Nick Mulvey y Tamino en Noches del Botánico

El escenario de las Noches del Botánico se llenó de folk multicultural con las actuaciones de Nick Mulvey y Tamino

La tarde del 26 de junio el músico británico, Nick Mulvey, pisó suelo madrileño (en concreto, el césped del enclave del Real Jardín Botánico Alfonso XIII) para ofrecer uno de los conciertos más acordes a la época ya veraniega y el entorno del recinto.

Antes, es preciso contextualizar que la trayectoria musical de Nick Mulvey se gestó inicialmente como integrante del renombrado Portico Quartet, hasta que en el año 2014 decidiese dar un paso al frente en calidad de solista, presentando al mundo su álbum debut titulado First Mind. Posteriormente, en 2017, Mulvey lanzó su segundo disco titulado Wake Up Now, y hace poco, en el año 2022, vio la luz su producción más reciente denominada New Mythology.

En cuanto a su estilo, este se distingue por ser esencialmente pop, con una amalgama de matices folk, letras reflexivas y, en ciertas ocasiones, imbuidas de una temática activista. En síntesis, su propuesta se caracteriza por generar una sensación de “buenrrollismo” perpetuo, aunque con sus más y sus menos.

Dicho esto, a unos 35 grados y a las 20:45 horas, aparecía Mulvey en el escenario en solitario con su guitarra iniciando la canción Begin Again (curiosamente, una elección sumamente adecuada para un inicio de concierto) mientras se iba llenando la pista de asistentes, ya cerveza en mano. El escenario bastante sencillo; una simple proyección que exhibía una especie de collage floral evocando el estilo visual presente en la portada de su último álbum. En el espacio, simplemente Mulvey con su guitarra y una mesa de mezclas.

Seguidamente, el músico interpretó Unconditional, perteneciente a su segundo álbum, en un tono más enérgico, tras la cual aprovechó para saludar (en español) al público e invitarles a cantar.  Tras el tema, comenta que hace ya 6 años desde la última vez que actuó en Madrid.

El resto de los temas, en general, sonaron bastante bien, con muy buena calidad acústica (los conciertos del botánico en general suenan muy decentes) y sin una nota mal tocada. Tras A Prayer of My Own aprovechó incluso para presentar a su amigo “Toti” (Toti Arimani), ubicado en la mesa de mezclas.

Mención especial a Who is our mother, que inicia con un bonito riff en bucle y que de nuevo da pie a crear un coro con los asistentes al concierto.

A lo largo del concierto, Mulvey se mostró increíblemente cercano con el público, y no paró de intervenir, haciendo gala de su suficiente dominio del español (que ya es bastante) y de agradecer a sus fanes porque, al fin y al cabo “you feed my children”.

Al anunciar que se acercaba el fin de la actuación, el músico aprovechó, en su vertiente ya más activista, para mencionar una “abuela” llamada “Joanna Macy”, activisita, budista y ecologista. Con su inspiradora voz comienza su última canción, Mountain to Move.

Mulvey contagió de una “vibra” positiva que en poco más de media hora iba a verse apagada, como si los conciertos de la jornada se hubiesen orquestado en función de que un cantante fuese brillante como el día, y el otro oscuro como la noche.

Y yo, que soy más nocturna, sentí un escalofrío al escuchar por primera vez en directo la imponente voz de Tamino.

Tamino es un joven cantante belga con ascendencia egipcia, nieto del mítico Muharram Fouad. Su corta trayectoria comenzó en 2018 con el álbum Amir, y en 2022 lanzó su álbum Sahar. Tamino posee un talento vocal inigualable, y aunque ha sido varias veces comparado con Jeff Buckley, yo no termino de ver el motivo, quedándome, si tengo que elegir, con el belga-egipcio. Su estilo combina el indie con sonidos de raíces árabes.

A las 22:30, envuelto en penumbra y con un foco de luz iluminándole, una guitarra y un traje elegante y sobrio, comienzan las primeras notas con A Drop of Blood, de su último disco Sahar.

Con Longing canción de aura melancólica (como casi todas), Tamino fue acompañado ya por un chelo, y aparecieron ya teclados y guitarras en el escenario. Tras Fascination y The Flame, algo, más animadas, el artista saludó con un tímido “buenas noches”, siendo esta, si no recuerdo mal, casi la única interacción con el público (algo que sinceramente, contrastaba muchísimo con las continuas intervenciones y calidez que tuvo Mulvey hacía horas. Pero como comentaba, ha sido como ver el día y la noche).

Posteriormente, presentó su último single de 2023, Sunflower. Mención especial a la iluminación del escenario, en tonos ámbar y dorados, que casaban perfectamente con la elegancia del músico y de la calidad sonora.

La voz de Tamino, reitero, durante las primeras canciones fue impecable, de una sensibilidad y una oscuridad únicas. Escucharle en grabación de estudio ya es perfecto, pero Tamino brilla especialmente en directo, donde se puede corroborar que lo que intenta interpretar es de una calidad especialmente elevada.

Una lástima, eso sí, que la actuación se viera de alguna forma empañada porque en este momento del concierto, empezó a haber fallos con el sonido de las guitarras (notas que no sonaban o que no sonaban como debían, el pedal…), lo que motivó que el cantante, en repetidas ocasiones, cantase las letras con cierta prisa, con una velocidad mayor a la de los temas de estudio. De hecho, no sé si fueron estos fallos, el ambiente, o que el músico ya no podía soportar el calor, pero a partir de la mitad del concierto parecía que este tenía ya cierta prisa por terminar y marcharse. Algo que me dio bastante pena, porque personalmente, esta vez me quedé con la impresión de que había una versión (aún) mejor de Tamino.

Quitando esto, fue precioso ver en directo temas extremadamente delicados como Cigar, Indigo Night (donde aprovecharon para cambiar la iluminación a color índigo) o la conocida Habibi, donde demostró más aún, si cabe, el prodigio de voz con la que cuenta, en las últimas notas de la canción.

Al término de The First Disciple, presentó a los talentosos músicos que lo acompañaban en el escenario. Aunque no se explayó en palabras, pues terminó el concierto con y su forma de despedirse fue simplemente…levantar la mano en señal de despido y abandonar el escenario. Por suerte, volvió al escenario a interpretar Smile tras una larga pausa y entre aplausos.

En fin, otra muy buena tarde en Noches del Botánico y una propuesta perfecta para una jornada de principios de verano. Eso sí, de contrastes y para todos los gustos.

 

*Fotografías de Andrea Colino.