QUERCUS: CONCIERTO DE PRESENTACIÓN DE SU NUEVO DISCO IMPERFECTA NATURALEZA
Wurlitzer Ballroom, 06/10/2018
No es un secreto que una de mis bandas favoritas de todo Madrid se llama Quercus. Puedo reconocerlo porque no soy un crítico (ni se me ocurriría serlo), ni soy un periodista; tan solo un músico más en una ciudad repleta de músicos buenísimos. Por eso cada vez que escribo para Rock Culture lo hago como colaborador, desde la confianza y la libertad que me ofrece Alfonso Rock Culture para retomar esto de escribir cuando el tiempo me lo permite (últimamente poquito…)
Vamos al grano: Quercus. Es muy probable que los que me leéis aún no los conozcáis, pero creedme, están en franco y firme ascenso y pronto los tendréis puestos a todo trapo en vuestros reproductores, justo como los tengo yo ahora mismo. Son las 14:01 de un soleado pero ya otoñal domingo en la capital cuando me siento a escribir esto, y me he levantado tarde porque la noche anterior era la fecha señalada en el calendario para la presentación de Imperfecta Naturaleza, el primer y esperado hijo de unos Quercus que no tienen reparos en reconocer que ha sido un parto difícil, largo y perfeccionista. Finalmente éste hijo está en nuestras manos, como el tesoro que supone para todo grupo sólido destapar sus intimidades compositivas al público en general. Por experiencia, un auténtico reto contra el vértigo. El disco ha sido grabado, mezclado y masterizado por Miguel Lorenzo en Influx Records, y contiene un artwork muy interesante en el que han colaborado diversos artistas, el cual sólo podréis disfrutar si os hacéis con una copia física.
Tras unos últimos meses en los que esta banda no ha dejado de deleitarnos en directo pasando por salas como la Entre Darts Rock, la Sala Trashcan, La Tortuga de Lavapiés, o el festival de ‘La melonera’ de Arganzuela, entre otras, el día 6 de Octubre nos citaban en la afamada Wurlitzer Ballroom para la presentación de este álbum que es ni más ni menos que la destilación más fina de toda su historia y de todo el material que han ido construyendo como banda desde que este cuarteto (antes quinteto junto a Eduardo Reverón), nacido y desarrollado en Madrid, se fundara en torno al año 2012.
Al entrar en la sala percibí un ambiente amable, muchos amigos y un aforo casi lleno antes de empezar, aderezado con pequeños rastros de nerviosismo que pronto se disiparon con los primeros acordes de La corriente, tema con el que la banda abría un concierto en el que se presentaron como una auténtica exhalación creadora de eargasms para nuestros oídos y de reflexiones para nuestros cerebros. La corriente nos sumerge en un ambiente oscuro y reflexivo en el que volvemos a darnos cuenta de que sin quererlo nos estamos dejando arrastrar por los intereses de otros, por la rapidez impuesta de una vida en la que no se nos permite pararnos a pensar. ¡Qué suerte que el sonido fuera tan bueno! y que pudiésemos escuchar las letras casi al detalle, al mismo tiempo que la, a ratos delicada, a ratos atronadora música, que hacía que nuestros vellos se pusieran de punta y nos espoleara para prestar atención y abrir nuestros ojos. Desde el principio podíamos ver la riqueza con la que nos iban a desbordar estos Quercus. Flipantes las voces cruzadas entre la guitarra, el bajo, la voz y la batería… y lo que nos esperaba.
El espectáculo continuaba con La bestia humana, un tema armónicamente complejo, lleno de detalles a todos los niveles y muy enérgico, que hacía que las cabezas se mecieran ante un mensaje de crítica acerca de los comportamientos del ser humano constituido en sociedad superior sobre el resto del planeta. Los músicos y el público entraban en calor y ello hacía que todo marchara más fluido después de un tema tan brutal como éste en el que cada uno de los componentes de la banda sacaba a relucir todas sus habilidades.
Sonaba Puede, y Eva a la guitarra nos acariciaba con un elegante arpegio soportado por César a la batería; y de repente aparecía una dulce línea de bajo de Miguel, que nos daba una palmadita en la espalda y nos reconfortaba. Nostalgia en los oídos y dudas sobre nosotros mismos recordadas por la tremenda letra que nos confirmaba la voz de David: “puede que mañana cambie tu suerte, y seas el siguiente…”.
El concierto seguía con Solo, un tema que no está incluido en este nuevo disco, pero que viene siendo una constante en los directos de la banda y que sin duda podréis seguir disfrutando en vivo. Tras él llegaba el momento de los agradecimientos por parte de toda la banda a todos aquellos implicados en la grabación del disco, el diseño, el artwork, el esfuerzo, el apoyo del público… Un momento emotivo, que acababa con el inicio del riff de Rémora, y el repiqueteo sobre el charles de César. En este tema Eva desnuda cada acorde, los muta, los vuelve luminosos, los torna en oscuros, los intercambia, los muda, los modula… y nos regala una letra que nos hace tocar fondo imaginariamente para querer resurgir y plasmar una esencia inmortal que nada ni nadie pueda destrozar. Que no haya rémora infranqueable en nuestros caminos.
