David Maxim Micic

2017 está siendo un gran año para el metal progresivo. Si bien aprecio, desde mi humilde punto de vista, un salto en los grupos del género hacia sonidos más cercanos al djent, así como ciertas estructuras o riffs, de quien hablamos hoy ha podido ser uno de los músicos más influyentes en este giro al que hago mención. David Maxim Micic, serbio de nacimiento, es uno de los máximos exponentes actuales en el mundillo del progresivo. Su sonido puede catalogarse como cargante (en el mejor de los sentidos), con sonidos que oscilan entre el metal progresivo y partes electrónicas/ambientales con transiciones y matices muy originales. Difícilmente pueden dejarte indiferente. Ya no es solo la originalidad de su música y ese matiz brillante que desprenden sus trabajos, sino su buen hacer a la hora de elegir músicos, escribir, grabar y masterizar su propia música consiguiendo un sonido muy particular y del que tanto disfrutamos. Who Bit the Moon es su séptimo trabajo. Es de corte totalmente instrumental y, a continuación, procedo a desglosarlo:

David Maxim Micic

Milk Tooth nos introduce en este particular universo cercano a los 40 minutos de duración. Las introducciones suelen ser muy de este palo: musiquilla tranquilita que precede a una concatenación musical increíble y llena de fuerza. Someone Else’s Hat nos sumerge, de la manita y muy lento, a una oleada de riffs más suavecitos a los que nos tenía acostumbrados en, por ejemplo, sus trabajos más reconocidos (hablo de los Bilo’s, tras los cuales noté una cierta «relajación» compositiva a la hora de desarrollar su música). Parece centrarse más en matices provenientes de solos de guitarra, acompañados por ciertos cambios en los que la batería cobra todo el protagonismo. Ciertas partes me recuerdan muchísimo a Plini (aciertazo). En el comienzo de Living Room podemos vislumbrar algo más parecido a lo comentado anteriormente; parece que la composición puede explotar en cualquier momento, sin embargo, nos sigue llevando cogidos de la mano, cambiando de riffs y partes de una forma muy pacífica y madura. Si bien se nota la ya mencionada madurez, es cierto que hecho de menos momentos de explosiones en los que la voz de Aleksandra Djelmas lo llena todo con su voz rotísima.

Beaver Moon se conforma como transición hacia 687 Days, en la que encontramos un ritmo muy lineal, permitiéndonos imaginar los paisajes (algo también muy característico de este músico) que componen el álbum. Al hilo de recrear las imágenes; destacar lo bien conjugadas que están las portadas con la música que en ellas se contiene. Damar es el 6º corte. Un juego de armónicos a guitarra preciosos nos sumergen en la segunda mitad del trabajo que se mantiene en esa dinámica que no llega a explotar, acercándose al djent de una forma y desarrollo muy especulados. Esta canción me despierta algo; si bien me sobrepasaba la linealidad del disco, aquí parece empezar a desmarcarse y a volver al sonido que tanto echaba de menos y esperaba de este trabajo. Sigue faltándome un poquito de fuerza, pero supongo que forma parte de este nuevo giro que ha tomado el de Dubrovnik. Quizá un corte demasiado brusco la separa de Nobody’s Perfect que, junto a When She Crafts, conforman pequeños cortes de poco más de un minuto para dar pie al tema homónimo, último y más largo del plástico: Who Bit the Moon. Nos sorprende un inicio al que nada nos tenía acostumbrado en el resto del trabajo: la batería suena machacona, quizá con más trigger del que debería (marca propia de David Maxim) para dar paso a una sucesión de partes, cambios de estructura y riffs muy consensuada. Se mueve en un djent poco pesado y un sonido que no llega a ensalzar todo lo que debería, quizá, hasta el estribillo.

Sonidos de sinte estrambóticos, instrumentos de cuerda y solos de guitarra muy brillantes conforman un final de disco más lúcido que el resto del mismo en sí. Los trabajos posteriores a Bilo (sacó ECO y EGO en 2015, casi seguidos, mostrando ese cambio de sonido del que he hablado en la reseña) empezaron a no gustarme tanto como sus inicios; echo bastante en falta trabajos con voz, en los que las tormentas de djent y cambios locos me llenaban el alma y me hicieron viciar a su trabajo como el que más. Parece haber perdido (o más bien cambiado) eso. Me parece totalmente respetable, pero servidor considera que ha perdido parte de ese sonido, esa magia que lo caracterizaba. Simplemente hay que estar en un mood distinto para que te entre con fluidez, cosa que no ha conseguido de primeras pero confío en que, con el resto de oportunidades que le daré (en situaciones, seguramente, muy específicas) puedan cambiar mi visión hacia este nuevo enfoque musical del serbio.

Músicos colaboradores: Dunja Markovic, Larissa Terescenko, Aaron Marshall, Adam Rafowitz