Afonía, resaca y ojeras: eso se ve ya en un cuarto día de festival. Pero no por ello decaen los ánimos. La gente saca las fuerzas de donde no las hay, o de la cerveza, no lo tengo claro.

Charlotte Wessels dio el pistoletazo de salida con su sonido único. La excantante de Delain tiene un show íntimo y real. Disfrutamos muchísimo con su voz y su carisma. The Crying Room y The Exorcism nos emocionaron especialmente porque, sí, los metaleros también tenemos nuestro corazoncito.

La elegancia brutal de Fleshgod Apocalypse desató el caos sinfónico en el escenario principal del Rockstadt. Vestidos como si vinieran de dar un concierto en la Scala de Milán, los italianos ofrecieron una ópera metal con toques de sangre ficticia.

Sin necesidad de exageraciones visuales ni discursos grandilocuentes, Ensiferum demostraron por qué son una de las bandas con más oficio de la escena. Petri Lindroos, serio pero contundente, guió al grupo por un set que equilibró lo melódico con lo agresivo.

Creo que siempre va a ser complicado quitarse la etiqueta de “grupo que ha ido a Eurovisión”. Años después le sigue pasando factura a Lordi, pero quizás con Lord of the Lost sea diferente. Mezcla de industrial, gótico y metal alternativo, los alemanes lograron un set completo e hicieron saltar y corear los estribillos a todo metalero presente en Transilvania.

Cuando va a empezar un show de Apocalyptica y suenan los primeros acordes de The Ecstasy of Gold, siempre está esa emoción que te eriza la piel y por un milisegundo piensas que va a salir Hetfield en persona. Luego la realidad te golpea y ves aparecer a tres norteños con sus chelos, pero enseguida se te pasa cuando el virtuosismo se apodera de la escena. El set navegó completamente entre clásicos de Metallica. Eicca Toppinen y compañía no dijeron mucho entre tema y tema, pero no hizo falta: cada arco golpeando las cuerdas hablaba más fuerte que cualquier discurso.

Dejamos la armonía a un lado y nos vamos a disfrutar de la descarga del hardcore de Bane. La bandaza estadounidense se quejó de la barrera que les separaba del público, pero eso no les impidió crear una atmósfera íntima donde los crowdsurfers tomaron especial protagonismo. Actitud, 2steps y berridos. Todo lo que pedimos al hardcore.

Entre excesos e incienso, así comenzaron Powerwolf su actuación en el Rockstadt. Cabezas de cartel, como no podía ser de otra manera, el escenario —vestido con una decoración especial entre medieval, religioso y pagano— dio rienda suelta a su liturgia powermetalera, con fuego en exceso, pero eso sí, con un sonido impecable.

Día de power metal, quizá no mi estilo favorito, pero es imposible no disfrutar de ello en un festival. Si vas a estar todo el día con cara de amargado porque no te gustan tres grupos, este no es tu lugar. Abraza la diversidad y diviértete. De nada por el consejo. ¡A por el último día!

Texto y fotos: Beatriz Blanco

REF 2025 | GALERÍA DÍA 4