CRÓNICA ARCTANGENT 2019 (SÁBADO): FINAL APOTEÓSICO

Cult of Luna se erigieron como los grandes triunfadores de la última jornada, en la que también destacaron The Contortionist, DobleCapa, Meshuggah y Matt Calvert.

Tras las torrenciales lluvias del viernes, afrontábamos la jornada del sábado con la esperanza de que el suelo estuviera más asentado y así poder disfrutar. Las previsiones eran favorables y finalmente no llovió. Por desgracia, el firme estaba muy pegajoso y el barro era muy abundante, pero por suerte, solo fuera de las carpas. Así que el único inconveniente nos lo encontramos entre conciertos, al cambiar de escenario.

Nada más entrar fuimos a ver a DJ Perro (que posteriormente entrevistamos) que practican un Math-Rock bien perrón (no nos arrepentimos del chiste) y alegre. Y es que DJ Perro han crecido muy rápido gracias a la alegría que transmiten en todo momento encima de las tablas. Si a este factor le sumamos que tuvieron una audiencia mucho mayor de la que esperaban tenemos la ecuación perfecta. Una banda en un estado de gracia y un público encendido. Exactamente a lo que habíamos ido a ver. Una verdadera alegría de concierto para subir los ánimos que el día anterior habían quedado un poco bajos.

ATG de noche. (Foto de Joe Singh)

Tras el primer concierto del día, fuimos a ver a los locales Ogives Big Band, que actuaban en el Bixler. El concierto no consiguió reunir mucha gente y la propuesta resultó ser poco efectiva. Un volumen excesivamente alto al intentar generar un muro de sonido se transformó en una bola difícil de digerir. El grupo, en cambio, sí que mostró una gran predisposición sobre el escenario y una buena técnica, pero no fue suficiente para salvar el concierto. Nos quedamos con ganas de verlos en mejores condiciones porque el grupo lo merece.

Turno fue después de The St. Pierre Snake Invasion que sí que demostraron potencia con control, aunque con una fórmula punkarra un tanto manida. Destacable fue el papel de su cantante, Damien Sayel que dio una lección con su voz áspera y a veces rota. Lo hizo además con mucho movimiento en el escenario y afinidad con el público. La pena fue que nos fuimos antes de acabar porque queríamos ver a Kaguu.

The St. Pierre Snake Invasion. (Foto de Carl Battams)

Kaguu es de esas bandas de Math-Rock que han conseguido una identidad propia. Lo consiguen principalmente al sonido tan característico que sacan de su guitarra, que suena casi como un teclado. El concierto fue técnicamente impecable, pero pecó de soso por falta de movimiento y presencia en las tablas. Los músicos estaban especialmente estáticos y nerviosos, extrayendo un gran sonido. Es más, durante mucho tiempo, si cerrabas los ojos, te trasladaban a paisajes dinámicos y brillantes. Una banda con mucho potencial y margen de mejora en lo que da la experiencia, que es lo más fácil de conseguir si siguen mostrando ese nivel técnico.

Mientras comíamos fuimos a ver a Matt Calvert. La formación, compuesta de marimba, violín, contrabajo, violonchelo, batería, percusión, guitarra y piano, tal vez ejecutó el concierto más especial entre todos los que presenciamos ese día. Con una mezcla de música de cámara y elementos vanguardistas, especialmente rítmicos, ensimismaron a todos los oyentes que allí estaban presentes. Y también los que se fueron uniendo conforme avanzaba el concierto, que no fueron pocos, ya que la calidad musical era innegable. La ejecución y el sonido fueron perfectos y la atmosfera creada, superagradable. Ojalá los festivales apuesten más por este tipo de formaciones, porque siempre vale la pena sentarse y disfrutar de música hecha por instrumentos acústicos. En el fondo, música suave y juguetona, música para dejarse llevar. De lo mejorcito del día y del Arctangent.

Tras esta primera tanda de bandas, tuvimos que salir del recinto principal. La realidad es que teníamos una apretada agenda de entrevistas con diversas personalidades que poco a poco iremos revelando. No pudimos volver a la zona de los escenarios hasta casi dos horas más tarde para ver a Puppy. Por el camino y muy a nuestro pesar nos perdimos Curse These Metal Hands (un grupo de componentes de Pijn y Conjurer), Aiming for Enrike (uno de los grupos más originales que hemos escuchado últimamente) y The Physis House Band (un grupo que bebe de King Crimson pero que tiene una identidad propia muy marcada), que recomendamos encarecidamente.

Puppy a la postre fue la primera de una serie de bandas que concluyeron el festival de forma magistral. Una mezcolanza de estilos que configuró unas últimas horas de vértigo. Cualquier felicitación a la organización se queda corta ya que en todo momento estuvieron supercercanos. Nos consta que lo estuvieron tanto con nosotros como con las bandas, atendiendo todas las necesidades que iban surgiendo en todo momento.

