La del viernes prometía ser una cita importante. Los bardos regresaban a la capital después de agotar entradas en su recorrido por media Europa.
Si tras un primer SOLD OUT, la promotora Madness Live! decidía cambiar de ubicación el concierto desde la mítica sala La Riviera al recinto de Live Las Ventas, el miércoles por la noche volvían a colgar el cartel de “sin localidades” para un concierto que nadie quería perderse.
Aunque es cierto que los BLIND GUARDIAN no ponían los pies en la capital desde el 2015, los fieles de la banda pudimos disfrutar de su compañía el pasado verano en el ROCK IMPERIUM, celebrando el 30 aniversario del clásico Somewhere Far Beyond.
Para esta ocasión, el marco elegido fue la presentación de su último trabajo, dentro de una gira titulada The God Machine Tour.
Desde bien temprano, el ambiente que rodeaba la plaza de toros de Las Ventas sufrió una maravillosa metamorfosis. Apenas daban las 6 de la tarde y las castizas tabernas taurinas que rodean el mítico enclave se abarrotaban de huestes melenudas unidas bajo una misma bandera y una inmensa cola aguardaba ansiosa el momento de apertura de puertas, para correr hasta la línea del escenario y ocupar las mejores posiciones.
Quizá la grandilocuencia del recinto se vio mermada al comprobar que el emplazamiento elegido, era en realidad, una carpa ubicada en mitad del ruedo. Eso sí, bien surtida de barras y protegida de las posibles inclemencias del tiempo.
DAWN OF EXTINCTION
A la hora prometida saltaban, con paso firme y decidido, los valencianos DAWN OF EXTINCTION para calentar un ambiente que ya venía predispuesto de casa.

Su sonido MetalCore melódico con tintes Thrasheros sorprendió y mucho. La sobria puesta en escena se vio compensada con una actitud ganadora desde el primer minuto, arengando al público con la seguridad de quien sale a por todas.

Entregaron un modesto set list de poco más de 45 minutos con el que midieron las emociones de una sala que poco a poco se iba abarrotando.
Tras arrancar con los cañonazos Behind the Mirror, The fall of the human race o The heresy dejaron patente su tremenda calidad como músicos, desbordando con riffs espídicos y una presencia escénica arrolladora.

El sonido, aunque permitía disfrutar de forma cristalina de cada ataque de púa y palm mute, se vio ensombrecido por una ecualización de la parte vocal que, a ratos se percibía algo difusa e inteligible.
Echaron el freno con la balada Lost Paradise para marcar el punto de no retorno en una noche mágica, antes de seguir con el tema Motherfucker. Aquí es donde los valencianos aprovecharon para reivindicar su rechazo a la violencia machista animando a las masas a corear el tema, haciéndonos a todos participes de tan importante mensaje.

Pero llegó el momento de decir adiós. El guitarrista y vocalista Cristian Juárez se hizo con el micrófono para agradecer a la banda, la organización y sobre todo para un público, que se quitó el sombrero ante ellos, justo antes de dividir la sala en dos y hacerla explotar en el primer gran pogo de la noche al ritmo de Apocalypse como tema de cierre.
Con un maravilloso sabor de boca, los de Sagunto se despidieron de Madrid tras la fotografía de rigor, bajando un telón para el recuerdo.
BLIND GUARDIAN
Tras apenas 25 minutos para el cambio de set, donde un público ansioso coreaba cada tema que sonaba de fondo, se hizo el silencio y cuatro dragones aparecieron proyectados sobre el telón un segundo antes de que este cayera al ritmo de Imaginations From the Other Side.

La sala era un hervidero fuera de control. Un público de todas las edades clamaba ante la atónita mirada de una banda que ha logrado colgar el cartel de completo a su paso por nuestro país.
El despliegue, a la altura de las circunstancias. Con un inmenso mural proyectando imágenes de los álbumes y un juego de luces espectacular, los alemanes tomaron el pulso a la sala desde la primera nota.

Tras el tema de apertura, darían comienzo los habituales discursos de Hansi Kürsch, que tiene por costumbre intercambiar con el público alguna que otra frase antes de cada tema.
En esta primera ocasión, igual no calculó adecuadamente el calado de su bienintencionado discurso… pues aunque la ubicación se prestaba a ello, hace mucho que nos desquitamos de la etiqueta de país de toros y paella. Su intento de conectar con la sala preguntando quién de ellos era el toro, el matador o los picadores se dio de bruces ante una sala callada y, ante la escasa respuesta obtenida, optó por correr un tupido velo y seguir con el espectáculo.

Continuaron con Blood of the Elves en el primer repaso de su último álbum; pero fue con Nightfall donde la sala explotó coreando el estribillo.
Idéntico proceso con el tema The Script for My Requiem. Queda claro que Madrid quiere clásicos y ellos lo saben.
Se lanzaron con la poderosa Violent Shadows y su explosivo arranque, donde desplegaron un impresionante juego de luces láser que cubrió el cielo de Las Ventas como una red luminosa que hipnotizó al público.

Era el momento de la pausa. Dos taburetes aparecieron en escena y las guitarras acústicas de André Olbrich y Marcus Siepen hicieron volar el tema Skalds and Shadows. Pero ellos son unos maestros del Power Metal y tras otro breve discurso se lanzaron con Time Stands Still (At the Iron Hill), dejando claro que la voz de Hansi Kürsch sigue estando al máximo nivel.
En este punto del concierto, la sala estaba fuera de control. Al más mínimo rasgueo de Olbrich se formaban pogos como portales al infierno con los lo que, si no tenias cuidado, acababas siendo absorbido y expulsado al otro lado de la sala.
El tema Secrets of the American Gods fue el último repaso a The God Machine que los alemanes brindaron a la capital, justo antes de recuperar el set acústico para regalar un clásico entre los clásicos como es The Bard’s Song – In the Forest. Hansi apenas pudo exhalar unas palabras antes de enmudecer contemplando atónito como la arena de Las Ventas cantaba al unísono la totalidad del tema.

Sin palabras y con una sonrisa que apenas lograban esconder, los BLIND GUARDIAN arrancaron la marcha circense de Majesty desatando la locura. A estas alturas del concierto todo era sudor y saltos.
Pero la banda anunciaba la recta final del concierto. Lo bueno tocaba su fin y tras desplegar el tema Traveler inTime, donde de nuevo el público entregó hasta la última gota de energía coreando, se retiraron a un breve descanso.

Sin parafernalia ni sainete pre-bises, fue más que suficiente un trago de agua para aclarar las gargantas y de nuevo salir a la carga con la recta final.
Regresaron al escenario con Sacred Worlds, recuperando para el set list un tema relativamente actual, que continuaron con The Quest for Tanelorn antes de desatar la locura final con los clásicos Lord of the Rings, Valhalla y por supuesto Mirror Mirror. Tres mil almas como un mar embravecido corearon al unísono cada frase de unos himnos que han sido y serán parte fundamental de la banda sonora de sus vidas.

La del viernes fue una noche para el recuerdo y Madrid, rendido ante cinco bardos del norte, demostró que las historias narradas desde su púlpito, hace tiempo que quedaron marcadas a fuego para la historia.