Asistimos a una de esas grandes citas de Rock de estadio donde Iron Maiden volvió a deslumbrar ante un público entregado.
De verdad que no sé por dónde empezar esta crónica porque los sentimientos que me produjo el antes, el durante y el después son raros y contradictorios.
Hace aproximadamente unos 35 años que empecé a escuchar a Iron Maiden, se convirtió en una de mis bandas de cabecera (cómo no, si has mamado Heavy Metal y Hard Rock de los 80) hasta que dejé de escuchar sus nuevos lanzamientos después del Fear Of The Dark. El motivo: pues que durante unos años pasé a profundizar mucho en otros géneros como el Grunge u otros más alternativos, algunos que ni siquiera tienen nada que ver con el Rock. Pero como el que tuvo retuvo, unos años después, coincidiendo con mi inmersión en sonidos más oscuros y pesados, volví la vista atrás a mis raíces y fue un renacer dentro de mí, ya con la perspectiva de cierta madurez, de esa música y cultura que a día de hoy sigue siendo una de mis pasiones y una constante en mi día a día.
Cuando en otoño del año pasado los Maiden anunciaron esta gira llamada The Future Past Tour 2023, con ese título premonitorio y un deseo de mostrar lo nuevo (su disco Senjutsu lanzado en 2021) sustentado en lo clásico, especialmente su brillantísimo Somewhere In Time, por primera vez en muchísimos años me plantee seriamente ir a un concierto multitudinario de estos. Lo reconozco, no me gustan, demasiada gente, colas, incomodidad, si la banda tiene un mal día te lo has jugado todo a una carta y te has gastado una pasta. Por eso puedo decir que absolutamente casi todas las veces que he visto a alguna banda o artista mítico ha sido en festivales o salas. En los primeros, la masificación se ve compensada por la cantidad de opciones que ofrece el cartel, que a alguien con gusto variado como yo le suele rentar, y en las salas, la experiencia de cercanía y generalmente el sonido más compacto y sin dispersión suelen ser factores que me tienen ganado.
Pero ay! esta vez me picó el gusanillo por dos motivos, el primero porque venían a Murcia, tierra que no pisaban desde 2005 y en aquella ocasión me pilló a miles de kms. de aquí. El segundo motivo se llama Somewhere In Time. El primer disco que escuché cuyo sonido me pareció redondo, potente y nítido a la vez. Como diría alguno, un sonido «gordo» y a la vez brillante. Una producción maravillosa para un compendio de canciones que están entre mis favoritas de los nueve discos que he disfrutado en toda su carrera.
Aunque no ha terminado el 2023, ya podemos decir que ha sido un año espectacular para el Heavy Metal en la Región de Murcia.
La espera en fechas previas a esta gran cita se hizo mucho más llevadera, y seguramente rebajó bastante la expectativa y desvió la atención, gracias a la celebración hace unas pocas semanas del Rock Imperium Festival en Cartagena, también organizado por la misma promotora de la gira de Iron Maiden, Madness Live, donde tuve el gusto y el honor de trabajar como fotógrafo intentando transmitir fielmente la imagen y la experiencia del festival. Por eso, llegado este día aún tenía fresca la trepidante sensación de haber disfrutado muy de cerca de gigantes de esto como KISS, Deep Purple, Helloween o Europe. Pero es que en apenas 3 meses y poco, además de estos, he podido trabajar en los conciertos de W.A.S.P. y Geoff Tate (ex-Queensrÿche) también en la Región de Murcia. Todos ellos grandes nombres de esas bandas raíz de mi gusto musical que mencionaba al principio.
Por todo esto, y en en medio de una ola de calor que nos lleva asando a fuego lento desde hace ya unos cuantos días, en las horas previas me encontraba en casa reuniendo fuerzas para dirigirme a Mordor, que es lo que esperaba encontrarme a las 5 de la tarde cuando abriesen las puertas del Estadio Enrique Roca de Murcia. Por algún motivo que desconozco, los jueves es el día de la semana que más cansado me encuentro y me cuesta horrores arrancar y rendir en el trabajo. Si encima después vas a meterte en una caldera durante horas, ufff, tuve que armarme de valor para salir de casa.
Foto: Pedro Hernández
Y es que palos con gusto no duelen, qué demonios, al coche, con aire acondicionado y la música a tope, sin miedo al calor… ni a la oscuridad.
El clima fue premonitorio y nos dio señales de que, como dice uno de los míticos temas de Iron Maiden…. Heaven can wait….