El trío inglés (Puppy) bebe de las bases de los comienzos del rock: una rítmica potente y con groove, estribillos pegadizos y coros agudos. Podríamos estar frente a un grupo del montón, pero Puppy tiene algo de magia, algo que engancha. Y es la fusión tan característica de voces que generan los dos vocalistas. Al juntar las voces de Jock Norton y Will Michael, se crea una mezcolanza extraña pero que empasta muy bien con todo lo que está sonando. Así que con estas cartas y teniendo en cuenta que jugaban en casa vivimos un concierto tan enfervorecido como uno de estadio. Pero fue en la carpa más pequeña del festival: un contraste realmente extraño, pero donde todo el mundo disfrutaba. Habrá que seguirles la pista, porque el renombre que han conseguido con tan solo un LP es notorio.

Jock Norton (Puppy) dominando al público. (Foto de Carl Battams).

Tras Puppy era turno del solape más difícil para nosotros del festival, tocaban a la vez Elephant Gym y The Contortionist. Ambos grupos son difíciles de ver por Europa, especialmente el primero, que era la primera vez que pisaba el continente. El segundo solo había venido a dar un concierto en España (Resu 2018) y no han tenido más presencia en nuestro país.

Elephant Gym tocaban en el Bixler y cuando llegamos seguían con la prueba de sonido que no estaba yendo bien. Los problemas de sonido al principio del concierto así lo contrastaron. Empezaron con un poco de retraso, pero bien valió la pena porque lo que hicieron los taiwaneses es sacar absolutamente todo lo que llevaban dentro. Y es que dos cosas caracterizan el grupo. Una de ellas es la música exquisita que practican, un math-rock en el que prima la musicalidad por delante de la técnica. Y la segunda es la extrema inocencia que les caracteriza. Como nos dijeron en la entrevista que les hicimos tenían muchas ganas de tocar para el público inglés. Y se notó mucho, ya que las caras de felicidad que llevaban los delataban, pidiendo y viviendo uno de los primeros pogos de su vida. Habían levantado tanta expectación que vimos componentes de Floral, Kaguu y más bandas en el backstage disfrutando de su excepcional bolo, solo ensombrecido por los problemas de sonido. Uno de los mejores conciertos del festival, porque a veces, la alegría de los músicos supera con creces cualquier problema que pueda surgir.

Mientras esto ocurría en el Bixler, en el Yohkai actuaban The Contortionist. Los norteamericanos han conseguido definir una identidad propia dentro del metal progresivo que ya empieza a influenciar otros grupos. Por tanto, la actuación tenía mucho valor; también porque, como hemos dicho, es difícil verlos en directo. La música de la banda destaca por la narrativa subyacente a las composiciones. Los norteamericanos consiguen mezclar con mucho acierto pasajes duros casi djenteros con melodías y punteos que se juntan en muchas capas. Y lo especial es que lo hacen dándole el espacio necesario a Michael para que ponga letra a todo lo que pasa detrás. Se nota que hay mucho trabajo compositivo en todas las obras ya que todo va en una dirección. La clave es que la complejidad de la música nace de lo complejo de los sentimientos del ser humano, y no por puro placer.

Crowd Surfing en el ATG. (Foto de Jonathan Dadds)

El concierto fue muy bueno y el sonido fue mucho mejor que en el Resurrection Fest 2018, por lo que fue una experiencia muy disfrutable. Hay que destacar el trabajo del vocalista Michael Lessard tanto en un registro gutural como en el registro limpio. Pero además hay que reconocerle que es el principal responsable del despegue de la formación. Si a esto le sumamos que el setlist fue muy variado con temas como las dos partes de Language, Clarvoyant y el single de su nuevo EP, Early Grave, nos encontramos ante un concierto realmente emocional en el que el público se involucró mucho. Uno de las joyas del festival.

Tiempo era de los grandes triunfadores del Arctangent 2018: And So I Watch You From Afar que iban a tocar su primer disco entero. La organización los había anunciado como «secret special guests» pero una filtración a un día de empezar el festival destapó el pastel. Pero no por eso fue menos concurrido ni menos emocionante para el público. Con el Arc a reventar tocaron todo su disco debut exceptuando Start a Band y These riots are just the Beginning. Tal vez no sea disco más conocido y solo hayan quedado un par de cortes en sus actuaciones normales, y por eso la ocasión se antojó muy especial. La verdad es que ASIWYFA tampoco no es su mejor disco pero es el disco en el que se empieza a intuir que los guachos iban a abrir muchos caminos musicalmente hablando.

ASIWYFA en acción. (Foto de Jonathan Dadds)

El concierto, como siempre que se presentan en la colina, fue bestial. La gente participó muy activamente y como siempre hubo gente haciendo crowdsurfing. Además, el sonido fue bastante bueno, y temas como Set Guitars to Kill brillaron con luz propia. Es obligatorio el no perderse a los irlandeses cada vez que se presenten cerca del sitio donde te encuentras. El espectáculo está asegurado.

Tras algún compromiso de prensa más, tomamos un pequeño descanso mientras cogíamos sitio para Cult of Luna. Los suecos lanzarán su nuevo disco el próximo día 20 de septiembre de 2019. El álbum se llamará A dawn to fear y ya están tocando algunos cortes como reclamo. The silent man o Nightwalker tienen su sitio en los setlist de los festivales que han asistido este verano.

