SOEN no defrauda y despliega en “La Paqui” toda su maestría ante un aforo desbocado, en algo más de 3 horas de espectáculo.

La del pasado viernes fue una de esas noches ansiadas donde el ambiente metalero se apodera de la calle. Cubriendo como un manto las aceras del tribunal de cuentas, hordas de oscuros seguidores marchaban eufóricos hacia “La Paqui” (Antigua sala BUT) para disfrutar de una noche de concierto junto a los suecos SOEN.

Sería poco más de las siete de la tarde y la cola ya daba la vuelta a la manzana. Aunque a los cabeza de cartel no se les esperaba hasta las nueve, la programación se cerraba con dos bandas más, que harían las veces de entremés para caldear el ambiente, sumando horas de buena música a la noche.

Los encargados de arrancar el espectáculo fueron los Italianos TERRA y su fusión de metal con ritmos tribales basados principalmente en la percusión.

Con un amplio escenario abarrotado de instrumentos, cables y demás enseres, parecía difícil imaginar a ningún músico ocupando las tablas de la sala. Pero se dio la señal al técnico de sonido y TERRA, en riguroso orden, ocupó posiciones frente un set dispuesto prácticamente al borde del foso.

He de reconocer que fueron una gran sorpresa. Tras una introducción donde cada uno de los de los integrantes ocupó un elemento percusivo, se lanzaron con decisión a entregar sus temas al público.

Sorprendieron con un simple pero efectista juego de luces que iluminaba y coloreaba los instrumentos percusivos con cada golpe, logrando así centrar la ilusión en su línea de flotación y no el aparatoso fondo de instrumentos al que precedían.

Su presencia escénica fue sobrada y segura. Se les vio disfrutar y conectar con un público que remó a ritmo de galeras con cada sacudida de Daniele ‘Zed’ Berretta.

Repasaron algunos cortes de su álbum homónimo como Create Mutate Erase, Father, This Scent o Rise tras el cual intercalaron un maravilloso cover del tema Teardrop de MASSIVE ATTACK, que aprovecharon para presentar a la banda, justo antes de cerrar la actuación con Close Enough entre aplausos de satisfacción.

Los siguientes en salir fueron los parisinos MOLYBARON. Su potente sonido y ritmos abrasivos eran bien conocidos para algunos asistentes que, portando camisetas de la banda, buscaban acercarse lo máximo posible al borde del escenario.

En apenas unos minutos el escenario quedó totalmente limpio y despejado… tanto que la primera impresión fue pensar que les habían robado el equipo. Soy consciente de que las nuevas tecnologías en modelaje de amplificadores hacen que, con apenas poco más que un ordenador, puedas tener todo el sonido que una gran banda necesita, pero hay un término medio entre el infranqueable muro de amplificadores de MANOWAR o YNGWIE J. MALMSTEEN y saltar al escenario de forma tan aséptica.

Carentes de todo elemento decorativo y con los instrumentos conectados en inalámbrico, ganarían en versatilidad para desplazarse por el escenario, pero su presencia se vio muy mermada.

De cualquier manera sabían lo que se hacían. Vinieron a jugar y salieron con todo, arengando al público que ya empezaba a completar el aforo.

Con menos de una hora para desplegar su set list, los parisinos tomaron el escenario al asalto abriendo con dos temas de su último álbum Something Ominous y Set Alight, mientras su vocalista Gary Kelly azuzaba a las masas para unirse a la fiesta.

Para cuando llegó Twenty Four Hours toda la sala saltaba al ritmo impuesto por MOLYBARON. Pero fue con Breakdown, Lucifer y Vampires donde imprimieron la parte más frenética del espectáculo con una banda sobrada de técnica, desplegada por todo el escenario en busca de un foco al que dirigirse. Hubo miradas cómplices y sonrisas de satisfacción al comprobar como una parte del público se componía de fieles seguidores coreando cada uno de sus temas.

Y tras la tormenta llegó Incognito como tema elegido para despedirse de Madrid dando paso a los cabezas de cartel.

