Crónica: Seventh Hell, Desert Vipers y Declive en la Sala El Loco
El pasado 8 de marzo, la Sala El Loco de Valencia vivió una noche especial con un cartel variado y lleno de personalidad. Tres bandas, cada una con su propio estilo, pero con algo en común: todas ellas lideradas por mujeres. Un hecho que, aunque debería ser habitual, sigue siendo poco frecuente en la escena.
El público, diverso y entregado, disfrutó de cada una de las propuestas, pese a que el eclecticismo del cartel hacía que cada banda tuviera su propio grupo de seguidores. Pero más allá de las diferencias estilísticas, la música fue el punto de unión en una noche para recordar.
Seventh Hell: una apisonadora de rock
Los primeros en abrir la velada fueron Seventh Hell, y lo hicieron con la contundencia que les caracteriza. A pesar de haber sufrido el varapalo de la DANA, que les afectó gravemente, la banda no ha bajado los brazos y sigue adelante con la misma fuerza de siempre. Y eso se notó en su actuación: pura entrega y determinación sobre el escenario.


Arrancaron con Black Pearl y Hysteria, dos temas inéditos que dejaron claro que la banda sigue evolucionando y sumando nuevos himnos a su repertorio. Renacer llegó después, un medio tiempo con mucha garra y un estribillo potente que se quedó resonando en la sala.
Uno de los momentos más sorprendentes del set fue su versión de New Rules de Dua Lipa. Con una vuelta de tuerca muy bien llevada, Seventh Hell se apropiaron del tema y lo llevaron con maestría al terreno del hard rock, logrando que sonara poderoso y vibrante.
Con la voz inconfundible de Lory Roxx, que dotó de carácter y fuerza a cada canción, llego la traca final con ¿A qué quieres jugar?, un temazo pesado y contundente, seguido de Tocar el cielo, otro tema inédito que terminó de ganarse al público con su energía arrolladora. El cierre con Velvet Frenesí y Discordia, ambas también inéditas, puso el broche perfecto a un directo sin fisuras, dejando claro que Seventh Hell no solo saben cómo hacer buenas canciones, sino que en directo las llevan a otro nivel.



Desert Vipers: el alma sureña del cartel
Tras el torbellino de Seventh Hell, llegaba el turno de Desert Vipers, que trajeron un sonido más clásico, con raíces en el rock sureño, el blues y el hard rock. Su directo estuvo lleno de groove, matices y mucha personalidad, con la potente voz de Ana García al frente, envolviendo cada canción en una energía especial.
Arrancaron con Trigger y Sarah’s Fields, dos temas que son un claro ejemplo de su estilo: rock de carretera, con guitarras envolventes y un ritmo que te atrapa desde el primer compás. Bajaron un poco las revoluciones con Edge, una canción más lenta que supo crear el ambiente perfecto antes de sorprender con E.T.R, un tema inédito que sonó realmente bien, dejando con ganas de más.
Otro de los momentos especiales del set fue White Neon, también inédito, seguido de The Wait una canción recién estrenada este mismo año, que mostró su faceta más íntima y melódica.


Con Muddy Hearts, Desert Vipers retomaron su sonido más americano, con tintes country y una interpretación llena de feeling. Y si el concierto iba cogiendo temperatura, Devil’s Lost Yard terminó de subir el ánimo de la sala, poniendo a la gente a bailar con su sonido de clásico rock and roll.
La recta final fue todo un golpe de intensidad: Melted Lights brilló con un riff pegadizo y una fuerza que sacudió la sala, y el cierre llegó con su versión de Young Man Blues, un guiño a The Who y al clásico de Mose Allison, que sonó crudo y vibrante, poniendo el broche de oro a una actuación redonda.



Declive: hipnóticos y envolventes
El cierre de la noche lo puso Declive, y aunque su sonido no tenía nada que ver con las dos bandas anteriores, lograron crear un ambiente hipnótico y envolvente. Desde los primeros acordes de Mi verdad, quedó claro que la intención de su música es atrapar con su profundidad y atmósfera.
Barreras y Encuentro sumergieron a la sala en un viaje introspectivo, con un sonido lleno de capas y matices. La cuerda y Ceniza mostraron su capacidad para jugar con las emociones, mientras que Invisible llevó ese sentimiento un paso más allá.


Pero el punto culminante llegó con Descargan los cuchillos, un tema intenso y envolvente que dejó huella en el público. Y el final con Nuestro abrazo fue la despedida perfecta: un cierre emocional, sincero y con una calidez especial.
Declive ofreció un concierto diferente, pero necesario, demostrando que la música no necesita ser estridente para ser impactante.

Un 8 de marzo para celebrar la música
El 8 de marzo es una fecha significativa, y en esta ocasión se celebró de la mejor manera posible: con música en directo y talento sobre el escenario. Más allá de estilos o géneros, lo importante fue ver a tres mujeres liderando tres bandas, demostrando que su sitio está, sin ninguna duda, en los escenarios.
Que noches como esta sean cada vez más habituales, porque el rock, el hard rock y los sonidos más alternativos solo entienden de actitud y calidad.


