Viernes 12 de julio, tercera y última jornada de Mad Cool 2025: El sabroso pop de Olivia Rodrigo, la madurez de Arde Bogotá y el desacierto de Thirty Seconds to Mars.
Solo ante el peligro. Sí, así me sentí en la última jornada de Mad Cool. Pedro, mi compañero de fatigas, no me podía acompañar ese día. Triste, pero con ganas de dejar el pabellón bien alto, arranqué acercándome, entre la multitud que se había congregado en el tercer día de festival, al escenario principal para poder disfrutar del directo de The Teskey Brothers.
THE TESKEY BROTHERS
The Teskey Brothers se enfrentaba a un reto mayúsculo, puesto que esta última era la jornada más ecléctica desde un punto de vista musical: convencer a los seguidores de Olivia Rodrigo que, desde primera hora, acapararon las primeras filas del escenario principal no iba a ser tarea fácil. Pero, poco a poco, el combo blues rock consiguió atraer a oyentes y el escenario principal empezó a vibrar.

No tengo nada negativo que decir respecto al combo australiano, pero sí tengo que explicar aquí que su poca buena prensa o reconocimiento en España (salvo para los amantes del estilo) y lo temprana de la hora provoco que fueran como un pelo en la sopa, molesto y poco apreciado. Musicalmente no tienen pega y escuchar a la banda es una delicia, pero no, quizá éste no era el grupo para arrancar la última jornada en el primer escenario.
En cuanto a lo que abordaron sobre el escenario, se podría decir que repartieron a partes iguales la presentación de sus tres discos de estudio (Run Home Slow, The Winding Way y Half Mile Harvest), destacando eso sí temas como Forever You and Me, So Caught Up o la fabulosa Pain and Misery.
FINNEAS
Del escenario 1 pasamos al escenario 2 para presenciar el concierto de Finneas. Para los poco conocedores del mundo pop, Finneas O’Connell es el hermano y productor de Billie Eilish, ese hombre pálido, rubio, que esta en la sombra de la artista estadounidense y que ha impulsado parte de la exitosa carrera de esta. Este año, para sorpresa de todos, los caminos de los dos se han separado a lo largo de un verano, para que cada uno de ellos realice su gira musical personal.

Finneas es uno con su hermana y otro muy diferente cuando actúa en solitario. El hombre en la sombra, se convierte en un frontman divertido, bailarín y hasta un poco guasón que hace sonar sus composiciones con estilo, suavidad y algo de fragilidad. En este caso, se presentaba por primera vez en un escenario español, y lo hacía para presentar el que es hasta la fecha su último álbum For Cryin’ Out Lord!. El resultado no pudo ser mejor y, junto a su joven banda, el californiano dejó buenos detalles de su capacidad musical.
Quizá lo mejor de este diez veces ganador del Grammy es que sus canciones en solitario se alejan muy mucho de las composiciones que hace con su hermana. Su estilo de pop alternativo es muy efectivo y temas como Cleats o For Cryin’ Out Loud, con la que cerro, enamoran a la primera escucha y toman otra dimensión con su interpretación en directo. Destacar igualmente las muy interesantes versiones de The Little Miss You Made y Till Forever Fall Apart, de The Favors y Ashe, respectivamente.
ST. VINCENT / THIRTY SECONDS TO MARS
La idea original era volver a dar el salto al escenario principal, para fotografiar a Thirty Second to Mars, sin embargo, el management de Jared Leto, decidió no permitir hacer fotos desde el foso, lo que me empujó hacia el escenario 3 para fotografiar a la siempre impactante y divertida Annie Clark, lideresa absoluta y cara de St. Vincent.

La cantautora estadounidense y su imponente banda saltaron a las tablas del Mad Cool con el objetivo de comerse el escenario Ouigo, mientras disfrutaban de la infernal puesta de sol. El grueso del setlist de la máxima representante del art rock estadounidense se centró en su último larga duración All Born Screaming (publicado en 2024) y el mítico Masseducation (de 2017) de los que sonaron temas profundamente necesarios para el rock actual como la homónima All Born Screaming, Flea o Broken Man, del primero, y Fear the Future, New York o Sugarboy, del segundo.
El set en cuestión terminó siendo demasiado corto, es lo que tiene el escenario 3, que cuando estas metido de lleno en un concierto, el imponente elenco del festival cae sobre ti y desde el lateral del escenario te avisan de que tienes que terminar para no solaparte con otro escenario y dar paso al siguiente artista. Sea como sea, Clark volvió a ofrecer un concierto imponente y su figura no deja de agigantarse en cada concierto que ofrece en nuestro país.
Mientras St. Vincent actuaba en el escenario 3, en el principal tenia que haber empezado el esperado concierto de Thirty Seconds to Mars. Sin embargo, el evento se fue retrasando sin que el público fuese informado de lo que ocurría. Finalmente, los hermanos Leto aparecieron sobre las tablas de Mad Cool al son de Monolith y arrancaron con la inmensa Kings and Queens. Poco minutos después, Jared Leto habló del retraso, explicando que habían cancelado sus vuelos desde Barcelona, los trenes estaban llenos y que habían conseguido volar y aterrizar en Madrid, unos 30 minutos antes de que arrancara su actuación.