La banda, pues, salió al escenario principal con ganas de demostrar por qué son el grupo de post-metal más importante de la actualidad, y de paso destruir todo a su paso. Y lo hicieron. Con una iluminación trasera y un humo que lo envolvía todo crearon una atmósfera ultraopresiva ya desde los primeros compases del ya mentado single, The silent Man. He estado en muchos conciertos, y pocos recuerdo en el que una barrera de sonido como la que presentaban Cult allí fuera tan nítida y clara como en esta ocasión. Fue una hora de vaivenes entre paisajes agresivos con la doble batería a todo trapo y la voz asesina de Johannes Persson y pasajes crepusculares y melancólicos.

El mayor exponente de todo esto es Finland, tal vez la mejor canción entre las desconocidas para el público general de los suecos, y con la que arrasaron con todo el ATG. También hubo tiempo en esta vorágine para repasar temas de su mejor disco hasta la fecha, Vertikal. Uno de los conciertos más bestias que he podido disfrutar, y para mí, el mejor concierto del Arctangent junto al de Daughters.

El universo de Cult of Luna.(Foto de Carl Battams)

Exhaustos tras acabar Cult, fuimos a presenciar el show de Caspian, que practican un post-rock muy íntimo y frágil. La sorpresa que nos llevamos fue que en directo las canciones se transforman adquiriendo el estatus casi de himno, debido a que toda la sensibilidad que transmiten los americanos te la están arrojando cara a cara. La sensación en todo momento fue de soledad y de meditación, y muchas lágrimas no tardaron en brotar.

Pero el concierto no se quedó ahí. La potencia que puede llegar a alcanzar el grupo en directo y las tremendas variaciones dinámicas que muestran hacen que el concierto para nada se haga largo y repetitivo, que es el principal problema de los grupos de post-rock. El momento culmen del concierto fue cuando tocaron Ríoseco, que es el tema principal de su último trabajo, Dust and Disquiet, que ya data de 2015, un tema que os recomendamos escuchar ahora mismo. Otro de los conciertos más bonitos del festival, en el que el ocaso del sol ayudó mucho. Ojalá saquen nuevo material pronto.

Dos conciertos quedaban para culminar el festival, uno en el Arc, y otro en el PX3, acordes al tamaño de las dos formaciones: Meshuggah y Doblecapa. Los primeros son, como todos sabéis los impulsores de toda una hornada de artistas de djent, y aunque ellos digan que no lo practiquen, su nombre siempre estará ligado a este género. El segundo es un grupo modesto, que sigue la tradición de grupos españoles en el Arctangent. Además de ellos, ya han pasado por la colina grupos tan importantes como Jardín de la Croix, ToundraAstralis.

Cuando nos acercamos al recinto principal, este se había quedado pequeño, tanto el escenario por la cantidad de lonas y luces que los suecos llevaban, como la carpa que no podía contener tanta gente como la que allí nos amontonábamos. El concierto fue muy potente, si bien es cierto que en las últimas filas las guitarras sonaban un poco flojas. Nada que no pudiera subsanar la voz de Jens Kidman. Mención aparte merece el técnico de luces, que es casi uno más de la banda, ya que está todo el tiempo tocando las distintas configuraciones para que los focos vayan al complejo y rápido ritmo del grupo. La sincronía por tanto es total, e himnos como Bleed o Demiurge, con las que cerraron el concierto, cobran nueva vida en directo. Meshuggah es uno de los grupos que es obligatorio ver en la vida por lo menos una vez, y como pudimos ver, siguen demostrando el por qué.

Meshuggah en pleno apogeo. (Foto de Joe Singh)

Mientras esto ocurría en el escenario principal, en el escenario más modesto tocaban los representantes españoles, Doblecapa, que tuvimos la oportunidad de entrevistar antes del festival. El dúo español: Arianne y Mario, batería y cigar-box, crean su música en base a deconstruir las armonías típicas del blues hacia sonoridades típicas del extraño instrumento que Mario ejecuta con maestría. Este elemento sumado a la potencia percusiva de Arianne da lugar a una mezcla llena de energía. Mezcla también muy pegadiza para cualquiera que escuche su música, tanto si es la primera o la vigésima vez. El concierto fue muy divertido, y salvados algunos problemas de sonido consiguieron que en un periodo tan difícil de tiempo como es el solape con Meshuggah, la carpa estuviera bastante llena. A veces, encontrarse con un proyecto como el madrileño en un mundo tan técnico como el del math-rock o rock progresivo es aire fresco, ya que la espontaneidad y alegría que atesoran son tesoros que hay que mantener a toda costa.

Estos dos conciertos pusieron el broche de oro a una edición del Arctangent que tuvo mucha más afluencia de público que la anterior y que la expansión sonora hacia elementos electrónicos y extremos se hace patente. En definitiva, un festival que ya se ha consolidado en el difícil panorama europeo con una propuesta muy diferente a la que estamos acostumbrados, y que su mayor virtud es la gran calidad musical que muestra cada año. Si os gusta descubrir música nueva y sois de oídos abiertos, os invitamos a ir el próximo año.

La Silent Disco. (Foto de Joe Singh)