«No escarmentáis» decía emocionado Molly en uno de los escasos momentos de parón de tralla musical que nos ofrecieron los madrileños Hamlet el pasado sábado en el concierto de fin de gira.

Parece que ha pasado un siglo desde que los vimos en un teatro, sentados, en acústico, esta vez no había quien nos parara, la mejor manera de desquitarse de todo aquello, rememorar por última vez, al menos por ahora, dos de sus más gloriosos álbumes Revolución 12.111 e Insomnio, para hacerlo aún más exclusivo, El Inferno se unía a la fiesta con varios temas.

Nos pidieron puntualidad, la sala a diez minutos de las nueve de la noche estaba llena, con la intro cogíamos aire para la que se nos venía encima

Abrieron a fuego con todo y con buen sonido, el MVP de la noche se lo doy a Paco, brutal a las baquetas en Creerse Dios, no necesitaron temas para entrar en calor, y para nada se notaba el posible agotamiento del fin de gira en las cinco bestias que se comían el escenario con energía, esa que no se crea ni se destruye pero que se transformó en puro metal. 

Menos mal que Molly llegaba con buen chorro de voz, porque los coros estuvieron al nivel que nuestros tímpanos podían soportar, flipaba de escucharnos gritar sin parar, era la traca final, había que echar el resto.

En Torturavisión ya estábamos todos sudando, sus actuaciones son una locura de adrenalina desbocada pero con profunda profesionalidad. El trabajo en ocasiones tiene sus consecuencias en forma de reconocimiento, Hamlet van en la onda de recibirlo sin medida.

Lo ligera que va la guitarra de Luis a pesar de la pesadez de su ritmo, mala suerte tuvo en Buena Suerte que tuvo que hacer cambio por problemas de sonido, entre sonrisas, conectó sus pedales y arreando. Luego en el solo de Odio se desquitó.

Da algo de miedo pensar que letras fabricadas hace años sigan teniendo esa asquerosa vigencia hoy el día, por eso es necesario que músicos como ellos las siguen representando, Muerdesela fue una de las más rabiosas del concierto y la que abrió la caja de los pogos, el primero de la noche a petición del bueno de Tárraga. En el que vino después hicimos bajar a Molly a la sala a meterse en medio, aquello era infierno y cielo pero al revés. 

Me vais a permitir que como bonjovera, me ponga ñoña al contaros que cada vez que Molly presenta a los suyos y acaba con la frase Me I´m just the singer in a rock and roll band recuerdo la canción y la razón por la que todos estuvimos ahí disfrutando el momento, carne de gallina al recordarlo.

Entrevista a Molly: Hamlet, música, directos y vida

La pasión que ponen en los temas un poco más intimistas, como No soy igual, o en el clásico El color de los pañuelos y en Mi nombre es yo es difícil de no sentirlo y no contagiarte con la vibra de cada célula de su cuerpo.

Parece que hay relevo generacional y en Donde duermo hoy un niño fue el protagonista al ser subido al escenario para disfrutar del tema sentado delante de la batería, menudo recuerdo para el futuro.

Se pasó todo volado entre las pocas palabras que les salían entre tema y tema, ya sus ojos y sus gestos lo decían todo, hora y media y se largan del escenario para volver en menos de dos minutos, no había quien bajara el ritmo de aquello. Antes y después haciendo honor al nombre avanzaba el final de algo, Tu medicina nos alivió el dolor de afrontar la despedida.

Acabar con J.F. es ley y se agradeció, alargaron el tema y pudimos disfrutar del arte de Luis a las cuerdas ya sin púa, una maravilla. Para entonces las gargantas y pulmones ya estaban reventadas, como el soporte desde donde Molly y Luis pegaron sus habituales saltos, dos veces tuvieron que salir a poner más cinta americana para sujetarlo, bendito reviente, terapias como esta son imprescindibles para sentirnos vivos.

El abrazo final que se dieron en el escenario lo resume todo, había ganas, no tanto de fin de gira como de vivir de nuevo su descarga. A ver por donde nos salen ahora, si disco en directo grabado durante la gira de teatros, si disco nuevo, o gira de remembering de algún otro disco,. a saber, de momento esta sensación de alivio y goce no nos la quita nadie.