Es curioso cómo el universo juega con las sensaciones y las expectativas. Justo a la hora en que salí de casa y se debían estar concentrando en las proximidades del recinto que iba a acoger el evento, el sol abrasador desapareció cubierto por nubes grises y empezó una lluvia que duró al menos 1 hora y que finalmente «escampó» poco antes de empezar el concierto. Es como si la naturaleza quisiera anticipar la descarga de energía que estaba a punto de caer allí, venida de otra dimensión, en medio de uno los lugares y épocas del año más calurosos de Europa.
La preocupación de que un chaparrón diera al traste con aquella gran cita se me pasó por la cabeza, claro que sí, y gracias a DIO no fue así. Pero dejó un clima que es lo más parecido al verano tropical, y sé bien de lo que hablo porque lo he vivido varios años. Todo esto no impidió que al llegar allí me encontrase con un gran ambiente y miles de personas preparándose para el gran momento y refrescándose entre abanicos y cerveza fría (creo que debe ser uno de los días en que se debe haber consumido más Estrella de Levante por metro cuadrado en apenas unas horas).
Con la intención de hacer lo mismo, me dirigí a la entrada del recinto y en pocos minutos estaba cómodamente sentado en mi asiento en grada, en una buena posición panorámica para ver el ambiente y tomarme una cerveza fría en el vaso conmemorativo de la gira que habían preparado para la ocasión. Entre calores, abanicos y cervezas, el goteo de gente fue entrando al estadio progresivamente. Y es que la seguridad en el control de accesos hizo bien su trabajo, y por ello las puertas se abrieron a las 17:00 hrs., casi 3 horas antes del comienzo del concierto.
The Raven Age necesitaron poco para calentar el ambiente
Tras encontrar a varios amigos y conocidos, como era de esperar, a las 19:30 hrs. con 15 minutos de adelanto empezó a sonar una intro muy épica que prometía un buen espectáculo de la banda invitada, The Raven Age. Había ya 1/3 de pista lleno de público frente al escenario para ver a la joven banda británica en la que milita, como guitarrista fundador, George Harris, hijo de Steve Harris, bajista de Iron Maiden (el rigor periodístico me obliga a mencionarlo, pero si estás leyendo esto y no sabes quién es, te lo agradezco. Hoy día no es fácil que un lector llegue hasta aquí en una crónica, jaja!!)
Ya conocía a The Raven Age tras su actuación en el Resurrection Fest en 2018, donde también habían estado un par de años antes coincidiendo con la participación de Iron Maiden en el festival gallego. Mas allá de que puedan pegar más o menos con el estilo de la banda de «papá Harris», son una banda que practica un Metal moderno y melódico, donde combinan riffs y partes con cierta potencia alternados con solos de guitarra más típicos del Heavy (esta vez en casa de herrero no podía haber cuchillo de palo).
Foto: Pedro Hernández
El público les recibió bien, en las primeras filas ya se sabe que están siempre los fans más entregados a la causa y se hicieron notar cada vez que se elevaba la intensidad encima del escenario. A mí personalmente, y siendo degustador de bandas de estilo similar, The Raven Age me parecen, como se diría en inglés, una «average Metal band». Una banda no mediocre pero sí bastante común, sin un elemento diferencial que les haga destacar por encima de otras de su estilo. Tienen algunos temas que me gustan más, está claro, pero en general no es una banda que iría a ver por sí sola si vinieran a Murcia a una sala.
En cuanto a actitud, aunque intentan dar el máximo, sí que me parece que les falta un vocalista más carismático, alguien que se coma el escenario y ponga al público al 200%. Hoy día está cada vez más difícil este perfil, creo que las mejores bandas de Rock y Metal se formaron hace décadas y cuesta encontrar autenticidad y genialidad. Eché de menos al anterior guitarrista que conformaba la dupla de seis cuerdas con el joven Harris. Se llamaba Tony Maue, y lo daba todo en directo. Actualmente ha cogido el micro para liderar las voces en una banda de Metalcore llamada Defects, por si alguien quiere seguirle la pista.
Foto: Alfonso RockCulture
Sin querer desmerecer a The Raven Age, creo que hicieron correctamente su trabajo, sin mucho más, ya que el personal estaba entregado a la fiesta previa a la actuación del verdadero foco de atención de la velada, pero dejaron grandes momentos destacados con temas como Forgive & Forget, Angel in Disgrace, Grave of the Fireflies, Serpents Tongue y Fleur de Lis, una de sus canciones más conocidas, con la que cerraron su actuación entre aplausos y agradecimientos al público por estar allí con semejante calor.
