Crónica Bon Jovi + Marea – Wanda Metropolitano (Madrid) – 7/7/19

No es ninguna novedad que Bon Jovi, cada vez que anuncian concierto en nuestro país agotan entradas. Anunciado desde hacía meses y pese a sus precios desorbitados, los de New Jersey volvieron a llenar un estadio, en este caso el Wanda Metropolitano de Madrid, hasta la bandera. El público, hasta donde conocemos, llevaba haciendo cola desde la una de la mañana desde ese mismo día para no perder así la tradición de asegurarte la primera fila para ver a tu grupo favorito. Pese al horrible calor de julio, la gente aguantó una dura jornada al sol.

Tras la incesante llegada del público al estadio, Marea abrían la velada puntualmente. Todos conocemos las malas costumbres de algunos públicos de saltarse a los teloneros o ignorar su presencia para ir directamente al show principal, pero en este caso, la banda de Berriozar congregaba a legiones de fans que aprovecharon su presencia en Madrid tras el éxito en la Caja Mágica. Atronadores, abrían la tarde con En las encías, canción que inicia su último trabajo, El Azogue (2019). Kutxi Romero pisaba las tablas con una presencia abrumadora, enfundado en un halo de patriarca gitano, desde el primer segundo se fue ganando al público con su carisma y su característica voz. “Viva el rock and roll gitano”, que decía mientras se encendía un cigarrillo tras otro a medida que avanzaban los temas como una sucesión de disparos a un público que disfrutaba cada uno de los versos que desgarraba. Además de las canciones del disco que presentaban como El Temblor o Muchas lanzas no podían faltar los viejos himnos como Corazón de Mimbre, Marea o Perro Verde e incluso Piñas, el bajista, interpretó Pecadores, canción que cierra El Azogue. Marea se despedían finalmente con una inmensa ovación de un público que no solo estaba ahí para ver a Bon Jovi si no para disfrutar de una de las mejores bandas nacionales que les deleitaron con más de una hora de puro Rock and roll y poesía.

Finalmente, con extrema puntualidad, a las diez de la noche y aún con cierta claridad en el cielo, las campanas de Hells Bells de AC/DC precedían a la oscuridad que indicaba la inmediata presencia de los de New Jersey. Iniciando con This House is not for Sale, canción homónima que abre su último trabajo aparecían todos con un sonido excelente en cuanto a instrumentos, pero con la voz prácticamente indistinguible del muro de sonido. Sin descanso los temas clásicos empezaban a aparecer; Raise Your Hands, You Give Love a Bad Name o Born To Be My Baby donde la carencia de Richie Sambora sigue notándose, pero donde Phil X, su sustituto, hace un trabajo excelente con increíble humildad. Prácticamente a la mitad del concierto, la voz de Jon Bon Jovi empezó a flaquear, quizá debido a los años sin descanso o al sofocante calor que no ayudaba ni al público ni a la banda. Durante el largo solo de guitarras y teclado de Keep The Faith desapareció del escenario quizá para descansar la voz un poco volviendo seguidamente junto a una gran ovación que apreciaba enormemente el esfuerzo que le suponía.

Una de las sorpresas de la noche fue Runaway que no solía aparecer en los repertorios de la actual gira europea y que fue de las canciones que mejor sonaron de la noche. La otra sorpresa, al menos para aquellos que no estuvieron en 2011 en su última visita a Barcelona, fue el estribillo de Bed of Roses interpretado en castellano siguiendo la versión traducida Cama de Rosas. Qué cosas más raras se hacían en los noventa. La tercera sorpresa fue con In These Arms, la cual el público respondió con ferviente energía. Lay Your Hands on Me iba gastando las últimas fuerzas que le quedaban al público que desde el primer segundo coreaba todas y cada una de las canciones. Tras Bad Medicine desaparecieron del escenario para afrontar las dos últimas canciones. Una espina que se nos quedó clavada a más de uno fue que en el setlist apareciera These Days pero quizá por falta de tiempo o por cansancio vocal, Jon Bon Jovi decidiera no interpretarla y pasar directamente a I’ll Be There for You cuya parte final, coreada a pleno pulmón por el público tuvo que escucharse hasta en la última frontera de Madrid. Finalmente, y como no podía faltar, empezaba a sonar el teclado que indicaba que llegaba el himno en mayúsculas, Livin’ on a Prayer, que levantó hasta la última alma desmayada (hubo bastantes desmayos antes de empezar el concierto, todo hay que decirlo).

A veces, ver a tus ídolos, dependiendo de su trayectoria o sus condiciones supone que puedan surgir ciertos inconvenientes. En este caso el único fue la voz de Jon Bon Jovi, que no pasa por uno de sus mejores momentos, pero aún así sé que todos los que estábamos ahí, por mucho que pagáramos por la entrada, agradecíamos el esfuerzo que suponía para él llegar hasta el final en esas condiciones. Y agradecemos todas y cada una de las veces que han decidido pasarse por España porque pese a ser una de las bandas más odiadas desde hace décadas por el sector pureta del rock, siguen siendo aquella banda que cambió miles de vidas. Y pese a quien pese, seguiremos llenando aquellos estadios que pisen.