Slipknot | The End, So Far…
The End, So Far… (El Final, Tan Lejano…) es el séptimo trabajo de estudio de Slipknot. El título representa toda una declaración de intenciones, una reafirmación de la continuidad de la banda frente al lógico desgaste que sufren los grupos con el paso de los años. Tal vez nos encontremos ante su trabajo más potente y redondo desde los tiempos de All Hope is Gone. Una exquisita y demoledora producción que nos arrastra, durante casi una hora, por todas las facetas de su sonido, sin dejar lugar para la monotonía o la falta de ideas.
Lo que me ha resultado más llamativo del álbum es, sin duda, su primer tema Adderall; un corte tan cautivador como impropio de su estilo, deja al oyente desconcertado al romper su larga tradición de tema/intro llena de ruidos. Melodías pausadas, estribillo icónico rodeado de acertadas armonías vocales. Buena jugada para los de Iowa.
En el segundo tema The Dying Song se desata la bestia y se despejan las dudas; trallazo con estribillo cantable al estilo Wait and Bleed.
The Chapeltown Rag es otro claro guiño a los Slipknot más puros, llenos de acoples, scratches y un generoso atiborre a “Blast Beats” por parte de Jey Weinberg, quien demuestra, tema a tema, ser un dignísimo sucesor del malogrado Joey Jordison.
Yen acentúa contrastes entre estrofas lentas, llenas de atmósferas y un desgarrado estribillo que merece ser escuchado varias veces para apreciarlo plenamente.
En Hive Mind un Corey Taylor pletórico suelta una nueva tormenta rodeado de un aplastante muro de guitarras. Warranty es uno de los temas más crudos del album, con impecables arreglos corales en el puente.
En Medicine For The Dead retoman su registro más gótico e industrial sin perder un ápice de energía.
Acidic con un cierto aire stoner quizás sea el elemento más de relleno del album, dejando paso a la melódica Heirloom; brillante y sorpresivamente cargada de optimismo en sus letras. Como es habitual en ellos, el buen rollito dura poco y el siguiente tema nos vuelve a arrastrar al pozo H377 es lacerante y potentísimo.
De Sade es uno de los mejores cortes del album; con un curioso guiño a lo Disturbed, logra construir una estrofa y un estribillo llenos de emotividad, dejando cancha a los dos guitarras para que nos frían un poco a solos.
Finale pone el broche con un tema abierto e inspirado y de imponentes lineas orquestales.
La obra resulta, en su conjunto, una fotografía perfecta de la esencia de la banda, mezclando lo oscuro y lo frenético, el caos y la calma. Letras crípticas y concienzudas que repasan y extirpan todas las obsesiones de su vocalista y líder. Una brillante pieza más para añadir al legado de esta gran banda, que supo romper el corsé del Nu Metal y sobreponerse triunfantes a su hundimiento.