Antonio Seoane

Hola Antonio, muchas gracias por animarte a participar en esta entrevista, es un placer poder plantearte estas preguntas  y conocer un poco más de esta faceta menos conocida de ti.

Antes de avanzar en la entrevista, quiero agradecerte tu cercanía y que hayas encontrado un hueco para esta entrevista con Rock Culture. Nos encantaría poder conocer un poco más al rockero que está detrás de la figura del magistrado. La primera pregunta es obligada ¿Cómo estás? Son tiempos difíciles para todos.

Tal y como está el mundo y la vida (pandemia, guerra, etc.) me resulta difícil hablar de mí mismo y más aún a ponerle “peros” a mi situación. Contradictoriamente, creo que eso mismo (no atrevernos a hablar de nosotros mismos) nos está haciendo mucho daño. No soy médico pero creo que ahí habría que buscar la extensión de los padecimientos psicológicos –ansiedad, depresión, etc.- que estamos viviendo. Personalmente, me incluyo en este grupo de personas que hemos “enfermado” en estas crisis. Me afecta particularmente ver que nos han engañado y estafado. Que el mundo que vamos a dejar dista mucho de nuestros sueños y que aunque indudablemente es mejor que el que nos encontramos, dudo que se pueda calificar como bueno.

Dicen que las personas rockeras nacen y no se hacen, pero que en algún momento ocurre algo que enciende esa llama y no hay vuelta a atrás. ¿Cómo fueron tus inicios en el mundo del rock?

Querido Álvaro, yo pertenezco a una generación distinta de la tuya y posiblemente de la mayoría de tus lectores. Ten en cuenta que en 1968 yo tenía 16 años y España era un país al que no accedía la música internacional, que tardó en acceder a los mercados musicales, dónde el desconocimiento del inglés (¡las letras!) era prácticamente absoluto y en el que desde los medios se promovía música nacional católica y se burlaban de “los melenudos”.

Mi acceso al rock fue tardío y a través de la música pop y folk. El rock en aquellos momentos para alguien como yo, educado en un colegio de curas donde se nos mantenía al margen de cualquier realidad nacional o internacional, era difícilmente entendible y aún provocaba el rechazo de quienes pertenecíamos a la pequeña burguesía. El acceso al rock, al blues, al jazz tuvo mucho que ver con mi divorcio de la cultura franquista y religiosa en la que inevitablemente me había educado y que tiene que ver con la revolución del 68 que en España recepcionamos más tarde, mi entrada en la Universidad que entonces era un semillero de ideas y mi estancia en Barcelona durante cuatro años. Barcelona no tenía nada que ver con Madrid. En Barcelona se vivía una explosión contracultural, incompatible con la Dictadura. En Madrid, en cambio la cultura estaba laminada por la burocracia del Régimen.

En Barcelona se vivía una explosión contracultural, incompatible con la Dictadura. En Madrid, en cambio la cultura estaba laminada por la burocracia del Régimen.

Nos gustaría saber cual fue tu primer concierto, también cuál fue el último y de cuál conservas mejor recuerdo de todos los que has visto.

Mi primer concierto fue el famoso de Pete Seegers en la Facultad de Derecho de Barcelona entre banderas republicanas, rojas, negrirrojas y señeras. Fui un acto político antifranquista, con un sonido espantoso. El último al que fui fue al de Lila Downs  en Madrid. Recuerdo con muchísimo cariño el de Leonard Cohen en el Palacio de Deportes (un señor de 80 años que estuvo bailando y cantando, feliz, más de tres horas en el escenario ).

He de confesarte que nunca he sido muy de conciertos. Que me asustan un tanto las masas. Además he sido muy crítico con los aspectos más comerciales del rock. Creo que en los conciertos de rock hay mucha mentira: exceso de volumen para tapar la falta de calidad; uso de recursos populistas y demagógicos; imposibilidad de escuchar música y exceso de apelaciones a la emotividad… Parecen fomentar una especie de adicción. En cambio siempre me han gustado más los conciertos de jazz. Hubo una época en que todos los años asistía al Festival de Vitoria. Era maravilloso: presenciábamos el concierto sentados, nos comíamos el bocata que nos habíamos preparado escuchando a Joe Lovano, Pat Metheny, Keith Jarrett o Chick Corea. Me gustó muchísimo un concierto en Vitoria de Eric Clapton con una banda de fusión maravillosa (Joe Sampler, Marcus Miller, David Sanborn, etc.). Tocaron rithm and blues. Lamentablemente los organizadores metieron el doble de público.

