Oh Hiroshima y God is an Astronaut en el Garaje Beat Club de Murcia
Una gira que, anunciada hace casi 2 años, se vio constantemente ensombrecida en una época que nos mecía a su suerte. Una cita que, independientemente de su demora, quedó marcada en los calendarios de muchos. Una deuda que anoche, finalmente, se vio saldada.
La presencia de público en la puerta de la Garaje Beat Club antes de abrir siquiera ilustra un fiel reflejo de las líneas anteriores, distintas generaciones y ambientes diversos se daban cita confirmando lo que es sabido por muchos, el Post Rock y la música instrumental están vivos y con más fuerza que nunca.
Oh Hirosihma
La noche nos ofreció dos experiencias totalmente distintas para un mismo público que arropó, como si de una familia se tratase, a ambas bandas desde el principio.
Primero, pocos minutos después de que la sala abriese sus puertas podíamos ver al grupo sueco, Oh Hiroshima, hacer acto de presencia. La formación, a pesar de contar con más de diez años de trayectoria, consigue ahora paso a paso lograr la repercusión que merece como banda.


Lo que nos ofrecieron era una propuesta distinta a lo convencional, una experiencia íntima, reduciendo al minimalismo la puesta en escena. Aprovechando la cercanía que da Garaje con el público, dejaron que su música hablase por ellos y crease una conexión que funcionó con rotundo éxito.

Nos sumergieron en un momento que bien podría dar la sensación de ser un ensayo, donde se podía palpar la unión entre los componentes, una conexión entre ellos y cómo sienten cada nota.
Si bien nos encontramos ante una banda con un estilo parejo al de GIA, la propuesta sueca se diferencia en su esencia, con sutiles tintes que en ocasiones rozan el Indie o incluyendo pasajes vocales melancólicos, más propios de una voz introspectiva que de una letra al uso.

God is an Astronaut
Con un breve cambio de equipo, en el que pudimos ver a los propios integrantes de ambos grupos colaborar, era el turno de los más que esperados God is an Astronaut.
La estrategia de los ingleses sobre el escenario fue totalmente distinta a la de sus compañeros, no dio tregua a quien lo presenció. Hablamos de uno de los referentes del Post Rock en la actualidad, con un directo pulido y una puesta en escena que ataca directamente al público.

Un setlist balanceado que, sobrepasando la hora de duración, abrió y cerró con cortes del último y más agresivo Ghost Tapes #10 a modo de periplo, pero que tuvo su núcleo y mayor apogeo, en el consagrado All Is Violent, All Is Bright, donde literalmente la sala se vino abajo.
Desde el minuto uno pudimos ver que algo era claro, no sólo son buenos músicos, sino que saben dar un espectáculo al mismo nivel. La agresividad musical va acompañada desde el primer momento con su actitud hacia el público, con una puesta en escena fuerte y directa.

Los hermanos Kinsella, el alma mater de GIA, mantuvieron una posición muy cercana durante todo el concierto. Torsten, como guitarra principal y con líneas vocales que se difuminaban entre otros instrumentos, mantuvo una actitud férrea casi de líder, mientras que su hermano Niels, a las líneas del bajo, se mantuvo relegado y ensimismado en mantener ese papel como pilar en la mezcla. A la batería, Lloyd Hanney, nos demostró durante toda la noche que cumple un papel clave en una banda del género como GIA, aportando solidez y una estabilidad inmutable durante todo el concierto.


Destacando que, aun sin adornar en exceso las canciones, controlaba los tempos como si de un metrónomo humano se tratase.
Una sorpresa para todos los asistentes fue el multiinstrumentista Jamie Dean, quien desde el minuto uno se metió en el bolsillo a los asistentes. Por un lado, sus cambios constantes de instrumentos y juegos con los pedales no hacían posible seguirlo sin perderse. Y, por otro lado, su afán por hacer partícipe de cada nota a quien estaba frente a él no daba pie a que se le quitara el ojo de encima.
Es importante destacar que los juegos de luces jugaron un papel fundamental, como si de una parte viva de los ritmos se tratasen, y usando apoyo de efectos con humo, llegaron a cubrir por completo el escenario. La combinación de ambas no sólo daba cuerpo a la puesta en escena, sino que por momentos invisibilizaba a la banda hasta un punto que únicamente se podía escuchar y sentir.
Si algo quedó claro, tanto por las propias palabras de Jamie y Torsten con el público entre bloques de canciones, como por la respuesta unánime de la sala al oír las primeras notas de cada canción, es que por ambas partes todo es violento, pero también todo es brillante.
Gracias por esta noche.