Tras un breve parón para el cambio de banda, donde más que retirar se añadieron elementos al escenario, con puntualidad Nórdica, todo se tiñó de rojo. Presentando un mundo en guerra, SOEN fue apareciendo poco a poco para tomar posiciones. El primero en salir fue Martín López que ocupó su puesto a la batería. Oleksii Kobel, Lars Åhlund y Cody Ford se posicionaron a los flancos del escenario y, finalmente, la exuberante voz de Joel Ekelöf inundó el escenario para presentarse a un público que solamente necesitó un “¡¡Madrid!!” para enloquecer.

Con su último trabajo Memorial recién salido de horno y unas críticas más que positivas, se lanzaron a la sala con Sincere demostrando que son músicos de alta cuna. Un perfecto intercalado de ritmos veloces con segmentos melódicos ponen de manifiesto su destreza técnica y manejo del tempo.

Tras el espectacular inicio, la línea de bajo de Oleksii Kobel disparó con rotundidad el temazo Martyrs. Un cañonazo directo al pecho que siguieron con Savia para cerrar este primer bloque ante una sala entregada a la voluntad de los suecos, en un arranque espectacular que únicamente se vio algo desmerecido por las continuas miradas de Joel Ekelöf al telepronter.

Disparos en ráfaga y explosiones nos devuelven a su mundo en guerra. El tema Memorial entra en escena con una introducción de efectos bélicos recuperando nuevamente su último trabajo.

Bandera negra en mano el show debía continuar y es que lo de esta banda no es normal. Su despliegue técnico parece de otro planeta con un Lars Åhlund desatado por el escenario intercambiando guitarras con teclado sin perder de vista a su público. Cody Ford, algo más reservado en su interacción, no duda en subirse a la plataforma cada vez que tiene la ocasión para demostrar que sus dominios se extienden desde traste 1 al 22 y ahí no tiene rival.

La potencia vocal de Joel Ekelöf solamente se ve eclipsada por su presencia escénica. Sin perder de vista el horizonte de una sala abarrotada, se entrega en Lascivious a un contoneo poco habitual. Con Unbreakable ponen en pie de guerra al público que se une a los coros hasta entrar en comunión con la banda.

Continuaron repasando su extenso catálogo con los temas Deceiver, Ideate, Monarch donde aprovecharon el parón escénico de su intro de batería, para que Joel Ekelöf hiciera un cambio de vestuario desechando la chaqueta de esmoquin por la chupa de cuero. Tras el tema Fortress tuvieron que detenerse un instante para disfrutar los canticos y coros de un hervidero de sala entregada al ritmo de ¡SOEN OE OE OE!

Satisfechos con el público que los acompañaba, desplegaron Illusion y su cálida introducción de piano a cargo de Lars, obligándonos a reflexionar sobre temas tan cruciales como introspección y el autodescubrimiento. Modesty y la impresionante Lotus añadieron la parte más emotiva del espectáculo, con pasajes calmados y solos expansivos donde Lars Åhlund y Cody Ford elevaron su técnica hasta cimas inalcanzables.

Se va acercando el final y la banda avisa. Es el momento de colgar brevemente los instrumentos y retirarse al backstage para aguardar a que la embravecida turba junto al escenario clame su regreso en el sagrado ritual de los bises.

Regresaron a sus puestos con la imborrable marca de la satisfacción, dispuestos a entregar una última remesa de auténtico metal.

Antagonist sacude como un tsunami desde las primeras filas hasta el fondo de la sala. La impecable técnica de Martín López arranca el unísono sacudir de cabezas a son de su ritmo mientras el resto de la banda se entrega de forma cómplice a su público. No hay un solo alma en todo el recinto que no este disfrutando de cada instante. Incluso para el siguiente bis, Joel Ekelöf nos da a elegir entre el tema Jinn y Lunacy, pero la sala no duda y de forma categórica se aferra al progresivo arranque de Lunacy.

El broche final lo pone Violence cercenando a golpe de riff el alma insaciable de una sala, que con gusto aguantaría una hora más de concierto.

Hubo foto final, lanzamiento de púas y la inmensa gratitud ante un publico al que poco más se le pudo pedir. SOEN llegó a Madrid para salir por la puerta grande, entregando un set list de casi dos horas, que a muchos se nos pasó en un suspiro.