Tengo entendido que también eres un amante de las guitarras y que tienes una buena colección Cuéntame, ¿Qué estilo te gusta más? ¿Hay alguna joya especial de tu colección?

Tengo una colección de guitarras acústicas, electro-acústicas y eléctricas que me satisface ver y contemplar. Me gusta su sonido pero también su estética. Dicen que la guitarra está inspirada en el cuerpo femenino. Tengo Gibson, Fender, Epiphone, Steinberger, Washburn… He decidido dejar de comprar porque era compulsivo y porque desgraciadamente no puedo sacar de ellas todo lo que me deberían dar. La joya de mi colección es una Steinberger que compré de segunda mano en Andys (Londres) y que me certificaron que había pertenecido al fallecido Allan Holdsworth con la configuración de pastillas que este usaba (Seymour Duncan) y era diferente de la original (EMG).

Antonio Seoane

Respecto de los estilos de guitarra pasa como con los estilos de música, creo que hay un momento para cada guitarra o para cada estilo musical. Hay momentos de coger la Fender con sonido limpio y un poquito de reverb  y momentos de abrazar la Les Paul con distorsión.

He vivido algunos momentos de altísima intensidad emocional oyendo guitarra flamenca. El quejío de la guitarra flamenca es un grito desgarrador.

La guitarra es la mayor aportación de España a la cultura universal y la guitarra eléctrica es su adaptación para una cultura de masas y la única posibilidad de hacerse oír entre vientos y percusiones.

Puede que suene un poco utópico, pero  ¿Alguna vez te veremos cambiar la toga por la guitarra y la chupa de cuero y los juzgados  por los escenarios?

Sabemos que en la justicia hay  tipos duros pero… ¿Hay muchos rockeros en los juzgados?

No lo creo. Será una de mis frustraciones vitales. Pero lo cierto es que ni reúno las condiciones para hacerlo y además, pese a ser un deslenguado literariamente, para actuar musicalmente me paraliza una extraordinaria timidez. Y si tengo que cantar… ¡ni te cuento!

La música para quienes pertenecemos al ámbito de justicia no es un hobby, es una necesidad. Es un mundo muy estresante, muy conflictivo e individualista. La música llega a ser una manera de volver en sí, de recuperar el silencio y hacer gimnasia de dedos. Por eso hay muchos juristas entregados a la música, al rock y a la guitarra. Abogados, Fiscales, Jueces… incluso Magistrados del Tribunal Supremo. Algunos de ellos tienen sus propios grupos e incluso actúan regularmente.

La música para quienes pertenecemos al ámbito de justicia no es un hobby, es una necesidad.

Los rockeros somos muy de contar batallitas con una cerveza en la mano. Locuras que hemos hecho como recorrer medio mundo para ir a un concierto o anécdotas raras con algún músico. ¡No puedo resistirme a pedirte que nos cuentes alguna de las buenas por favor!

No tengo anécdotas que se ajusten a lo que me dices. Pero sí me pasó que un día en que mi casa del pueblo estaba en obras y había albañiles, yesistas, pintores… me bajé al sótano a un cuarto que he acondicionado como estudio de grabación amateur (GarageBand, etc, ya sabes) y me interpreté un blues rápido. Para sorpresa mía (y total enrojecimiento) cuando terminé oí una ovación cerrada por los cinco o seis obreros que habían acudido al sótano y a los que no había visto ni oído, que me pedían un bis. “Naturalmente” no fuí capaz.

De un tiempo a esta parte la música en general y el rock en particular ha ido perdiendo presencia en la radio televisión, pasando a tener espacios  a horas privativas y escasa difusión de grupos y bandas emergentes. ¿A qué crees que se debe? ¿Cómo podríamos remediarlo?

