Lorna Shore – Immortal
La solemnidad atmosférica que proporcionan los elementos sinfónicos son una incorporación lógica en la evolución y la experimentación dentro de cualquier género musical. Esta transición hasta sonidos ambientales ha sido base desde los comienzos, incluso de géneros con sonidos más extremos y alejados del público generalista, acostumbrado a propuestas fácilmente audibles.
Para nada previsible y, para sorpresa de muchos, es la disrupción de dichos elementos de la mano del hijo bastardo del Hardcore punk más sucio y el Death metal en su expresión más angosta: el Deathcore.
No nos encontramos ante una fusión de géneros como tal, sino ante una suerte de brutal Deathcore más sólido que aprovecha para realzar fragmentos, dejar intercalar recursos o engullir entre sus fauces los elementos propios que también hicieron suyos géneros en el pasado el death o el black, a través de teclados ambientales y melodías operísticas. Dando fe de ello en Warpath of Disease, la cual ilustra sonoramente el párrafo en el que nos encontramos.
Si algo tiene que ofrecer este disco a destacar por encima del resto, es una puesta excelente y atronada de voces y baterías. Las primeras recaen a cargo de CJ McCreery, quien se mueve dentro de su registro de gutural con tonos infernales y oscuros hasta las líneas más desgarradas y agónicas propias del pig scream o el fry squeal, representado a la perfección en Immortal. En otro orden, Austin Archey a la batería, aporta una combinación de tecnicismo, versatilidad y dominio de su instrumento que solo es comparable a la crudeza y dureza física que ofrece a lo largo de la duración de todos los cortes, como prueba viviente en King ov Deception.
Líneas de guitarra provenientes de la mano de Adam De Micco y Andrew O’Connor nos aportan breakdowns profundos, palm mute agotados hasta la extenuación y riffs infinitos acabados en melodías propias de un réquiem. Destacamos a este último como responsable de las líneas de bajo que, aunque cargadas y siendo un perfecto añadido que aporta solidez a las baterías, quedan ensombrecidas antes otros instrumentos en la mezcla.
El trabajo ante nosotros es una obra contundente, pesada y por qué no decirlo, abrumadora. Un disco engendrado para ser escuchado en un equipo de alta calidad y con paciencia, como así destaca por su excelente producción de calidad en el sonido. Diez cortes con una duración total de 45 minutos que no deja pie al descanso más que la transición entre cada tema.
En definitiva, Lorna Shore son un exponente firme, con una trayectoria en constante evolución, hacia la nueva ola del Deathcore. Una propuesta tronadora que pretende ser germen de vida y romper con el esquema musical estándar del género.