El 24 de septiembre de 2022 quedará grabado a fuego en la historia del heavy metal nacional.
aprovechó el XXV aniversario de carrera y la gira de presentación de Destino para grabar un directo memorable.
El lugar fue la sala La Riviera de Madrid y cierto es que, con el cartel repleto de colaboraciones hubiera deseado ver una sala a reventar, aun así daba gusto ver amantes del rock de diferentes generaciones allí reunidos.
Quizás no era la ocasión más adecuada, con un inicio de gira en el festival Tajuña Rock hacía apenas 1 mes, pero los riojanos dieron un show de alto nivel.
Con una puntualidad deseada arrancaron los primeros guitarreos de Pecado de ángel, la banda salió a escena poniendo toda la maquinaria a pleno rendimiento.
Poco a poco fueron alternando temas clásicos como Tierras de Leyenda con temas nuevos como Por el valle de las sombras hasta que arrancaron con Apocalipsis. Fue entonces cuando la presión estalló y el público que se entregaba desde el primer instante, puso la sala patas arriba.
En apenas 5 canciones vino la primera colaboración de la noche, el que fuera miembro de la banda y actual militante de Su Ta Gar, Igor Diez salió a tocar Indomable para pleno deleite de los presentes.
Retomaron el disco Destino con El poder de la tormenta antes de que llegase el riff de Pegaso, Dan está plenamente integrado en la formación y eso se nota.
Llegó la segunda colaboración de la noche, ni más ni menos que cantante de Zenobia Jorge Berceo quien entonó junto a Ángel Sangre de reyes.
Con El dorado y sus teclados de toques orientales obra de Juan San Martín pudimos disfrutar de uno de los temas nuevos que aspiran a ser himno de la banda.
Tras ello vino el riff de Alas de fuego haciendo bailar al público abriendo las puertas a la tercera colaboración de la noche, una de las voces más potentes del panorama, Óscar Sancho puso su apoyo con una sublime versión de Drácula.
Con la potente Destino, Tierra Santa puso de manifiesto que siguen en plena forma y que les quedan grandes temas por crear y que pueden alternarse con clásicos como Juana de Arco o el Laberinto del minotauro antes de llegar una colaboración de altura, guitarrista que impulsó a Tierra Santa allá por 1998, Alberto Rionda de Avalanch puso su guitarra al servicio del show en Otelo.
Un pequeño parón para adaptar el escenario a un corte más acústico en donde Ángel y Dan se acompañaron de Jon Zagalaz de Alhandal con quién tocaron una rareza del repertorio que fue La Mano de Dios.
Volvieron al eléctrico con La leyenda del Holandés errante y La Momia antes de que subiese el último colaborador de la noche.
No podía ser menos que uno de los precursores del género, el guitarrista Armando de Castro, quien metió su arte a una impecable Nerón.
Al acabar, Tierra Santa se deshizo en agradecimientos a un público que les sigue desde hace tanto tiempo y que hacen posible que sigan ahí, antes de poder liberar La sombra de la bestia e ir acercando el cierre de la noche con Legendario.
Por último, como no podía ser menos interpretaron las dos partes de La Canción del Pirata, poniendo así el broche de oro a la noche.
Habrá que esperar a que se publique el disco en directo, pero sin lugar a dudas esta noche puede ser recordada como una noche legendaria.