Setlist The Raven Age
Changing of the Guard (Intro)
Parasite
Nostradamus
Forgive & Forget
Tears of Stone
Seventh Heaven
Angel in Disgrace
Grave of the Fireflies
Serpents Tongue
Fleur de Lis
Galería de fotos The Raven Age
Con puntualidad británica y dos intros que como preludio Iron Maiden salieron a comérselo calentito desde el primer instante
En el intervalo entre un concierto y otro, aprovechamos para refrescarnos de nuevo ya que el calor no cedía ni un ápice. Juro que no he sudado más en ningún concierto en toda mi vida, a pesar de que estaba sentado, prácticamente inmóvil, y estoy acostumbrado a trabajar en festivales de verano corriendo de un lado para otro cargado con mi equipo fotográfico. Estoy seguro de que ello influyó en mi relativa falta de entusiasmo todo el día, incluso minutos antes de que llegara el momento en que Iron Maiden, a quienes jamás había visto en directo, hicieran acto de presencia. Todo ello cambió en cuanto empezó a sonar a modo de intro la conocida Doctor Doctor de UFO y la gente comenzó a agitarse animadamente. Algo dentro de mí empezó, esta vez sí, a sentir que estábamos ante un momento especial de verdad, de esos que no se te ponen a tiro muchas veces en la vida. Terminó el divertido tema y dio paso a otra intro, esta vez la que nos metía ya en temática de la gira, la canción de Vangelis que suena en los créditos finales de la película Blade Runner. Tras ella, empezó a sonar Caught Somewhere In Time, el tema que abre el disco, sin que aún estuvieran visibles en el escenario los miembros de la banda, quienes irrumpieron en escena cuando el tema arrancó en la parte inmediatamente anterior a la letra.
Foto: Alfonso RockCulture
De primeras me llamaron la atención un Bruce Dickinson que correteaba de un lado para otro y un Janick Gers que se sigue gustando tanto como siempre, armado con su Stratocaster con el típico contoneo vacilón que tanto gusta a la escuela de Malmsteen y su generación de guitar heroes. Para mi gusto no tiene el impacto musical en la historia de Maiden que han tenido Adrian Smith y Dave Murray, ni la calidad de ejecución de ambos, pero lo compensa con una gran puesta en escena. Un animador puro.
Foto: Alfonso RockCulture
En todo momento el sonido era claro y potente, es una seña de identidad de Iron Maiden que les ha acompañado a lo largo de su carrera. Estos señores son un referente por muchos motivos, y entre ellos su calidad creativa y de ejecución en directo no dejan ningún resquicio de duda y sigue siendo admirable el nivel y actitud que derrochan.
El público lo gozó como nunca, especialmente con las arengas de Dickinson al grito de «scream for me Murcia». El bueno de Bruce, a quien no había visto en directo pero sí en cientos de vídeos, demuestra estar en un estado de forma impresionante a sus sesenta y pico años, como el resto de la banda, unos más estáticos que otros, sobre todo la dupla Adrian Smith – Dave Murray, pero esto ha sido así incluso cuando tenían 30 años menos.
Tras el temazo de apertura escrito por el jefazo Steve Harris, siguió la fiesta iniciando esa gordísima línea de bajo inconfundible de Stranger in a Strange Land, y el hype en todo lo alto al ser otro gran tema del tremendo discazo Somewhere in Time. Y qué decir de los solos de guitarra, que me sonaron a gloria toda la noche. Maravilloso.
Foto: Alfonso RockCulture
Después de haber saboreado ya dos buenas tazas de la más pura esencia Maiden, vino una fase en la que personalmente desconecté un poco del show, al no conocer ninguno de los tres temas que tocaron del Senjutsu. Por parte del público obviamente arrancaron menos vítores, y se vieron más manos abanicando que levantadas. Sin embargo Days of Future Past tardó en emocionar pero lo hizo en cuanto cogió velocidad de crucero con el «tracatrán» caracteristico de McBrain y Harris.
Foto: Pedro Hernández
Estos temas de hecho me parecieron que mantienen esa esencia de unos Maiden más asentados y que suenan de lujo, con sus cambios de ritmo y continuos intercambios guitarreros del trío de hachas, pero ya se sabe, nos suele entrar mejor lo que conocemos y además nos traslada a grandes momentos vividos con esas canciones.
Tal es el caso de The Prisoner, que me sacó del trance con ese diálogo inicial que inevitablemente me teletransporta a la época en que llegó a mis manos el The Number Of The Beast. Otro trabajo mítico de aquellos tiempos en que ya desde la portada te enganchabas a un disco. Dickinson seguía a lo suyo, con algún cambio de vestuario y el público volvía a encenderse con todo lo que tenían para dar.
