Biznaga

Biznaga: La democracia es vigilancia y yo soy sólo información

La ciudad de Alicante lleva unos meses programando, con mucho acierto, conciertos a las 12 de la mañana. Y es que, aunque la mayoría de los que nos citamos para disfrutar del cuarteto malagueño somos vampiros y seres nocturnos, uno le coge el gustillo a estos nuevos horarios reservados a música en vivo. El concierto de Biznaga inauguró una serie llamada Las matinales de terminal, que se desarrollarán todos los sábados de septiembre y octubre a la hora del vermut, enclavados en un entorno realmente agradable como es el Muelle 12 del puerto de Alicante.

Biznaga es una banda de punk-rock, una mezcla heredera del post-punk de Parálisis Permanente y del rock radical vasco. Aderezan sus armonías con melodías españolas influenciadas – quizás- por unos primeros Gabinete Caligari. Tienen un punto elegante que hace que conecten y se muevan como pez en el agua dentro del mundo indie-alternativo. Todo esto sin perder fiereza y, sobre todo, sin perder la fuerza del mensaje de sus letras.

El concierto comenzó con el támdem Ventanas emergentes y 2K20, tocadas unidas como aparecen en su magnífico último álbum Gran pantalla (2020, Slovenly Recordings), disco que podría ser perfectamente la banda sonora de la aterradora serie “Black Mirror”. Y es que, aunque no lo quieras reconocer, “la democracia es vigilancia y yo soy sólo información”. El grueso del show estuvo prácticamente basado en dicho disco, una descripción realmente lúcida del mundo digital que nos zombifica a diario y que nos obliga a crearnos inútiles necesidades. El único guiño que hicieron a Centro dramático nacional (2014, Holy Cuervo/Gran Sol) fue con Máquinas blandas, canción que nos describe perfectamente como una herramienta útil más dentro del engranaje global que configura la sociedad.

El mini escenario se quedó pequeño para Álvaro García que decidió bajarse a la altura del público para estar más cerca y escupiros a la cara, a lo que añadió que era broma. Lógicamente todos lo entendimos así desde el principio pero, por desgracia, vivimos tiempos en los que uno ha de subrayar constantemente la ironía al ser siempre consciente de que, a veces , la autoridad competente (o algún medio de comunicación) te la puede liar bien liada incluso por menos.

Atentado fue dedicado a los antifascistas que allí se dieron cita. No está de más recordar que llamar a los cosas por su nombre no es un atentado. Ellos llevan celebrando el asco desde 1793 y ese día no iba a ser menos. Con Una ciudad cualquiera y Mediocridad y confort”, únicas canciones que incluyeron de Sentido del espectáculo (2017, Slovenly Recordings), cerraron por todo lo alto el concierto que, por necesidades de normativa pandémica, no pudo durar más de una hora.

Ellos mismo se dieron cuenta de que los que allí nos agolpábamos necesitábamos algo más. Y más cuando la mayoría de los que asistimos pensamos que un mundo sin pogos es una puta mierda. Y que, ya que en los conciertos de la actualidad nadie va a tirarnos la cerveza por encima ni a quemarnos la camisa sin querer, cosa que también echo de menos, salieron para tocar la brutalísima Jóvenes ocultos. Con este espídico tema nos hicieron sentir como vampiros ochentudos con sed de sangre por la Gran Vía de Madrid. A mi, en particular, al acometer el final con los gritos desencajados de Álvaro, me dieron ganas de subirme encima de una mesa, pero me tuve que conformar con hacer un pogo sentado en mi silla, a la que me tuve que encadenar de manera preventiva desde el inicio del bolo.

Y es que, como dice Biznaga en esta canción: hay maneras muy distintas de buscarse uno la ruina. Una muy clara sería no luchar para que los conciertos vuelvan a ser lo mismo que eran antes de esta pandemia. Desde aquí agradezco a Biznaga que nos lo recuerde con fiereza.