No sabría decirte en concreto. Si me permites que opine en general a vista de pájaro creo que te diría lo que dijo Rodrigo Rato: “es el mercado, amigo”. Desgraciadamente hablar de rock, de radiotelevisión o de industria musical en general, es hablar de mercado. Todos ellos se han vendido al mercado y el mercado acaba por asesinarlos. La televisión es infumable (la radio un poco menos), la industria musical se ha cavado su propia tumba y el rock se ha integrado en el sistema casi desde su nacimiento (recuerda a los Rollings como votantes del Partido Tory y Margaret Thatcher).  Se abren otras vías como el podcast o el streaming, pero todo eso nace ya supervisado y controlado. Fíjate lo que han hecho en Radio 3 con programas maravillosos como Toma Uno. Es lo que hay. ¡El Mercado! Cíclicamente encumbra y destruye.

Desgraciadamente hablar de rock, de radiotelevisión o de industria musical en general, es hablar de mercado.

De todo esto lo peor son las condiciones profesionales y laborales de los músicos. Están condenados a la precarización y al paro. Y el patrimonio musical de la Humanidad hoy sujeto a formatos informáticos digitales y cuya supervivencia depende de la de esos formatos. La desaparición de un formato o el cambio de formatos va a provocar inmensas averías en el patrimonio. Muchas de esas averías serán intencionadas para hacer desaparecer las obras que no interesen en cada momento. Imagínate que en uno de esos cambios de formato alguien decide que Louis Armstrong tenía una voz ronca que no merece conservarse o que el movimiento punk está de sobra.

Todavía tenemos reciente el revuelo por el concurso para elegir representantes para Eurovisión.  No voy a pedirte que nos digas tu favorita pero, teniendo en cuenta que muchos países han enviado grupos de rock, y muchos de estos grupos como Lordi o Maneskin han ganado. ¿Qué pasa en España con el rock que casi nadie apuesta por este estilo? ¿Arrastramos una herencia demasiado pesada?

Personalmente y con respeto a otras opiniones, Eurovisión no me interesa. Es el producto más cutre del mercado musical, que además pagamos con nuestros impuestos, sin siquiera ser consultados. Transmite además unos valores vinculados a unos nacionalismos pueblerinos y unas ideas de igualdad de género patéticas. Mientras tengamos que pagarlo yo mandaría todos los años al Chiquilicuatre, que fue una manera de reírse de espectáculo tan hortera y bochornoso. Creo que en TVE son tan conscientes de ello que ni se molestan en mandar músicos de calidad. Los grandes vencedores de Eurovisión en España han sido los que se negaron a ir como Serrat. Espero que lo sean también los rechazados (como las Taxungueiras, a las que les deseo lo mejor porque por lo menos son valientes y originales y porque algo bueno han debido ver en ellas para aparcarlas).

A los niños, les enseñan en el colegio quien fue Mozart o Beethoven, lo cual es magnífico, pero poco se habla de Robert Johnson, Chuck Berry, la Hermana Rosetta Tharpe, Mary Kaye o Hendrix, etc… No digo que esté ahí el problema, pero ¿No crees que hablar de ellos en la asignatura de música ayudaría un poco a devolver al rock al sitio que le corresponde en la cultura?

Tampoco soy un especialista en educación. Y menos en educación musical. Hasta dónde alcanzo creo que la educación musical no debería dar conocimientos enciclopédicos sobre la historia de la música ni enseñar a tocar la flauta dulce y apartarse del academicismo. Es más útil despertar la curiosidad de los niños, lo que es mucho más fácil que tocar el Para Elisa, y enseñarles a sentirse bien tocando o componiendo. Fijaos como son de intuitivos con todos los dispositivos informáticos. Darles la base y dejarles hacer. La idea de proporcionarles los conocimientos básicos de música y sobre instrumentos musicales para que puedan crear sus propios combos o bandas. La música es muy pedagógica, enseña a que hay un momento para tocar y otro para callar, que el silencio es tan importante como las notas y que al final un tema es una producción colectiva. Creo que ayudaría mucho a integrar a los niños y los jóvenes, a socializarse y a sentirse útiles y creativos. Luego ellos podrían avanzar por el camino que eligieran. En España hubo una cultura musical de bandas de pueblo y coros y orfeones (en Valencia, Andalucía, País Vasco, Cataluña…), que fue destruida por la Dictadura (casi).