De nuevo saltaron al presente en este continuo viaje en el tiempo de esta gira con tan acertado nombre para tocar Death of the Celts, una pieza de 10 minutos donde se acentúa esa tendencia al sonido progresivo -sí, he dicho progresivo, aunque sea LA BANDA por excelencia de la NWOBH- que tanto exploran en Senjutsu pero que es un palo que vienen tocando desde tiempo inmemorial, de hecho fue en el Somewhere in Time donde empezaron a tomar esos derroteros.
Volviendo al pasado, la juguetona y comercial Can I Play With Madness, del Seventh Son of a Seventh Son, nos puso de nuevo a cantar y bailar al son que quería el quinteto británico, visiblemente a gusto con lo que estaban viendo y viviendo, a pesar (perdón por ser tan cansino) del calor de la Murcia Tropikal.
Otro tema que sonó a gloria fue Heaven Can Wait, esa pieza dentro del Somewhere que nos muestra de nuevo a los Maiden más rápidos y encendidos, obra cómo no, una vez más de Harris, que esta semana hizo doblete en Murcia tocando el miércoles en la sala Garaje Beat Club con su banda British Lion. Llegado el momento de los coros a mitad de canción, ese «oh oh ohhhh», fue cantado a pleno pulmón por Murcia entera. Mira que nos gusta jalear las canciones y cuando no hay qué jalear nos sacamos un «oeeee oeeee oeeee oeeeeeeee, oeeeeee, oeeeeee» de la manga para que siga la fiesta.
Foto: Pedro Hernández
No me puedo olvidar de mencionar las apariciones de Eddie, con un tamaño considerable, unas veces como el de la portada del Somewhere y otras como el samurai de Senjutsu, siempre aportando un toque casi cómico por lo casi aparatoso de sus movimientos.
Foto: Pedro Hernández
El espectáculo para mí llegó cuando tocaron la que es una de mis canciones predilectas, Alexander the Great. Antes hablaba del palo progresivo que han demostrado siempre pero que se ha visto acentuado en los últimos trabajos. Para mí, Alexander representa en su justa medida el sonido Maiden típico unido a esa faceta épica y progresiva. La escuché casi entera con los ojos cerrados, no quería distracciones visuales. Benditos sean.
Y que justo después viniera Fear of the Dark ya fue el orgasmo colectivo. Lo que la inmensa mayoría estaba esperando cantar al unísono. Tema que tantas veces he escuchado y vivir algún día en directo. Allí estaban. Allí estuve.
De ahí, un salto a los Maiden más primigenios con el tema homónimo que da nombre a su primer disco. Un guiño a sus inicios que seguramente encantó a muchos. No es de mis favoritas, pero sé reconocer y disfrutar un clásico especialmente cuando no tienes el privilegio de escucharlo así en una ocasión tan especial.
Y con ella se retiraron brevemente para dar paso a los bises. Empezando con Hell on Earth, para seguir «vendiéndonos» Senjutsu, durante más de 11 minutos, aunque para mí ya habían cumplido y poco me importaba si tocaban alguna que otra de su discografía que no conociera. Lejos de ocurrir eso, se marcaron un The Trooper, por los viejos tiempos, y un Wasted Years por los que amamos eternamente esa oda al Heavy Metal de siempre, potente, melódico, virtuoso en justa medida y donde las guitarras afiladas nos emocionan tanto como las voces auténticas, diferenciadas, que nos llegan hasta el corazón que late al ritmo de una infalible y notable base rítmica.
Tiempo hubo además para una buena dosis de llamaradas de fuego. Parece ser que alguien tenía frío. Deslució un poco el final, se ve que de tanto calor (lo he vuelto a decir), se nos fue la luz y nos privó de una despedida que hubiera sido larga y emotiva. Tanto como la sensación que me quedó de haber vivido uno de los conciertos más marcantes de mi vida y que sin duda era una deuda que tenía con ellos y conmigo mismo.
«Sin miedo a la oscuridad (ni al calor), Always Look on the Bright Side of Life…»
Setlist Iron Maiden
Intro – Doctor Doctor (UFO)
Intro – Tema créditos finales Blade Runner (Vangelis)
Caught Somewhere in Time
Stranger in a Strange Land
The Writing on the Wall
Days of Future Past
The Time Machine
The Prisoner
Death of the Celts
Can I Play With Madness
Heaven Can Wait
Alexander the Great
Fear of the Dark
Iron Maiden
BISES:
Hell on Earth
The Trooper
Wasted Years
DESPEDIDA:
Always Look on the Bright Side of Life
(Monty Python)