Un año más es cita ineludible uno de los más longevos y saludables festivales de Rock de este país, el Azkena Rock Festival. Vitoria se engalana para la ocasión y recibe durante los dos días que dura el evento una peregrinación rockera desde todos los puntos cardinales patrios. Una gran variedad de estilos desfilan por sus escenarios, pero siempre con la esencia de un motor fuerte y compacto que hace rugir a las miles de personas que se congregan a su alrededor.
Como aperitivo tuvimos de manera gratuita El Ostaguna Fest que se celebra un día antes del Azkena en la Plaza de la Virgen Blanca. Allí
En la misma Plaza habilitaron un punto de acreditación para poder canjear las entradas por las pulseras, medida que agilizó mucho el acceso al recinto festivalero en el día posterior.
Viernes 23 de Junio
La primera jornada del Festival contó con la inesperada caída del cartel de los británicos The Meteors por problemas logísticos, por lo que los vascos Fetixe que se encargaron de abrir fuego en esta edición alargaron algo más una potente actuación.
En el escenario principal (este año dedicado a los recientemente fallecidos Chuck Berry y Chris Cornell) descargaron los también londinenses The Godfathers, completando un show muy compacto aunque algo deslucido por la temprana hora del mismo. En mi opinión son una banda más de sala y el sonido en esta ocasión tampoco ayudó demasiado.
Nos trasladamos al segundo escenario (dedicado a Greg Allman y Sharon Jones) para disfrutar de una de las bandas nacionales más potentes de la actualidad. The Soulbreaker Company son ya casi unos fijos en las diversas ediciones del Festival. No decepcionaron en absoluto basando su descarga en los mejores temas de su repertorio combinados con su más reciente trabajo llamado La Lucha.
De ahí nos dirigimos al tercer escenario (dedicado a Greg Lake y Javi Ezquerro) para ver a unos clásicos de NWOBHM que no son otros que los también británicos Tygers of Pang Tang. Ya sólo quedan un par de componentes de la banda original donde también militó el gran John Sykes (Thin Lizzy, Blue Murder, Whitesnake) pero demostraron encontrarse en bastante buena forma y combinaron grandes clásicos como Spellbound con sus composiciones más actuales.
Casi finalizando la actuación nos volvimos a trasladar al tercer escenario a presenciar lo que al final resultó ser uno de los conciertos más demoledores de este primer día. Los Norteamericanos Crank County Daredevils llevan por bandera un rock sucio y macarra que destila autenticidad por los cuatro costados. Poseen ese germen que bandas como Guns´n Roses tenían en sus inicios reflejado en la actitud escénica. Con un sonido demoledor pusieron patas arriba a los que allí nos congregamos. Presentaban su nuevo E.P. Feed The Beast del que lanzaron algunas promos al público así como camisetas con el logo de la banda. Hacia mitad del show bastante gente migró al escenario principal porque ésta actuación se solapaba con la de Cheap Trick pero nada ni nadie pudo impedir que nos quedásemos a terminar de ver semejante salvajada. Como anécdota cabe decir que el frontman de la banda,Scotty P., finalizó la actuación con un pie roto al saltar al foso, cosa que no hizo que el show continuase. Había que estar allí.
Vuelta de nuevo en una nube para el escenario 1 a ver a las leyendas de Illinois Cheap Trick que dieron muy buen concierto repleto de sus
On the top of the World, I want you to want me, Baby loves to rock o la sempiterna Surrender completaron una buena actuación por parte de veteranos rejuvenecidos como Ricky Nielsen o Robin Zander.
En ese momento se nos planteó el gran dilema del Festival. Ver a Graveyard en el escenario 2 o trasladarnos al 3 a ver a los también suecos Hellsingland Underground. Optamos por los segundos siendo conscientes de que el concierto de Graveyard sería otra bomba como también pudimos ver en 2012.
Hellsingland Underground son una banda absolutamente maravillosa. Era la tercera vez que los tenía delante y me une a ellos una química muy especial. Tienen esa esencia añeja de las bandas de los 70 pero a la vez son capaces de desplegar unas melodías musicales completamente adictivas. Por poner un ejemplo el que sea fan de Thin Lizzy encontrará en ellos un gran filón. Los duelos de guitarras dobladas entre Peter Henrikson y Matts Olson son una delicia para los oídos. Nos deleitaron con temazos como Evil will Prevail, The Lost River, No Regrets, Dizzy Jonsson & The Rovers o Sparks will never die. Al final del show pudimos hablar un ratito con Peter Henrikson al que ya nos une una cariñosa amistad. Nos regaló unos cuantos abrazos de agradecimiento y algunas púas de su guitarra.