Además del rock más clásico, tengo entendido que eres un gran seguidor del  jazz  ¿cómo ves el panorama actual? ¿Crees que tendremos un buen relevo generacional en la escena?

Como persona que va teniendo una edad viejuna, el panorama lo veo con tristeza porque están despareciendo todos los grandes maestros que me han enriquecido: Keith Jarrett, Chick Corea, Charlie Haden, McCoy Tyner, etc. y con los más más jóvenes me faltan cauces para conocerlos y poderlos seguir.

Sobre el relevo no me cabe ninguna duda. Seguirá habiendo artistas y arte, salvo que nos estabulen.

Vivimos en un sistema social totalitario en que se nos dice y controla cómo vivimos, cómo pensamos, cómo reaccionamos, cómo nos relacionamos…

Además de tu labor como  Juez, escribes artículos de opinión en medios como Nueva tribuna, en los que hablas de casos de actualidad, temas sociales o culturales, últimamente la prensa mayoritaria está pasando una crisis de identidad evidente ¿Qué recomiendas para poder tener una opinión crítica de las noticias en la actualidad?

Todos podemos tener opiniones críticas concretas, acertadas o desacertadas. Pero yo creo que no se trata de eso. Se trata de autoeducarnos en la crítica. Quiere decir, hacer que la crítica forme parte de nuestra personalidad. Es una especie de camino de perfección que requiere el empleo de toda nuestra inteligencia y de nuestro esfuerzo. Vivimos en un sistema social totalitario en que se nos dice y controla cómo vivimos, cómo pensamos, cómo reaccionamos, cómo nos relacionamos… La raíz de la personalidad crítica es asumir esa realidad. A partir de ahí si uno aspira a la libertad y la integridad moral no tiene otro remedio que ir manifestando su rebeldía a asumir los roles sociales.

Y eso vale para la noticias. Es un mundo muy fake, en el que no es fácil distinguir la información, la opinión la publicidad y la propaganda. Hay que estar ojo avizor porque detrás de cada línea hay una intención, un interés, alguien que se pretende aprovechar de ti y hacerte pensar como “ellos” quieren. Sé que no es fácil vivir con esa desconfianza, pero con entrenamiento también uno va automatizando sus respuestas.

La escena del rock en castellano tiene una larga tradición de políticamente reivindicativa, como juez  has tenido casos complicados y cuya repercusión mediática ha sido evidente y que se ha dicho de ti que eres Crítico con la politización de la justicia, enemigo de los corporativismos ¿Crees que quedan muchas cosas comunes que combatir entre escenarios y juzgados?

Escenarios y juzgados tienen mucho en común, en definitiva por ambos desfilan representaciones de la vida misma y requieren de quienes “actúan”, músicos o abogados y jueces, una especial sensibilidad que es más propia del arte que de la ciencia. La diferencia está en que la música tiene otras finalidades distintas del combate. También es su objetivo entretener, emocionar, educar, etc. La finalidad de los juicios es siempre utilitaria, resolver conflictos individuales o colectivos. El arte aquí entra en la sensibilidad para definir el problema y la imaginación para darle solución. Por otra parte, yo me atrevo a sostener que los juicios tienen un componente muy importante vinculado al teatro: debe haber una puesta en escena, los abogados deben presentar “en celofán” su causa, hacerse oír ganándose la audiencia del Juez o el Jurado, deben haber construido previamente un guion…

Estoy convencido de que el futuro es femenino Y que  cuando eso se plasme en la realidad el mundo será muchísimo mejor que ahora.

En rock culture tenemos una sección que tratamos con mucho cariño. Se llama Mujeres en la industria musical  y en ella intentamos que mujeres relacionadas con la industria (instrumentistas, cantantes, fotógrafas, managers…)  nos cuenten sus experiencias, su punto de vista y, sobre todo, dar visibilidad a las mujeres en una industria que parece mayoritariamente controlada por hombres. ¿Qué crees que se puede hacer para darle la vuelta a esta situación y conseguir que las mujeres tengan tanta presencia en la escena musical como la tienen los hombres?

