La sala Caracol abría sus puertas un miércoles para ofrecernos los shows de tres bandas, King Zebra, Shiraz Lane y Crashdïet, variedad dentro del mismo rollo.

Se agradece que las bandas internacionales vuelvan a girar por nuestro país. Como bien saben hacerlo, los nórdicos han cargado un enorme bus de buen rollo y energía y han pasado por aquí dejando un buen rollo necesario y extrañado.

Los suizos King Zebra, abrieron la noche con su desenfadado hard rock y un Eric St. Michael (ex-China) por el que parece que no pasan los años a pesar de los sudores por el calor general, sin duda ha dado una nueva vida a la banda. Defendieron sus temas ante los presentes, que no éramos pocos, abriendo con Be the Hunter y un sonido más que aceptable. Hot Cop Lady su último hit fue quizá el tema que más despertó la participación de una sala a medio gas, la actitud sobre todo de Roman Lauer a la guitarra fue determinante para el brillo de su show. El resto del repertorio, como la rockera She Don’t Like My R&R o la reivindicatoria We´re The Survivors. recayó sobre temas de su álbum Survivors, lanzado en 2021, acabaron dejando un buen sabor de boca y ganas de mucho más.

Entre visitas a la barra y al puesto de merchan se pasó el breve tiempo de rigor de cambio de escenario, da gusto este tipo de grupos, eficaces y puntuales.

Shiraz Lane son la típica banda que nunca me cansaré de ver aunque sea como teloneros. Recuerdo que al escucharlos por primera vez, mi temor era si a mitad del show me cansaría de los falsetes y los agudos de Hannes Kett, voz y miembro fundador de la banda, pero no, me parecieron insultantemente jóvenes y con potencial suficiente como para mejorar y asentarse. Parece que así va siendo y con el tiempo sus directos mejoran y ganan peso en cuanto a calidad y consistencia. Sin duda tienen temas que pegan y se quedan en la cabeza sin remedio, tal vez les falta compensar el resto. Jani Lane sigue con su rollo blues y su nivel ha mejorado tanto con los años, ya son más de diez los que la banda lleva en activo, que es un placer verlo. Miki Kalske le acompaña a las cuerdas y sostiene la armonía de ese hard rock ochentero al estilo. El resto de la formación finesa la completan Joel Axel con su potente bajo de cinco cuerdas y su apoyo vocal, y Ana Vilkkumma dando ritmo a la batería con una progresión a resaltar también.

Wake Up fue el punto de inicio de un acalorado concierto en que todos sudamos. Tuvimos la suerte de disfrutar de temas de su nuevo álbum que se publicará en agosto, como Disconnect from the Matrix la cual fue recibida con expectación y Scream. Irremediablemente con los temas con los que nos vinimos todos arriba fueron los casi clásicos ya, Broken into Pieces y Harder to Breathe. La interacción y la conexión fue total hasta el punto que Hannes acabó cantando entre el público. Eché de menos Mental Slavery, lo cual indica que su nivel está llegando a dejar fuera temas para meter nuevos. Ellos son así, y nos encanta, prometieron volver, pero encabezando los shows y sobre todo con más tiempo en escena, porque no me dio tiempo a todo. Es genial ver como esta clase de formaciones crecen y se consolidan. Ojalá su próximo disco, que saldrá en agosto de este año, les haga por fin ser quienes cierren esas buenas noches que nos hacen pasar.

El ambiente alrededor predecía que llegaba la banda fuerte, los suecos Crashdïet se la jugaban de nuevo ante un público expectante por volver a ver su directo.

Go big or go home es como su frase motivadora. Los ave fénix del sleaze sueco han vuelto a demostrar que siguen ahí por algo. Siempre criticados por sus carencias en directo, que podían llegar a dejar un amargo sabor de boca, dado lo bien que suenan en estudio. Personalmente creo que Gabriel Keyes va creciendo a buen ritmo, Martin Sweet, guitarra y alma de la banda sigue tomando buenas decisiones. Peter London al bajo sigue jugando con su rollo tanto musical como personal. A la batería se les ha unido para esta gira Lacu (ex Hanoi Rocks) y su experiencia no hace que se sienta un extraño.

Su último disco Automotion me ha volado la cabeza, son chicos listos y han pensado que abrir el show con uno de sus últimos singles, Together Whatever dictaría sentencia de lo que nos esperaba y subió pulsaciones antes de que nos diera tiempo de asimilar la situación. Lástima que una de las cuerdas del bajo saltara, provocando que Shine On se cayera del setlist.

Con su larga carrera pueden centrarse en tocar lo que quieran, inteligentemente saben a qué aferrarse y la diversión sigue siendo su principal finalidad al subirse ahí arriba. Cocaine cowboys, It ‘s A Miracle o Riot in Everyone siguen siendo sus musts macarras y gamberros. No Man´s Land acabó por dejarnos muertos, con Beautiful Pain quisieron agradecer todo el cariño que estaban recibiendo, y dando, porque para bien o para mal, lo dieron todo. Cierto es que Gabriel se tomó demasiados descansos vocales entre trago y trago de agua, que lo compensa con entrega.

El estruendo final lo montaron con Breaking the Chainz, Queen Obscene y por supuesto la esperada Generation Wild, Gabriel lo dió todo, invitando Hannes, de Shiraz Lane a acabar un tema, bajando él mismo a cantar entre los asistentes y acabando con las tres bandas de la noche montando la fiesta padre todos juntos encima del escenario.

Que no son unos virtuosos, es algo que antes de entrar a la sala ya teníamos claro, que se nos hacen cortos sus shows, también. Entre medias, podemos debatir durante horas sobre puesta en escena versus calidad. Me reitero, me entretienen, me dan buen rollo y aunque los prefiero en un ambiente festivalero, me fui tan feliz.