Si no tienes ni idea de música clásica pero te apetece quedar como bien, escuchas esto y sueltas que es un despliegue de notas entre el neo y el post barroquismo y te quedas tan pichi. Pero esto es lo nuevo de Marty Friedman, vamos a poner ganas y cariño.

Hay de todo, cortes extensamente instrumentales, canciones con voces y letras y ay, sorpresa, un tema en castellano, creo no poder pedir nada más para entretenerme un rato largo.

La luz llega con Illumination, más allá de los dedos y las cuerdas de la guitarra de Marty, un piano se vuelve muy loco y los seis minutos se pasan en dos golpes de batuta del director de esto.

Cacophony, Megadeth, que pasado tan creativo y variado, así pasa que te suelta un Song For An Eternal Child al violín y piano y ya no sabes si esto ha salido de Frontiers o de la Viena de hace siglos. Eh, que sí, que luego toca la guitarra como sabe y mete cositas chulas que adornan.

El disco se titula Drama, así como muy de frente y este tema Triumph, me lleva a todo lo contrario, el piano y el violín, muy de salón de corte en ese palacio pomposo y recargado, es que eso de que es la versión oficial, me hace pensar que hay otra descocada y salvaje y la quiero escuchar.

Llega el rock, sin más, bueno sí, con melodías, que Thrill City le mete la caña que esto iba necesitando con sus golpes de batería, sus cuerdas graves y sus distorsiones, sublevando protagonismo.

Elevando los atmosféricos elementos que nos presentó en su anterior trabajo, Scenes, ha llevado esto hasta crear unas mini sinfonías épicas, extravagantes y descaradamente emocionales, Deep End, ejemplo. De nuevo el manso piano de Mika Maruki se marca una progresión hasta que se descubren el resto guerreros y apabullantes.

Producido por él mismo, en Dead Of Winter mete la primera voz, Chris Brooks y nos ha dejado un tema melódico de hard rock que es casi imposible que no te entre, con final al piano.

Si te dejas, las variaciones de Mirage te transportan a reinos cautivadores, evocando lágrimas y escalofríos repentinos con esos innovadores arreglos, la  batería de Gregg Bissonette excelencia acompañando la barrabasada de solo de Friedman.

Barroquismo guitarrero, compuesto entre la desgana o suspense, casi tu cabeza le empuja a meter la siguiente nota, desarrolla una inolvidable experiencia no solo a las seis cuerdas en A Prayer.

Por si todo lo anterior no hubiera sido suficiente, nos avisa que Acapella, es un solo de guitarra, imaginad ese estudio, a ese Marty creando esto, rítmicamente, es una continuación del tema anterior. Qué fácil parece llenar el silencio sólo con unos dedos y una guitarra.

Fundida con la anterior, arranca Tearful Confession, más notas sacadas con sufrimiento al escucharlas, algún guitarrista acaba llorando lágrimas en forma de púas con esto, menuda master class brinda hasta que entran el resto, ha llevado bien eso de querer explorar los límites de su ejecución si.

No sé qué más le queda por hacer, pero empieza Icicles y siento como esa estalagmita y esa estalactita acaban por fundirse, sin apenas darte cuenta, todo fluye y sucede entre la cabeza y las manos de Marty, intrincado, técnico y progresivo este trabajo es fundamental en su carrera. 

Concluimos esta terapia guitarrera con la última sorpresa para los que usamos el castellano como lengua, 2 rebeldes, Steven Baquero Vargas a la voz. Piano, quizá la letra no sea lo mejor, y puede que suene un poco a banda sonora de una película de Disney, muy pop, pero hace ilusión este detallazo, sea como sea que se haya labrado.

Ser capaz de desarrollar esta narrativa, de comunicar emociones e inspirar artistas, más allá de espectaculares solos es digno de admirar. Un must para amantes de la guitarra este Drama de mister Marty Friedman. Ojalá un directo.