperaba, el ambiente de comunión que se formó entre las bandas y el público fue muy real, casi palpable.

Klogr

Los italioamericanos abrieron la velada sin titubeos. Con un sonido muy físico y un enfoque alternativo más directo que progresivo, salieron a por todas desde el primer riff. Su actuación fue corta, intensa y efectiva: una buena descarga inicial que ayudó a calentar la sala y a marcar un ritmo que no bajaría en el resto de la noche. Se notó que venían con ganas y que entendían perfectamente su papel como apertura.

Evergrey

 

Si Klogr rompieron el hielo, Evergrey fueron quienes encendieron la mecha. La banda de Tom S. Englund se presentó con una seguridad apabullante y un directo que funciona como un mecanismo de precisión: sin huecos, sin dudas. A Silent Arc abrió el set y, desde ahí, todo se sucedió con una fluidez admirable. King of Errors, Distance y Where August Mourns cayeron una detrás de otra y la sala respondió sin reservas.

Presentaron también Oxygen, adelanto del álbum previsto para 2026. Es un tema que apunta maneras pero que aún es nuevo para el público, así que el impacto fue contenido. Nada que empañara la fuerza general del concierto, con un sonido enérgico, nítido y cargado de emoción. Evergrey demostraron, una vez más, por qué su directo es de los más fiables del metal europeo.

Katatonia

Y entonces llegó el silencio. No el literal, sino ese pequeño vacío interior que aparece justo antes de que una banda que te importa empiece a tocar. Para mí —y para mucha gente allí— Katatonia no es solo una banda: es un estado emocional. Es orden dentro del caos. Es ese tipo de música que te baja la voz interior cuando la cabeza va a mil. Y cuando arrancaron con Thrice, lo sentí de inmediato: como si el concierto hiciera clic dentro de mí.

La banda, en plena etapa de renovación, sonó increíblemente compacta. Soil’s Song llegó pronto y abrió algo en la sala; ese tema tiene una forma curiosa de acariciarte por dentro sin dejar de pesar. The Liquid Eye conectó con una intensidad muy honesta, casi íntima, mientras que Austerity y Rein devolvieron una energía más cortante y rítmica.

Y de pronto Leaders. Ahí explotó la sala. Ese riff, esa cadencia… fue uno de esos momentos en los que notas que cientos de personas respiran al mismo tiempo. Después llegó un tramo más introspectivo: Dead Letters, con su oscuridad tan elegante, y Nephilim, que siempre me toca una fibra que no sé muy bien definir: melancolía, calma, algo parecido a una herida que cierra sin hacer ruido.

Wind of No Change y The Longest Year mantuvieron esa atmósfera suspendida, como si la sala estuviera flotando en un loop emocional muy suave, hasta que llegó Old Heart Falls. Ese tema duele y cura a la vez. Cantado allí, con la luz cayendo desde atrás, parecía un abrazo lento. July rompió el encanto con una energía más física antes de una Lethean que fue, sin duda, el gran canto colectivo de la noche.

El cierre con No Beacon to Illuminate Our FallIn the Event Of no fue épico ni explosivo; fue íntimo, sereno, casi terapéutico. Katatonia tienen esa habilidad de despedirse sin pisar fuerte, pero dejando algo en el aire que te acompaña durante días. Salí de la sala con la sensación de haberme recolocado por dentro. No todas las bandas pueden hacer eso.

Conclusión

Klogr pusieron el motor en marcha, Evergrey elevaron la temperatura y Katatonia hicieron lo que mejor saben: tocarte desde un lugar profundo, sin levantar la voz. Un lunes que terminó sintiéndose como un refugio compartido