Aunque hoy nos parezca desfasado, las diferentes tribus urbanas seguidoras de cualquier estilo musical han tenido su antítesis en cuanto a rivalidad entre ellas. Bien sea por la conquista de un barrio, por el acaparamiento de conciertos en determinadas salas o por el simple hecho de destacar sobre el resto, la imposición de gustos o estilos de vida han marcado varias épocas de rivalidad entre seguidores de unas u otras expresiones musicales.
En los recordados años ochenta del Madrid de la movida, de todos era conocida la rivalidad entre mods y rockers, llevando al plano de la realidad la ficción recreada en Quadrophenia con el resultado de la muerte de Demetrio Jesús Lefler, un joven rockabilly de 18 apuñalado en la sala Rock-Ola y que a la postre significó el cierre del local en 1985. A pesar de ser la rivalidad más mediática y conocida en esa época, no fue la única que tiñó las calles madrileñas de peleas.
Para las Fiestas de San Isidro de 1986, el Ayuntamiento de Madrid de Juan Barranco tenía un presupuesto de cien millones de pesetas para estrenar el recién remodelado auditorio de la Casa de Campo. El rockódromo fue testigo de las actuaciones de Ramoncín, Orquesta Mondragón, Gabinete Caligari, Círculo Vicioso, El Último de la Fila, Desperados, Los Secretos, James Brown o The Kinks. Quizá el intento de abarcar tanta estrella del momento en tan poco tiempo hizo que, para el lunes 12 de mayo de 1986, tercera jornada de actuaciones, coincidieran en el mismo escenario La Polla Records, Obús y Bella Bestia ante setenta mil personas.
Hasta el momento los altercados entre heavies y punkies durante las noches madrileñas no habían traspasado la delgada línea roja de lo mediático, pero esa tarde marcó el devenir de la banda punk por excelencia del panorama patrio. La Polla Records salió al escenario sin probar el sonido, comenzando con una entrada torpe de batería, seguido de una línea de bajo y un par de acordes de guitarra. Los primeros silbidos empiezan a sonar y se levanta el polvo del suelo tras el avance de las hordas punkies hacia el escenario.
«Me cago en el coronel y en toda la compañía y me limpio con el culo detrás de la sacristía. ¡Ay, ay, ay!». Evaristo, todo un frontman del momento, sabe alentar a su público, que ya empieza a encaramarse a las vallas que separaban el escenario, quizá con bastante distancia, del foso. Carreras, pogos, empujones varios …. La Policía Municipal empieza a cargar contras las primeras filas en un intento de evitar la caída de vallas y posterior invasión de las tablas, ante la insuficiencia de la seguridad contratada para el evento. Este hecho hace que el respetable enfurezca más todavía y se vuelva más violento. La banda no da crédito a lo que sucede ahí abajo. Los antidisturbios deciden retirarse para evitar males mayores. «La policía que se vaya que no soluciona nada», grita Evaristo aclamado por su público. Caída ya la noche es cuando empiezan a llover botellas y piedras sobre el escenario. «Oye, ya se ha ido la madera, ¿ahora a quién le tiráis? ¿a nosotros?» El grupo recrimina la invasión de la escena, argumentando que así no se puede tocar, pero es cuando Fernandito recibe un impacto en la cabeza y abandonan la tarima.
La Polla Records querían seguir tocando. Promocionaban su disco Revolución editado en 1985. Así que volvieron a retomar la actuación, pero no tardaron en verse de nuevo invadidos por decenas de punkies a la vez que tocaban Txus, dando por finalizado el concierto. Ahora en la distancia es fácil decirlo con el paso de los años, pero esa imagen de Evaristo rodeado de espontáneos acercándose al micrófono gritando y vociferando quién sabe qué, refleja en cierta manera la anarquía y desfase del movimiento punk en la España de los ochenta.
Obús y Bella Bestia cerraron la noche más caótica de las recordadas en San Isidro. Hicieron olvidar los incidentes con dos conciertos más que correctos. «Todos querían olvidar, esconder en el subconsciente la vergüenza ajena producida por la zafiedad anterior» firmaba José Manuel Cuéllar en el diario ABC. «Ocho heridos leves y un detenido, que ya ha sido puesto en libertad, es el balance de los incidentes registrados anteanoche durante la actuación del grupo vasco de música punk La Polla Records en la Casa de Campo» rezaba el diario El País es su edición del 14 de mayo de 1986, dos días después del evento. Las críticas disparaban directamente contra el grupo, no sólo por su calidad musical, sino también por alentar a su público a la violencia, aunque luego se vieron desbordados sobre el escenario y el «así no se puede tocar» de Evaristo que ya ha pasado a la historia de la música estatal.
Los orígenes de los altercados no se saben a ciencia cierta. Se habla de un enfrentamiento entre heavies y punkies (Juan Luis Serrano, bajista de Obús, confirmaba la enemistad entre tribus afirmando que no cabían ambas en el mismo sitio), el ensañamiento de los antidisturbios con las primeras filas que se agolpaban sobre las vallas, los escupitajos recibidos por el fotógrafo Javier Vázquez por parte de un heavy y que desató su furia sobre él …. 25 minutos de auténtico caos que marcaron una página distinta en la historia de los conciertos de nuestro país.
«Oye, bajaros. ¡Me cago en Dios!» logró manifestar Evaristo antes de ser engullido por su público.
El set list de esa violenta noche fue el siguiente: