Cuando los jóvenes Michael Lang, Artie Kornfeld, Joel Rosenman y John P. Roberts decidieron crear un festival, no sabían la importancia que el evento alcanzaría. El Festival de Woodstock lanzó su primera edición en 1969 y a pesar de que artistas como Led Zeppelin o Bob Dylan decidieron no participar, el evento pasó a la historia. ¿Por qué? El concierto llegó a acoger a más de 400.000 personas que se reunieron por una causa común: poner fin a la Guerra de Vietnam.
Hippies versus Nixon
Michael Lang y Artie Kornfeld tan solo pretendían construir unos estudios de grabación cuando se embarcaron en la producción del Festival de Woodstock.
Los jóvenes contactaron con Joel Rosenman y John P. Roberts para llevar a cabo la creación de los estudios. Sin embargo, estos últimos les propusieron una idea distinta: realizar un concierto con diferentes artistas, a lo largo de varios días y al aire libre: el Festival de Woodstock.
La tarea no fue sencilla y muchos músicos de renombre rechazaron la oferta ante un evento nuevo, sin garantías y con escasos medios para salir adelante.
No fue hasta que Creedence Clearwater Revival aceptaron la propuesta que el resto de artistas invitados decidieron unirse a este festival.
Janis Joplin, Jimi Hendrix o The Who accedieron a participar en el show y el interés por el evento comenzó a acrecentarse entre la población de los Estados Unidos.
Aún con todo, no fue exactamente el estupendo cartel con el que contó el festival lo que llevó a más de 400.000 personas a desplazarse hasta el lugar, sino una acertada publicidad que fue capaz de resonar con la situación que la juventud norteamericana estaba viviendo.
En plena Guerra de Vietnam, el evento se presentó como “3 días de paz y música” y es esto lo que lo hizo estallar.

Para 1969, Estados Unidos llevaba ya unos cuantos años sumido en una catastrófica guerra en el país asiático. Y ésta, lejos de mejorar, no hacía más que empeorar.
Las protestas de buena parte de la población eran casi diarias y la juventud tan solo quería que la situación terminara.
Eventos como el Mayo francés o la Primavera de Praga junto con la temática de las canciones de artistas como John Lennon, sirvieron como revulsivo para que esta juventud americana se uniera contra la guerra y a favor de la paz y el amor. Sí, ellos eran a quienes, posteriormente, conoceríamos como “hippies”.
Ante tales protestas, el recién elegido presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, lejos de escucharlas promulgó la “mano dura” contra ellas. Y llevó a cabo una campaña de desprestigio contra estos jóvenes.

Sin embargo, tales políticas jugaron una mala pasada al Presidente y el interés por el Festival de Woodstock que iba a celebrarse del 15 al 17 de agosto de 1969 alcanzó máximos.
Woodstock: una organización desastrosa para un festival apoteósico
A dos semanas de comenzar el festival, sus creadores todavía no contaban con un terreno donde llevarlo a cabo.
A pesar de que la publicidad había conseguido generar un creciente interés por el evento entre la juventud, el discurso de Nixon había llevado a otro sector poblacional a posicionarse en contra del mismo. Lo que hizo la tarea de encontrar un lugar donde acogerlo especialmente compleja.
Así las cosas, ningún propietario daba el visto bueno al festival. De este modo, éste finalmente no se realizó en Woodstock, sino en una localidad que se encontraba casi a 70 km del lugar: Bethel.
El equipo del festival comenzó a montar las instalaciones a pocos días de que el evento tuviera lugar. Lo que no se esperaba es que dos días antes de su comienzo ya hubiera asistentes dispuestos a obtener los mejores lugares en el recinto.
La situación se acrecentó el día anterior al festival y sus organizadores, ante la incapacidad de gestionar la venta de entradas cuando las vallas ni siquiera estaban colocadas, decidieron hacer que el festival fuera gratuito.
La gente se colaba sin problema en un recinto sin vallar a pleno aire libre y los atascos de coches ocupaban varios kilómetros. Muchos de los asistentes abandonaron sus vehículos y llegaron al recinto andando durante varias horas.
Para el 15 de agosto eran más de 400.000 personas las que ocupaban el recinto (como si toda Murcia hubiera asistido al evento). Y, por supuesto, no había ni comida ni bebida para todos.
Por si no fuera suficiente, la lluvia impidió al festival desarrollarse tal y como estaba programado. De este modo, finalizó el lunes en lugar del domingo, con una espectacular actuación de Jimi Hendrix.
Pese a todo, ni el fango que se amontonaba bajo los pies de los asistentes, ni la falta de comida, ni la lluvia, ni la caótica organización, impidieron al Festival de Woodstock desarrollar su propósito principal: 3 días de paz y música. Así, el evento tuvo lugar sin apenas ningún altercado importante, haciendo gala del movimiento pacifista sobre el que se asentaba.
El Festival de Woodstock fueron tres días de paz y música que, sin embargo, durarían una eternidad, pasando a la historia como la cumbre de la contracultura hippie y del movimiento más grande contra la Guerra de Vietnam.