Este 2025 volvemos a tener en boca y primicia un nuevo disco del proyecto más prolífico de Max Cavalera bajo el título de Chama siendo ya el decimotercer disco de la banda Soulfly y ya lo tenemos disponible a través Nuclear Blast Records. En este nuevo trabajo podemos ver cómo deriva hacia el lado tribal; cosa que siempre ha caracterizado a la banda tratando de sonar contundentes y dar variedad al disco. Trata de ser un manifiesto generalizado sobre lo familiar y espiritual ya que es una colaboración entre Max y su hijo Zyon en la batería con la producción de la mano de Arthur Rizk. Conocido por ser el productor de Power Trip (ha sido su guitarrista también), Code Orange y Cavalera Conspiracy siendo uno de los productores más cotizados del metal actualmente y su popularidad no deja de crecer.

En 2016, lanzó el álbum debut de Sumerlands que busca «modernizar» el heavy metal clásico inspirado en la época de Jake E. Lee y Ozzy Osbourne. Tiene un importante papel en Eternal Champion, otra banda de heavy metal clásico, así como en sus dos destacadas bandas de hardcore: War Hungry y Cold World y siendo guitarrista en proyectos como Stone Dagger.

Volvemos a lo importante y a cortar el bacalao, la reseña y a desgranar lo que nos ofrece este disco. Que dará que hablar tanto para bien como para mal por sus ideas y Max tiene su público con Soulfly y por otro lado los de Sepultura.

En poco más de media hora de duración veremos qué nos ofrece la cabeza pensante de Max esta vez, cómo lleva su «groove metal tribal» con varias colaboraciones importantes de artistas a su cargo. Cabe destacar que las guitarras se notan bien definidas, la batería suena impecable y el bajo tiene presencia. Se pueden apreciar los instrumentos en la mezcla, la crudeza con la que está grabado pero el «aportar elementos nuevos» es lo que resta coherencia al disco.

El primer tema Indigenous Inquisition sirve como introducción instrumental de dos minutos en la que la mezcla de lo tribal y el metal extremo no aporta realmente mucho da un ligero toque de acción.

Entramos en materia con Storm The Gates, corta pero directa, siendo la parte más agresiva de Soulfly dando inicio a lo que se espera de la banda. Buen inicio para un disco que promete y tiene las cosas claras aquí.

La colaboración de Todd Jones de Nails a Nihilist le da más intensidad al tema, el groove y el caos del hardcore machacón aquí funciona muy bien. No Pain = No Power, calienta que sales Dino Cazares, que se nota mucho cuando aparece y se agradecen las voces de Ben Cook y Gabriel Franco que le dan cierto contraste melódico. Demasiado sobrecargado a mi entender pero muchos fans agradecerán la colaboración de Fear Factory y dará que hablar.

En Ghenna entra otro viejo conocido, querido y más que odiado, rechazado por muchos a partes iguales. El señor Michael Amott de Arch Enemy a las guitarras. El tema está bien, es intenso, corto y uno de los más efectivos del disco. Black Hole Scum es de los temas con sonido más industrial que parece que muchas bandas tratan de buscar pero no termina de convencer.

Favela Dystopia no suena a una repetición del pasado pero sí se notan influencias desde los Sepultura más clásicos. El tema fluye muy bien en sus tres minutos y el puente de guitarra tiene coherencia y potencia. Hasta ahora, lo mejor del disco.

Always Was, Always Will Be… es un tema que desde un principio no convence y aquí es donde comienza a desinflarse el disco al igual que el poco sentido que tiene el interludio de Soulfly XIII para iniciar Chama y dar por así finalizado un disco consistente y equilibrado pero bastante predecible. El final es de lo más olvidable del disco pero igualmente se puede disfrutar.

Todos disfrutamos de la música de manera diferente, aquí se busca la conexión entre «no queremos repetirnos pero no salir de nuestro estilo y de lo que nos caracteriza». Bien y agradecido porque se consigue lo que pretende pero quizá sea demasiado pretenciosa la idea de cómo hacer las cosas.