Las cosas así, en el escueto y recortado set que ofrecieron los estadounidenses sobresalieron los temas de los discos más antiguos como The Kill (Bury Me) y This is War y resultaron pesados el resto como Walk on Water, Stuck o Up in the Air.
Aquí me tengo que plantar y afirmar lo siguiente: aunque reconozco que los dos primeros álbumes de Thirty Seconds to Mars me enamoraron (también me desenamoré cuando vi a Jared Leto berrear en un festival allá por tierras belgas), no entiendo la deriva electrónica de Leto y los suyos. El concierto de Thirty Seconds to Mars suena enlatado, forzado, dirigido por el espectáculo y el lanzamiento de llamaradas y confeti y se centra cada vez menos en la música en directo. Shannon Leto sigue aporreando su batería, pero el resto suena a base lanzada y provoca que todo pierda interés y gracia. Todo resulta decepcionante, desde la música hasta el concepto de prohibir tirar fotos desde el foso. Jared tiene sus días y sus momentos y, por lo visto, en Mad Cool, no tuvo un gran día.
ARDE BOGOTÁ
Tras el berrinche Thirty Seconds le tocaba el turno a Arde Bogotá. Los de Cartagena se han convertido en la nueva banda de rock pop de España, con permiso de Vetusta Morla y Viva Suecia, y eso se notó en el escenario 2 que acumulo la mayor atención de la jornada en cuestión de público entre los seguidores del combo murciano y aquellos que salieron decepcionados de la actuación de Thirty Seconds to Mars. Sea como fuera, las tablas del escenario Orange, convertido en área de servicio de carretera empezaron a temblar con Veneno y no dejaron de vibrar hasta catorce temas más tarde con Cariño.

Lo que se intuyó con su primer disco, La noche, se ha convertido en una realidad con el potente Cowboys de la A3: Arde Bogotá no es un espejismo de un día, sino una banda que tiene claro qué música quiere tocar, cómo hacerlo y que ha entendido todos los tejemanejes de la industria a una muy temprana edad. Antonio García es un frontman como la copa de un pino que canta de maravilla y con una voz única, pero también es un líder que ofrece espectáculo y sabe guiar el concierto de principio a fin con ligereza. Sus compañeros de viaje (Dani Sánchez, Pepe Esteban y Jota Mercader) no se quedan atrás y han captado la esencia sembrada por García, interactuando cada vez más con el público y entre ellos, cosa que se agradece, aunque sólo sea un aspecto visual.
Musicalmente, ninguna pega. El sonido fue espectacular, quizá uno de los mejores de la jornada, y sonaron todos los temas que tenían que sonar. Además de las ya mencionadas, también sonaron canciones como la muy coreada Qué vida tan dura, Sin vergüenza, La salvación, Antiaéreo o el himno generacional denominado Los perros. Arde Bogotá ha venido para quedarse y el concierto en Mad Cool es la mejor prueba de ello.
OLIVIA RODRIGO
Y llegó la hora de la verdadera estrella del día Olivia Rodrigo, esa que, según la organización, fue la que más impulsó la venta de entradas, esa que logró que las primeras quince filas del escenario principal estuviera abarrotadas desde primerísima hora del día, esa que arrastra fans allá donde vaya y que es la nueva princesa del pop. Y, la verdad, no decepcionó… de hecho, personalmente, me sorprendió y para bien.

Dejando de lado las dificultades que planteó su equipo para poder captar a la nueva y popular estrella (mandaron a los más de 30 fotógrafos acreditados a la torre de sonido a una considerable distancia del escenario), el show de Rodrigo es muy interesante y rompe con todos los estereotipos habituales de su estilo. Su show, aunque se apoya en temas con bases pegadizas profundamente pop, tiene un sabor muy roquero gracias al apoyo de su banda de confianza que le acompañan sobre el escenario.
Creo que, de una cierta manera, Olivia Rodrigo trata de alejarse de los clichés pop y pelea por llegar un paso más allá, para alcanzar ese espacio que han llenado gente como Madonna y ahora Taylor Swift…, pero de una manera diferente y personal. El setlist de Rodrigo no decepcionó y mostró todos los temas importante (Vampire, Good 4 U, Obsessed o Driver License, entre muchas otras) y el dejó patente todas sus facetas posibles, tocando la guitarra, el piano, bailando con su banda o subiéndose a esa especie de grúa que le acompaña en su show.
Rodrigo es otra de las artistas que evidenció en Mad Cool que tiene ante sí una larga larguísima carrera.
BLOC PARTY
Último concierto y último contratiempo. Nuestra idea era cubrir a Justice, un espectáculo de luz y color no apto para epilépticos según me dijeron, pero, una vez más, el management de la banda no autorizó nuestra entrada… Con esa respuesta en la mano y al ritmo los primeros acordes de los temas del dúo francés, tiramos hacia nuestro querido escenario 3 que acogía el concierto de Bloc Party.

Tengo que reconocer que el combo británico sigue en muy buena forma y así lo demostró en un intenso concierto que ponía el punto y final a la tercera y última jornada de Mad Cool (no cuento el Brunch! Electronik que se celebró el domingo, disculpad). Sus melodías acompasadas y aceleradas al tiempo y profundamente adictivas siguen despertando el mismo ánimo en el público que hace cerca de 20 años cuando su música llegó a nuestros oídos por primera vez.
El único problema para el grupo, si esto es realmente un problema, es que su setlist se apoya justamente en su pasado y no en su presente. El grueso de su cancionero se extrae de aquel fabuloso Silent Alarm, de 2005, del que sonaron himnos como So Here We Are, Banquet o Like Eating Glass, y el resto se basa en el recién publicado A Weekend in the City B-Sides, que recupera las caras b de aquellos sencillos que se lanzaron allá por 2007, pero que, aunque no entrarán en el disco original viven en el corazón de los seguidores de Bloc Party.
Personalmente, Bloc Party puso un bonito y animado broche final a mi primera incursión como prensa en Mad Cool. Una experiencia única, sin duda, que me ha permitido, sobre todo, compartir espacio, tiempo y aventuras con mi compañero Pedro Hernández.
Gracias y, quizá, hasta el año que viene.












































