CRÓNICA | SOULFLY EN BARCELONA: Un ritual de metal eterno

La Sala Salamandra de Barcelona se convirtió en un auténtico crisol de culturas el pasado Martes 27 de Agosto, cuando Soulfly, liderados por el maestro Max Cavalera, ofrecieron un ritual sonoro a toda su tribu, que viene a cerrar de la mejor forma posible este Agosto de bolos y festivales.

Los encargados de abrir el show fueron Heleven, una dosis perfecta de progresivo directamente desde Granada. Dada la casualidad que los había visto hace pocas semanas en Bóveda, así que el setlist no me fue desconocido, al igual que su propuesta. Sin límites dieron rinda suelta a sus dos últimos trabajos: New Horizons Pt.1 y Pt.2 dejando con la boca abierta a los comensales que decidieron llegar temprano a Salamandra para tener una dosis de Heleven. Para mi siguen siendo una sorpresa y se han colado en mi reproductor diario. Ojalá que esta gira les sirva para darle un empujón a su carrera que promete muchísimo.

Adelantados en el horario salió Leck Inc. Con sus máscaras y pintadas de zombie que realmente no terminaron de convencer a Salamandra. Un paquete de Metal Industrial sintético, que poco dejaba a la imaginación. Daba la impresión que no alcanzaron a probar sonido, porque el conjunto de instrumentos sonaba desestabilizado. Había temas totalmente pegadizos pero ocapados por la pista que los acompañaba. Esperamos que solo haya sido un contratiempo y los otros bolos hayan calado mucho más con la audiencia.

Soulfly, liderados por el carismático Max Cavalera, ofrecieron un ritual sonoro que dejó una huella imborrable en todos los presentes. A pesar de promocionar su último álbum, Totem, la banda brasileña no dudó en sumergir al público en un viaje por su rica discografía, demostrando que su legado sigue más vivo que nunca.

Si bien Totem conserva las raíces más primitivas de Soulfly, con una ritualidad que se traduce en cantos desgarrados y guitarras desenfrenadas, el álbum también revela una evolución en el sonido de la banda. Temas como Superstition ejemplifican esta madurez, con una visión más completa y compleja que no renuncia a la esencia brutal que caracteriza a Soulfly.

La experiencia y la maestría de Max Cavalera se hicieron evidentes en cada nota, demostrando que, a pesar del paso de los años, sigue siendo capaz de deslumbrarnos con su intensidad y carisma. Cada tema que toca, por muy nuevo que sea, lleva consigo esa pizca de magia que lo convierte en un himno instantáneo.

La Sala Salamandra se convirtió en un hervidero de emociones, con mosh pits descontrolados y coros atronadores que acompañaron a la banda en cada canción. Obviamente el inicio con Back To The Primitive y No Hope = No Fear desataría la locura en la sala con las clásicas cervezas voladoras, pero ¿Cómo no?

Acompañado por su hijo Zyon en la batería, Max demostró que la pasión por la música corre por las venas de la familia Cavalera.

La energía de Zyon sobre la batería fue contagiosa. Su técnica impecable y su potencia rítmica elevaron la intensidad de cada canción a un nivel superior. Cada golpe de baqueta era un golpe certero al corazón de los fans, demostrando que la nueva generación de Cavalera está más que preparada para continuar el legado familiar.

Otro momento inolvidable de la noche fue la aparición especial de Richie Cavalera para interpretar Bleed. Hijos y padre Cavalera juntos sobre el escenario, compartiendo su pasión por la música, fue un regalo para todos los presentes. La conexión entre ellos era palpable, y su interpretación conjunta de Bleed se convirtió en uno de los momentos más emotivos de la noche.

Un publico muy diverso, pero se notaba la gran presencia de latinoamericanos y brasileños en la sala. Criados con el sonido pionero de Sepultura, estos fans encontraron en Soulfly una continuación natural de un legado musical que los ha acompañado durante años. Max Cavalera, figura icónica y referente indiscutible del metal, sigue siendo una inspiración para toda una generación de músicos y amantes del género. Su presencia sobre el escenario generó una energía única que conectó de inmediato con el público, transportándolos a un pasado lleno de riffs poderosos y voces guturales.

La Sala Salamandra se convirtió en un punto de encuentro para todos aquellos que crecieron escuchando los primeros discos de Sepultura y que siguen sintiendo una profunda admiración por Max Cavalera y su música. El legado de los Cavalera trasciende fronteras y generaciones, y Soulfly es la gran prueba de ello.