Sábado 24 de Junio
Tras una primera jornada memorable nos dispusimos a empezar la segunda con expectativas muy grandes porque los que se nos venía encima también era de traca. LLegamos al recinto con los últimos compases del concierto de Buck & Evans en el escenario 3. Bluesrock de alta factura. Una pena que no llegásemos a ver el concierto completo.
En el escenario 2 arrancaron los suecos Bloodlights comandados por el ex-Gluecifer CapitánPoon. Buen show de punkrock interactuando
De allí nos movimos al escenario principal a ver a los británicos Inglorious. Una banda donde destaca por encima de todos su joven vocalista Natham James (no solo por la voz también por su volumen corporal) y que reúnen muchas influencias de clásicos como Rainbow o Purple. Buen show que fue un poco de más a menos.
En el escenario 2 ya había comenzado el concierto de Loquillo. ¿Qué podría decir a estas alturas sobre él? Pues que sigue desprendiendo una clase y una actitud sobre el escenario como pocos artistas de este país. Respaldado por una enorme banda fue soltando sus canciones eternas como La Mataré, Cadillac Solitario o El Ritmo Del Garage. El público vitoriano se entregó a tope con él y supo agradecerlo con creces.
Llegó la hora de una de mis debilidades del Festival, íbamos a ver a los británicos Thunder en el tercer escenario. La primera vez que disfruté de ellos en directo fue en el lejano año 1992 cuando vinieron teloneando a Extreme y presentando su segundo disco Laughing on Judgement Day. Desde ese día me robaron el alma pero hasta 25 años después no iba a tener la suerte de volver a encontrarme con ellos. Sólo puedo decir que fue un concierto extraordinario donde la banda sonó como un reloj y nos puso a todos en pleno éxtasis. Un Danny Bowes de animador del cotarro con una voz y un feeling sólo al alcance de los más grandes respaldado por un destacado Luke Morley a la guitarra. Wonder Days, River of Pain, Stand up, Serpentine, Love Walked in o la maravillosa Low life in High Places fueron algunos de los highlights de un concierto que se me quedó grabado a fuego para siempre.
Tras este deleite musical recuperamos fuerzas mientras veíamos un poco de lejos a Union Carbide Productions en el escenario 2, sonaron bien y muy compactos.
Tomamos posiciones en el escenario principal para disfrutar de otro “grande” como Chris Isaak. Enfundado de su traje azul decorado con lentejuelas salió ante una audiencia que ya conocía de su anterior paso por el Festival en 2010 y que demostró un cariño, respeto y devoción por el artista dignos de destacar. Two hearts, Blue Hotel, Wicked Game, Pretty Woman, La tumba será el final (ranchera con guiño al público) o Speak of the Devil fueron algunos de los temas (25 en total) que nos envolvieron a todos.Un artistazo que nunca falla.
Como colofón al gran día nos quedaba la guinda del Festival. Los británicos The Cult pasaban por segunda vez por los escenarios del Azkena tras una controvertida actuación en el 2011 donde vimos una de las peores tardes de Ian Atsbury.
Con la incertidumbre de lo que nos podíamos encontrar arrancaron con potencia y demostrando que tenían mucho que decir. Disponen de un arsenal de hits capaz de volar la tapa de los sesos a cualquier rockero y tiraron de oficio con un Billy Duffy a la guitarra que se enmarca en el escenario como un icono que te destroza acorde tras acorde y riff tras riff. Ian Atsbury es como un ave fénix que ha renacido de sus cenizas y nos dio un despliegue de frontman inalcanzable para cualquier estrellita de medio pelo. Clásicos como Wild Flower, Rain, She sells Sanctuary, Peace dog o temazos de más reciente elaboración como Deeply Ordered Chaos o Honey from a Knife nos noquearon una y otra vez. La única pega que puedo poner fue la hora escasa que estuvieron en el escenario porque de las 6 veces que los he visto ha sido de la que más contento he salido por todo.
Haciendo balance de toda la edición de este año puedo decir que musicalmente para mí ha sido la de mayor nivel colectivo. Las mejoras en cuanto a sonido han sido notables porque en los últimos años había sido una queja bastante generalizada. En cuanto a servicio y precios todo es siempre mejorable pero creo que lo del sistema de pago con pulseras es un paso adelante bastante positivo.
Nos vemos en 2018 y Larga vida al Azkena Rock!!!!