El rock de una noche de verano (1983)

No bastan presentaciones para reconocer la influencia y aportación al mundo de la música rock de nuestro país por parte de Miguel Ríos. Toda su evolución desde el twist y el más puro rock and roll hasta nuestros días es una carrera de fondo de un viejo rockero de corazón que nunca morirá y que ya ha dejado muchas huellas en la gente y en la historia de la música. Su esencia nazarí, su voz que sin ser la más dura bastaba para sentirla correr por las venas, y su atrevimiento a realizar lo más inverosímil que nadie osaba a realizar, son sólo unas leves pinceladas del cuadro de su vida, una vida dedicada al rock.

Tras la organización de La Noche Roja en 1978 y la exitosa gira y grabación del disco Rock & Ríos en 1982, el bueno de Miguel Ríos no podía quedarse quieto. Toda esa esencia recogida durante esos últimos años germinarían una obra maestra en forma de disco. Grabado en enero y febrero entre los estudios Eurosonic de Madrid y los Conny‘s Studios de Colonia, el 2 de mayo de 1983 se presentaba en la Discoteca Pachá de la capital estatal el que sería el duodécimo LP del granadino El rock de una noche de verano editado por Polydor, con un tema homónimo que recogería toda esa experiencia acumulada el verano anterior y sumada a su mochila de la vida. Para el recuerdo quedará el sentido social y de protesta de sus letras.

Y como todo buen trabajo merece, su gira de conciertos no pudo ser menos. Toda la carne en el asador. Había que mejorar la gira del Rock & Ríos. Y para ello fue necesario conseguir el apoyo de unos buenos promotores y no menos generosos patrocinadores (Kas y el Ministerio de Cultura), así como al mejor equipo técnico en cuanto a personal de aquel momento. «El sueño era hacer una verdadera gira, como nadie había hecho hasta entonces…. Los ingredientes serían los de siempre: verano, noche, rock y magia, pero esta vez lo haría a lo grande», según su promotor. El presupuesto de la gira fue de 250 millones de pesetas y 190 millones de publicidad aparte, además de 125 personas que trabajaron en la producción y que ocupaban 44 habitaciones de hotel cada noche, a los que hay que sumar otras 2.500 de seguridad entre todas las ciudades por las que pasaron. Acrobacias motera por parte de los Bordini como teloneros al espectáculo, rayo láser, fuegos artificiales, 60 mil Wats. de sonido y 250 mil Wats. de iluminación….. Toda una mezcolanza de circo y música.

Del 30 de junio al 6 de septiembre de 1983 fueron 33 los estadios de fútbol que se llenaron hasta la bandera para ver a un Miguel Ríos pletórico, con la madurez y libertad suficiente de saber que lo que estaba haciendo ya desde unos meses atrás era una de las más importantes páginas de la historia de la música de este país, si no la que más. Y sobre todo con un artista en una época plena de calidad suma en cuanto a composición. Una veinteañera y más rockera que en posteriores tiempos Luz Casal, y unos Leño que firmarían su separación como grupo tras la finalización de esta gira en octubre, serían el aperitivo de calidad suprema que antecedían a la actuación del gran Miguel Ríos. Una mezcla de pasado, presente y futuro formaron esas noches mágicas de aquel verano por tan sólo 800 pesetas de la época.

La prensa del momento criticaba la excesiva infraestructura necesaria para el espectáculo, en contraposición con la calidad del artista. Un Miguel Ríos especializado en la organización de eventos a lo grande, sin mesura, era consciente de que todo su trabajo, organizativo y musical, marcaría a una gran parte de la sociedad de la década de los ochenta. Todo cambiaría a partir de ahí, pero esa es otra historia más fea de contar.

El set list de la noche que actuó en Montjuic, la última de la gira, fue la siguiente:

  • Bienvenidos
  • El rock de una noche de verano
  • Retrato robot
  • Un caballo llamado Muerte
  • El blues del autobús
  • No estás sola
  • Generación límite
  • 1983
  • Antinuclear
  • Himno de la alegría
  • En la frontera
  • Banzai