El mundo del cómic ha sido un medio de comunicación y divulgación de masas desde sus orígenes; la estética y su facilidad de reproducción lo convirtieron en un fenómeno mundial que alcanzó el mundo del arte.
Hoy Canciones sobre historia y arte se adentra en este mundo de la mano de Roy Lichtenstein y David Send.
El cómic: del origen al triunfo.
El cómic, tal y como lo conocemos, es un invento del siglo XIX, si bien muchos de los elementos que lo forman fueron apareciendo a lo largo de la historia del arte.
Se puede intentar rastrear el origen de las historias ilustradas con imágenes en civilizaciones como la egipcia o la sumeria, cuando el ser humano buscaba mostrar con imágenes aquello que dejaba constancia por escrito.
Uno de los elementos más empleados en el cómic es el uso del bocadillo, donde el guionista plasma aquello que el personaje dice o piensa. Este recurso lo vemos originalmente en las filacterias medievales, que eran una especie de telas o banderolas con textos que portaban los personajes representados y que solían recoger fragmentos de textos, cánticos o salmos de la Biblia.
Los sucesivos avances tecnológicos como la imprenta de Guttemberg o la litografía favorecieron que las estampas y las imágenes se pudieran reproducir con gran facilidad y rapidez.
En el siglo XVI, surgieron en Francia las Aleluyas, unas estampas con textos pareados que se consideran el germen de las historietas y que tuvieron un gran auge en el siglo XVIII; por otro lado, los avances con las imprentas rotativas a mediados del siglo XIX y la impresión en offset agilizaron aún más el proceso de impresión, pudiendo imprimir en color de una forma rápida y barata.
Así llegamos al año 1896 cuando se publicó The Yellow Kid, considerado el primer cómic de la historia.
Poco a poco, las tiras cómicas fueron ganando su espacio y consolidándose como un medio propio, teniendo su edad de oro entre los años 40 y 60 en todo el mundo, con historias como Tintín, Lucky Luke, Astérix y Obélix, el Capitán Trueno, o los superhéroes norteamericanos de la mano de Stan Lee.
El proceso de impresión offset a 4 colores y la revolución del color en el cómic.
La realización de un cómic es un proceso muy laborioso. En sus inicios, las imágenes eran en blanco y negro, aprovechando el blanco del papel y entintando las placas de impresión puesto que el proceso de coloración resultaba muy caro y difícil hasta que se desarrolló la impresión offset a 4 colores.
Esta técnica utiliza la impresión de forma indirecta a través de unos rodillos de caucho entintados cada uno de un color. Estos 4 colores son los 3 colores primarios junto al negro y aprovechando el blanco del papel de fondo.
Disponiendo la carga de tinta en pequeños puntos, conocido como la técnica de puntos de Ben Day lo que se consigue es que a mayor cantidad de color, el resultado se verá más oscuro, mientras que a menor cantidad, se verá más claro pues el fondo del papel juega esa labor importante.
Al combinar los colores primarios se permite conseguir casi todos los colores de una forma sencilla.
Roy Lichtenstein y la estética del cómic en el arte.
Aprovechando esa época dorada del cómic como un medio de masas en los años 50 y 60, hubo un movimiento artístico que se hizo eco de ellos para llevar los medios de producción de masas al arte. El denominado Pop Art utilizaba técnicas más vinculadas a las artes gráficas como la serigrafía o la estampación para crear obras de arte muy relacionadas con la cultura popular. Algunos ejemplos son Andy Warhol o Roy Lichtenstein.
Nacido en 1923, Roy Lichtenstein comenzó en sus orígenes dentro del expresionismo abstracto junto con autores como Jackson Pollock, pero después se decantó por el Pop Art, arte que comenzó a estar de moda en los 50 y los 60.
En la mayor parte de su producción artística Roy Lichtenstein hizo uso de la estética del cómic para adolescentes, incluyendo onomatopeyas, bocadillos con texto o viñetas, realizando de forma manual todo el proceso mecánico de la impresión offset.
Sus imágenes representan plenamente la sociedad de consumo, como los anuncios de jabones, jugando con la ambigüedad de si admira o critica lo que representa.
David Send: Doce años, doce cañonazos.
Esta misma estética de Roy Lichtenstein es la que ha utilizado el guitarrista y cantante burgalés David Send para su último trabajo titulado Doce años, doce cañonazos.
En este disco, David Send hace un viaje por los 12 años que han transcurrido desde que terminase con su anterior proyecto Mister Machin y nos trae temas de sus tres discos como el power trio de punk rock Send así como de su última etapa en solitario con aires más folk y rockero. Además el músico ha aprovechado la ocasión para incluir el tema Los fantasmas de la red que no había salido en formato físico.
Para este disco, el trabajo de diseño ha sido realizado por Planeta Hunter y representa, con una estética muy en la línea de Roy Lichtenstein, a una mujer golpeando con rabia a un hombre hasta arrancarle el diente.
Aunque en este caso no nos encontramos la técnica de puntos de Ben Day, si que mantiene la estética cromática de las impresiones offset a cuatro colores.
Este disco incluye canciones Como la verdad con la colaboración de Kaotiko o Mi musa con Paco de Lobocordero, dos de las distintas colaboraciones que ha tenido el burgalés en estos últimos años y supone un punto de inflexión en su carrera antes de comenzar una nueva andadura.