Si no hay nadie que te distraiga, ¿cómo vas a evitar la introspección?
Cuando las luces de la caja mágica se encendieron el lunes sobre las 0:45h, las sensaciones eran muy diferentes que el día anterior. Así como el público ofreció su energía a Slipknot, allí parecía como si Tool se la hubiera arrancado a todos los presentes. El silencio parecía que era más fácil de romper en las redes sociales, y la sensación era de una individualidad latente: los comentarios, en primera persona; el contenido de los mismos, de reflexiones vitales. Lo que acabábamos de vivir no había sido una experiencia colectiva, habían sido miles de experiencias personales.El concierto, basándonos en los recursos utilizados, no había sido nada diferente a un concierto de estadio como pudiera hacer Muse o U2: pantallas gigantes, láseres, proyecciones, instrumentos, un sonido perfecto… pero las sensaciones no eran las mismas. No había alegría ni jolgorio, se respiraba un aire de trascendencia, de reflexión personal. Y, es que, cuando no hay ningún actor que nos diga como saltar, como sentir, como reaccionar, ¿cómo evitas la introspección? El domingo nada fue casualidad, la leyenda de Tool está ahí. Como ellos dijeron en sus orígenes, ni el nombre del grupo está puesto al azar: “Nosotros somos tu herramienta; úsanos como los catalizadores del proceso de encontrar lo que sea que necesites, o lo que sea que estés buscando«. Los artistas lo son porque tienen una intención, y esa intención les marca el camino a seguir. La de Tool está muy clara, y al final si el artista no entorpece la relación de la música con el público, el oyente queda desnudo frente a ella, y ahí hay muy poco que podamos hacer; como mucho, aceptar que, en breves, la música y nosotros seremos solo uno.