El slam parece negarse a desaparecer. Entre el 2000 y el 2010 el subgénero más denostado del death metal vivió una década explosiva en la que cientos de clones de Devourment lo invadieron todo. Tras aquel boom, llegaron años de sequía y decadencia. Las bandas más significativas del slam empezaron a diluir su música en otros subgéneros (brutal death, deathcore,…) y las bandas clones desaparecían de la escena a un ritmo vertiginoso. Era la crónica de una muerte anunciada: finalmente el slam se había agotado a sí mismo.
Mientras los grandes del brutal death (Suffocation, Cryptopsy, Nile…) se decantaban por la técnica y el virtuosismo musical, la propuesta del slam pasaba por embrutecer – sí, aún más – los rasgos (¿más controvertidos?) de identidad del death metal. Al gusto por una brutalidad estética que de hiperbólica devenía caricatura, los slammers añadían un verdadero fervor por la simplicidad extrema en melodías y estructuras. La base era el estilo de brutal death practicado en New York (Suffocation, Pyrexia, Repudilation…) aunque llevado a su mínima expresión. Por poner un ejemplo, el punto de partida para el slam fue un solo riff de una canción de Suffocation, “Liege of Inveracity”. Ojo, se dice rápido: un solo riff para inspirar todo un subgénero. El planteamiento era cuanto menos absurdo o incluso suicida en términos creativos. Por eso, cuando a mediados de la segunda década de los 2000 el slam daba visibles muestras de agotamiento muchos pensamos que era lo que tocaba. Demasiado grotesco, demasiado absurdo y, sobre todo, demasiado obtuso. Aquella broma ya había durado demasiado.
Para mi propio desconcierto todo esto cambió hará apenas tres años cuando Devourment publicó su último álbum, el enorme Obscene Majesty, un inesperado punto y a parte en la historia del subgénero. Obscene Majesty era un salto hacia adelante que rompía con todos los lastres del pasado y proponía una revisión completa de las pautas que conforman el slam. Atrás quedaban los vicios heredados y los corsés auto impuestos. Atrás quedaba la infame misoginia usada por su shock value, remanente del imaginario gore y del exploit más patológico. Nada de esto fue fortuito, “Obscene Majesty” era fruto de la reflexión colectiva. A Devourment le siguió Gorevent, Organectomy y algunas bandas más, todas ellas con propuestas espectaculares, todas ellas con propuestas revisionistas. Y puede que sea demasiado pronto pero ya hay quien habla de un “slam renaissance”… Pero basta, empecemos con lo nuestro.
La trayectoria de Abominable Putridity ha seguido en paralelo a la del slam. Aparecidos a mediados de los 2000 los Putridity publicaron su primer y celebrado álbum In the End of Human Existence, que hacía gala de la mejor ortodoxia slam. Cinco años más tarde, ya durante los años de decadencia del subgénero, publicaron su segundo álbum The Anomalies of Artificial Origin, mucho más técnico y cercano al brutal death. Gracias a su apertura de miras y al abandono de ciertos postulados del slam, The Anomalies of Artificial Origin fue ampliamente aceptado por las huestes del death metal más técnico y brutal. Abominable Putridity, como tantas otras bandas de slam, buscaban maneras de evolucionar dentro del limitadísimo corsé de este subgénero. El resultado era apreciable pero, a pesar de todo, la música todavía conservaba cierto carácter formuláico.
En el caso que nos ocupa, este Parasitic Metamorphosis Manifestation, ha conseguido algo parecido a lo que consiguieron Devourment o Gorevent con sus últimos lanzamientos. Es decir, reformular el slam pero sin perder su esencia. Así como su anterior disco sonaba a brutal death con partes de slam (o a la inversa), la exploración musical en este nuevo álbum es mucho más orgánica y fluida. Los numerosos blast beats, casi siempre incontenibles, desbordan a menudo las partes más lentas, más slam. Así como en el slam más tradicional los breakdowns estaban muy diferenciados de las partes rápidas, en este nuevo álbum la fricción entre ambas dinámicas es constante, generando una muralla de sonido imprevisible y por lo tanto apabullante.
Muy al contrario de lo que pueda parecer por su nombre, el sonido de Abominable Putridity está lejos de cualquier atisbo de putrefacción. No, esto no va de sucio y podrido death metal. Abominable Putridity abandonó con su segundo disco, The Anomalies of Artificial Origin, la fijación estética del slam por el gore más absurdo para abrazar en su lugar imaginarios propios de la ciencia ficción. Esto se refleja en su sonido que es limpio, preciso y potente como una máquina perfectamente engrasada. A diferencia de lo que marcan las pautas del slam tradicional, aquí se diferencian con claridad todos los instrumentos, envueltos por el alucinado tono de las guitarras y por la (atención, novedad) omnipresencia del bajo, que marca el ritmo y es el corazón que late tras todos los breakdowns o partes de slam. La originalidad en la presentación del bajo es un feliz hallazgo que permite a las guitarras experimentar con tonos y sonoridades poco vistas en el género. Brillan especialmente las partes rápidas adornadas, gracias a la excelente producción, con virulentos trémolos y power chords.
Alexander Kubiashvili, batería de la formación original y ahora encargado además del resto de instrumentos, ejecuta patrones imposibles y cambios rítmicos con precisión clínica. Aunque es sabido que Kubiashvili es un batería más que competente y suele grabar sus pistas en directo, se rumorea que para esta ocasión se ha programado y digitalizado toda esta parte. Esto es lo de menos porque el resultado es alucinante. Y qué decir del trabajo de Ángel Ochoa, vocalista de este álbum. Conocido por su trabajo en Cephalotripsy, Ochoa alcanza en este disco altísimas cotas de versatilidad, alternando entre los acostumbrados gorjeos ultra graves con registros más guturales y mucho más articulados. La atención por el detalle es una de las mayores fortalezas de Parasitic Metamorphosis Manifestation y por eso es un disco con el que es muy difícil aburrirse. También es verdad que el disco dura poco más de 25 minutos (!!!) pero eso es harina de otro costal.
Por decirlo a lo bruto, este disco está más cerca de Wormed que de Epicardiectomy o Devourment. Nada que ver con sótanos mohosos, samples con la voz de John Wayne Gacy o sonidos de ultratumba. Nada que ver con la estética slam de toda la vida. Lejos del carácter primitivo y monocromático del slam más ortodoxo, Abominable Putridity ha encontrado su sofisticada manera de reformular el género. Sin embargo, el groove y los breakdowns siguen ahí. Parasitic Metamorphosis Manifestation es un disco con el que vas a querer bailar o darte de cabezazos contra la pared. Y de eso es de lo que en definitiva se trata el slam, ¿no?