Existen ocasiones en las que el cuerpo te pide salirte de la zona de confort y adentrarte en terrenos más extremos y experimentales. Eso fue lo que me impulsó el pasado domingo a volver a la Sala La Riviera a deleitarme con un espectacular show de 3 bandas que superan los limites de lo sonoramente cuerdo.
Imperial Triumphant

Abrían los norteamericanos Imperial Triumphant, un trio de black metal con reminiscencias del jazz, soul o swing.
Con una breve melodía que recordaba a los dibujos animados, comenzaron los arpegios de Lexington delirium.
A partir de ahí nos adentramos en un show oscuro, denso donde las mascaras de Apolo, guitarrista y cantante, Hécate a la batería y Baal al bajo parecían flotar entre un oscuro escenario.

El vocalista Zachary Ezrin fue capaz de atraparnos con sus guturales oscuros y profundos, alejados del black metal tradicional, mientras que las demoledoras baterías de Kenny Grohowski supusieron una lección de blastbeat en temas como Gomorrah Nouveux.

El tercero en discordia es el bajista Steve Blanco imponente sobre el escenario y demoledor con unas líneas de bajo llenas de progresiones armónicas cercanas al Jazz pero cargadas de contundencia y tenebrismo.

El resultado de esta mezcla fue un show corto, que dejó con ganas de más a los allí presentes.
Máster boot Record

Llegó el turno de Máster Boot Record, un proyecto denominado Computer Metal.
El trio formado por los guitarristas Victor Love y Edoardo Tadeo junto con Giulio Galati a la batería saben mezclar a la perfección el sonido retro de las bandas sonoras de videojuegos de los 80 con un virtuosismo barroco al más puro estilo Yngwie Malmsteen, dando un show frenético donde no pararon de volar disquetes hacia el público mientras el espectáculo visual en televisiones de tubo catódico hacían las delicias de las generaciones más veteranas.

Con un repertorio que parecía sacado del equipo de soporte informático de tu empresa de confianza con cortes como CPU o FTP Master Boot Record dieron un show que fue intenso y acelerado, animando una Riviera que seguía llenándose lentamente.

El concepto Computer metal resulta interesante, los que vivimos la era dorada de los arcades y las primeras etapas de la música electrónica pudimos disfrutar de temas como CONFIG.SYS con un recuerdo a las tocatas de Bach en un sonido 8 bits. Quizás el ser plenamente instrumental te hace meterte plenamente en una experiencia inmersiva de aquellas tardes de recreativas que se vio finalizada con la llegada de BAYAREA.BMP haciendo que la velada transmitiera nostalgia, calidad técnica y contundencia se respiró durante una hora entera.

Igorrr

Y llegó el turno del plato fuerte de la noche, Igorrr llegaban a Madrid a presentar su último trabajo Amen.
Empezaron apenas pasados unos minutos de las 9 de la noche con el sample que nos llevaba a la potente Daemoni para ir alternando con temas más clásicos como Nervous waltz, cuya alternancia entre composición de cámara barroca, cortes electrónicos y violentos movimientos de metal es como una terapia de shock auditivo.

Blastbeat Falafel supuso un momento de éxtasis colectivo, la melodía arabesca junto con la contundencia de las guitarras de Martyn Clément dieron paso a la potencia gutural de JB Le Bail, cuya imponente presencia escénica es demoledora.

Siguieron con clásicos como Downgrade desert cuyo ritmo tribal evoca pasajes desérticos y arabescos antes de que la atronadora tormenta de guitarras y baterías asalten todo al rededor.
La locura se desataba con la electrónica de ADHD, cuyo épico final metió de nuevo a la banda y en donde la mezzosoprano Marthe Alexandre lució su registro vocal mas lírico, mientras que en otros temas como Hollow Tree sabe jugar con registros más rasgados y agresivos.

Hubo tiempo de clásicos como Polyphonic Rust antes de llegar a Headbutt que es una de esas canciones experimentales de Igorrr en la que el sampleado se instrumentos deja pendiente la agresividad compositiva original, aún así en directo entra como un misil que arrolla todo lo que rodea.
Otro de los temas de Amen que sonaron fue Infestis un single oscuro en el que las trompetas y percusiones nepalíes dan paso a los guturales que se adueñan del espacio. Algo que contrasta tanto con temas más melódicos como Himalaya Massive Ritual algo que tuvo su continuidad con Viande y la nueva Pure Disproportionate Black and White Nihilism creando un ambiente propicio para el trance colectivo.

Tras abandonar brevemente, volvieron al escenario Gautier Serré junto al incombustible Rémi Serafino una nueva descarga electrónica frenética con Very noise antes de ir cerrando con la potente Camel dancefloor y cerrar con Opus Brain título acorde al estado neuronal de los allí presentes quienes coreamos frenéticamente a la banda en busca de más adrenalina.

Tras una velada así es difícil recuperar la «normalidad» los límites de la zona de confort fueron tan brutalmente atravesados que permitieron descubrir universos sorprendentes más allá, estoy seguro que repetiré cuando estas bandas vuelvan a tocar por aquí.