Los otros, toda una carga contra aquellos que intentan programar y controlar nuestras ideas y pensamientos, nuestro tiempo, nuestras vidas… fue traducida en éxtasis sobre el escenario con una fuerza desgarradora de la banda apostando por la resistencia de las ideas personales. Ello ocurría justo antes de que llegara el turno de Ned Ludd, una canción con una temática que me hace especial ilusión. Quien quiera saber porqué solo tiene que leer y pensar.
Llegaba el turno de una sorprendente versión adaptada al rollo Quercus, de la que David reconocía entre risas que había sido idea suya y que le hacía especial ilusión. Un Shape of my Heart de Sting y Dominic Miller pasados por el filtro del rock alternativo y oscuro de corte noventero y por el sello Quercus, resultaba en un temazo que removía las columnas del público y desenfadaba la cita regalándonos sonrisas y buen rollo.
Tras este punto de inflexión entrabamos en la recta final del concierto, que acumulaba algunos de los temas más conocidos y más valorados de la banda madrileña. Sonaba No callar, otro de los temas que han quedado fuera de este disco por el momento, pero que podréis disfrutar en sus directos; y llegaba también el turno de La princesa sometida, uno de los adelantos que la banda compartió días atrás y que daba pie a otro toque de humor a la velada cuando David pedía la colaboración del público para cantar el estribillo, y entre risas lo ensayábamos dos o tres veces hasta conseguir un resultado decente. Lo cierto es que luego quedó muy bonita y emotiva esa colaboración del público, en un tema tan precioso como éste, en la que siempre me embelesa esa tan perfecta intro en la que entre Miguel, Eva y César crean una atmósfera muy bella para desembocar en el riff principal del tema que es pura crema de la crema tanto rítmica, como melódicamente y armónicamente. Probablemente uno de los temas más increíbles de todo el álbum, en el que el trabajo en equipo resalta de una manera sobrenatural, se reconducen y se comparten las ideas de la composición, y se recoge en una de las más profundas metáforas letrísticas de un álbum creado para ofrecernos un espacio privado de reflexión personal en el momento en el que te colocas los cascos en casa y te dedicas ese tiempo, pausa y pensamiento recogido que reclama esta obra que es Imperfecta Naturaleza.
Se palpaba el final y todos estábamos deseando cantar el que ya es un himno de Quercus, y hasta el momento el tema más conocido: Valsaria. Otra de esas intros que me ablandan el corazón y los oídos abre este tema, que más tarde se torna en una dura historia escondida tras el vuelo de cada palabra y que os invito a descubrir.
Tras Valsaria César y Miguel se arrancaban en un torbellino en la batería y el bajo que daban paso al inicio de Reloj, otra de las grandes piezas de este disco, con la cual la banda se despedía de nosotros. Sofisticado fraseo de inicio entre la guitarra y el bajo que da paso a la voz de David con una letra que a pesar de todo me sacó una sonrisa de identificación y conciencia personal en una narración sobre la dureza cotidiana, sobre nuestras rutinas en la ciudad, sobre el tiempo malgastado, vendido… vendido porque estamos oprimidos. Un tema potente en el que lo progresivo se combina con lo hard rockero, aunque es difícil encajar a Quercus en una etiqueta, y eso, desde mi punto de vista, es una virtud, aunque en ocasiones pueda complicar la jugada.
Enamorado de este tema, una vez más lleno de detalles, compases irregulares, ritmos sincopados y cortes, se acababa el concierto entre abrazos de éxito, aunque por fortuna el calor del público, que no dejaba de aplaudir y demandar otra más, devolvía a los músicos al escenario para una última descarga llamada Fobia, otro auténtico trallazo que venía de perlas para cerrar el concierto por todo lo alto y dejarnos expectantes y deseosos de más pasos sobre el escenario de esta pedazo de banda.
Para terminar solo me queda decir que se hace notar que Quercus son una familia en la que es admirable y envidiable la química y el desarrollo de sensaciones entre estos imprescindibles cuatro miembros. Eva es una de mis guitarristas favoritas sobre la faz de la tierra, capaz de agrupar unas armonías en sus manos que muchos pasan años intentando conseguir sin éxito; César es un auténtico torbellino a la batería, lleno de garra y precisión. He visto a pocos baterías de rock que se manejen con semejante elegancia. Por otro lado, la riqueza armónica, rítmica y corpórea de Miguel, ofrece el contrapunto a la batería y la guitarra y expande y rellena el tiempo y el espacio que le ofrece esta formación con más que ingeniosas líneas de bajo, y además la voz peculiar, camaleónica, dulce y desgarradora a ratos, sincera, de David, era la pieza final que encaja a la perfección en este cuarteto que sin duda nos va a seguir emocionando en directo y en casa con este nuevo Cd.
Redacción: Sergio Ortuño.
Fotografías por Miriam Díaz
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