Estoy convencido de que el futuro es femenino. Y que  cuando eso se plasme en la realidad el mundo será muchísimo mejor que ahora. Aportarán su especial sensibilidad, su mayor capacidad para el esfuerzo y el sacrificio, su mayor inteligencia emocional. La misma violencia de género lo pone de manifiesto: son siempre mejores las víctimas que los victimarios. De hecho, esos maridos asesinos son los contrarrevolucionarios del cambio feminista.

A eso se llegará por la consciencia y la lucha de las mujeres. En mi opinión no hay un camino único para llegar. Y por el hecho de que las mujeres vayan “invadiendo” parcelas prohibidas. Cada vez veo más mujeres trompetistas, trombonistas, al double bass o a la batería, cuando tradicionalmente tenían reservado el piano, el arpa y, en todo caso, la voz.

Ya casi estamos terminando, pero antes de hacerlo nos encantaría que nos respondiese a las siguientes preguntas cortas con una o dos palabras:

¿Cuál es ese grupo que te sirve para recargar baterías tras una larga jornada de trabajo?

Últimamente me estimula mucho la americana que es un género al que no había accedido hasta fechas recientes. Salvo Eagles. Manolo Fernández y Toma Uno me descubrieron a Chris Stapleton por el que siento  mucha atracción.

 

¿Si sólo pudieras escuchar un disco para el resto de su vida cuál sería?

Los Standards clásicos interpretados por Chet Baker, en estos momentos.

 ¿Cuál es el último disco que has comprado?  

Songs de Keith Jarrett, pese a que soy más “guitarrero” que “pianero”, Keith Jarrett es otra cosa. Me faltaba en mi discoteca.

Si pudieras asistir a un concierto cualquiera en la historia de la música ¿Cuál sería y por qué?

Al próximo de los Rollings en Madrid. Hay ingenuos que dicen que será el último en España. En todo caso será su último concierto de este siglo en Madrid. No he conseguido verlos en concierto nunca.

rolling stones madrid

Pues hemos terminado. Sólo una cosa más… ¿Podrías dejarnos unas palabras para todos esos jóvenes que escuchan rock y que no se identifican con referentes profesionales porque no pueden ver que debajo de muchos trajes de chaqueta de políticos, juezas, directivas de empresas, profesoras, médicos hay una camiseta de AC/DC o de Led Zeppelin o de Rosendo?

Que hacen muy bien en no identificarse con referentes profesionales. Que busquen referencias éticas personales y creen su propia ética, manera de comportarse. Las referencias profesionales solo sirven para el ejercicio de la profesión en concreto. Tras cualquier profesión se ocultan auténticos mercaderes desalmados. Y eso vale para jueces, médicos o artistas. El fenómeno de los fans y la mitificación de las estrellas del rock son parte de la alienación de la juventud por el mercado. Detrás hay algo muy parecido al culto a la personalidad de los nazis o los estalinistas.

El fenómeno de los fans y la mitificación de las estrellas del rock son parte de la alienación de la juventud por el mercado.

El propio Bruce Springsteen reconocía hace poco que aunque haya gente convencida de lo contrario por sus letras, él no había estado jamás en una fábrica. O ahí tenéis a Picasso o Neruda grandes artistas con conductas vitales dudosas. Desconfiad también de AC/DC, Led Zeppelin o Rosendo, aunque con éste me cuesta más: ser unos grandes músicos no les  da una superioridad humana. Esos liderazgos sacados de contexto me parecen siempre negativos. Es sólo una habilidad. Uno de los más grandes guitarristas de la historia, Django Reinhardt era analfabeto, también musicalmente, incapaz de administrarse, machista… Pero compuso Nuages.

Muchísimas gracias por tu tiempo, Antonio, espero que te haya gustado participar en esta entrevista y que hayamos podido conocer un poco mejor al rockero que  convive en los juzgados.