Rolling Stones en el Vicente Calderón (1982)
1982 pasó a la historia de nuestro país por lo acontecido en los primeros meses del año. El intento fallido de golpe de estado perpetrado por Tejero y que se juzgaba por aquel entonces, nos recordaba lo frágil y débil que podía llegar a ser el proceso de transición de una dictadura de 40 años de duración hacia una más que deseada democracia arrebatada a la sociedad con las garras de una guerra cruel. Pero ese mismo sistema establecido tras la muerte del dictador fue el que consiguió que en España se comenzara a hablar de lo moderno y avanzado que este país podía llegar a ser en tan poco tiempo transcurrido.
Fuera de lo musical, la organización del XII Campeonato Mundial de Fútbol de 1982 fue el que marcó este año para el devenir ascendente de la sociedad española. Desde el 13 de junio hasta el 11 de julio, 24 selecciones nacionales patearon balones y corrieron por la banda con más o menos suerte en una demostración del aperturismo del país y del avance en inversiones para la adaptación de las instalaciones a las exigencias de la FIFA. Uno de los estadios acondicionados para la ocasión fue el ya extinto Sarrià del RCD Espanyol de Barcelona.
Gay Mercader fundó en 1973 Gay & Company, la primera entidad promotora española de conciertos. Su devenir y lucidez a lo largo de los años y de multitud de conciertos organizados le llevó a ser condecorado en 2003 con la Medalla de Oro al Mérito Cultural de la ciudad de Barcelona. Entre sus grandes ideas y apuestas estaba organizar la segunda visita de los Rolling Stones a España tras la de 1976 en La Monumental de Barcelona. Y la ciudad condal era el original destino donde debía celebrarse dicho concierto junto a una primera fecha en Madrid.
Pero los directivos del segundo equipo de la ciudad no estaban dispuestos a que una panda de rockeros destruyera el césped recién restaurado de su estadio para la celebración del mundial. Una serie de enfrentamientos entre dirigentes españolistas, Raimundo Saporta como responsable de los actos culturales durante el evento futbolístico, Pablo Porta como presidente de la Real Federación Española de Fútbol y las Juventudes Socialistas de Cataluña, hizo que los promotores, con gran parte del aforo ya vendido, comenzaran a buscar nueva ubicación para la segunda actuación de los británicos en España.
La negociación de Raimundo Saporta fue letal para que fuera el Atlético de Madrid, por un precio de 30 millones de pesetas (que rondarían al cambio por unos actuales y más que aceptables 700.000 euros) el que alquilara su estadio Vicente Calderón para la celebración del evento. El día 4 de julio se celebró el último partido del Mundial a disputar en el estadio del Manzanares, por lo que dejaba las puertas abiertas a que Madrid desbancara a Barcelona como capital del rock. El Corte Inglés se encargó de devolver el dinero de las entradas vendidas para el concierto de Barcelona, sin cobrar comisión alguna por ello, al tratarse de un prestigio para la empresa el tramitar la venta de entradas para tan inmenso concierto.
Con una hora de retraso por las eternas colas de acceso al estadio, a las 7 de la tarde del 7 de julio de 1982 (curioso 7 del 7 del 7), el blues-rock de la J. Geils Band teloneaba a las grandes estrellas de la noche bajo un sol de justicia, con más de 40 grados y un 90% de humedad que hacía que los casi 70.000 asistentes recibieran manguerazos de agua por parte de la organización, así como duchas improvisadas de cerveza o refrescos para aliviar el inmenso calor que azotaba el verano en Madrid. Medio centenar de lipotimias durante su actuación cercioran este hecho.
Tras una hora de actuación de los norteamericanos y una hora de espera, a eso de las 9 de la noche se preparan los Rolling Stones para salir al escenario. Pero de repente, el cielo madrileño comienza a cubrirse y a ennegrecerse por las nubes que acechan una colérica tormenta. Una tromba de agua inesperada y una sinfonía de truenos y rayos visibles para todos los efervescentes seguidores de los británicos comienza a sacudir el estadio. Todas las vallas y paneles comenzaron a tambalearse, el escenario quedó encharcado a pesar del entusiasmo de la organización por fregarlo, un arco de globos de colores amenazaba con volar a la estratosfera…. Con este inesperado hándicap, Gay Mercader sopesó la posibilidad de suspender el concierto. Pero Sus Satánicas Majestades no querían desaprovechar la ocasión que el cielo les regalaba.
Mick Jagger, Keith Richards, Charlie Watts, Ron Wood y Bill Wyman, junto a Bobby Keys y Gene Barge a los saxofones, Ian Stewart al piano y Chuck Leavell a los teclados, decidieron salir a tocar bajo el terrible aguacero. Con los primeros acordes de Under my Thumb el público enloqueció, se despojaron de sus camisetas mojadas y comenzaron a vibrar y saltar al ritmo de la música, la lluvia y los truenos. Para hacerlo más emotivo, las hileras decorativas de globos que había sobre el escenario comenzaron a tapar la visión de los británicos, por lo que, sin dudarlo comenzaron a patear las cuerdas que los sujetaban, provocando la suelta de los mismos, cayendo y repartiéndose gracias al viento por todo el estadio. El éxtasis del público fue tal, que fue una bella introducción a lo que sería uno de los mejores conciertos de la historia del rock.
Más de dos horas de auténticos temazos que solventaban el tropezón del último disco Tatoo You publicado por los Stones con descartes de trabajos anteriores. Let’s Spend the Night Together, Shattered, Brown Sugar, Jumpin’ Jack Flash…. Incluyeron Angie, que no solían hacerlo en The Rolling Stones European Tour 1982, ya que fue número uno en las listas españolas en 1973. Hacia mitad del concierto comenzó a aflojar la lluvia, y fue con el colofón de (I Can’t Get No) Satisfaction cuando Mick Jagger se colgó a la espalda una bandera española haciendo un guiño a los asistentes en forma de agradecimiento. “Gracias por haber venido, sois divinos” en un castellano británico quedó marcado para siempre entre los muros del ya desaparecido Vicente Calderón.
Juventud, locura, profesionalidad…. A saber qué hizo que los Rolling Stones saltaran al escenario con el riesgo que conllevaba. Hoy en día sería algo más que impensable. Pero lo vivido esa jornada en Madrid no se borrará de la memoria de los que estuvieron allí, ni siquiera de Keith Richards, que comentó que “estoy seguro de que el día en el que muera, con independencia de que vaya al cielo o al infierno, Dios me pedirá que le pague los rayos y truenos tan impresionantes que desató para nosotros”.
El set list de esa noche fue el siguiente:
- Under My Thumb
- When the Whip Comes Down
- Let’s Spend the Night Together
- Shattered
- Neighbours
- Black Limousine
- Just My Imagination (Running Away with Me) (The Temptations)
- Twenty Flight Rock (Eddie Cochran)
- Going to a Go-Go
- Let Me Go
- Time is on My Side
- Beast of Burden
- You Can’t Always Get What You Want
- Little T&A
- Angie
- Tumbling Dice
- She’s So Cold
- Hang Fire
- Miss You
- Honky Tonk Women
- Brown Sugar
- Start Me Up
- Jumpin’ Jack Flash
- (I Can’t Get No) Satisfaction